Trueque de 'mondrians' por 'picassos'
Dos museos de La Haya y Colonia intercambian colecciones
El intercambio de colecciones entre museos es una de las formas m¨¢s llamativas, a la vez que asequibles, de montar una exposici¨®n. La f¨®rmula no es nueva, pero el Museo Municipal de La Haya y el Museo Ludwig de la ciudad alemana de Colonia acaban de hacer historia al cederse las obras de dos de los artistas clave del arte moderno: Mondrian y Picasso. Las muestras que ambos centros han organizado con este trueque revelan la met¨®dica deriva hacia la abstracci¨®n del holand¨¦s y la explosiva b¨²squeda de todos los estilos del espa?ol. Tituladas simplemente Picasso en La Haya y Mondrian en Colonia, abrieron ayer juntas y cerrar¨¢n a la vez el 30 de marzo.
Mondrian busc¨® para su obra la pureza de las formas del arte
Gracias al af¨¢n coleccionista de sendos mecenas que dedicaron su vida a hacerse con la producci¨®n de Mondrian y de Picasso, tanto el Museo Municipal (Gemeentemuseum) de La Haya como el Ludwig germano cuentan hoy con el mayor n¨²mero de obras de los dos artistas conservadas bajo un mismo techo. En el caso alem¨¢n abarca toda la trayectoria creativa de Picasso, desde sus primeros dibujos en la adolescencia al periodo azul, y del cubismo a la cer¨¢mica, las esculturas y los grabados. Con Mondrian la situaci¨®n es clara. El museo atesora el n¨²cleo m¨¢s relevante de la obra del artista, a pesar de que durante a?os la mantuvo colgada en paredes poco nobles porque no apreci¨® bien su val¨ªa. Entre las piezas de la colecci¨®n figura Victory Boogie Woogie, que Mondrian pint¨® al final de su vida, entre 1942 y 1944, y que nunca sale de Holanda.
Entre las obras que s¨ª han podido viajar para las dos exposiciones, en particular en la de Picasso, figuran tres gratas sorpresas. Dos, gracias al pintor. La otra, a la c¨¢mara del fot¨®grafo argentino Roberto Otero, que retrat¨® su intimidad en 1960 y ejerci¨® de peluquero ocasional de su amigo. Atendiendo a su atracci¨®n visual, la m¨¢s espectacular tal vez sea la famosa serie de grabados que inmortaliz¨® a una de sus primeras amantes, Marie-Th¨¦r¨¨se Walter, madre de su hija Maya. Conocida como Suite Vollard, suma un centenar de estampas ejecutadas entre 1930 y 1937 sobre temas tan variados como La violaci¨®n, El minotauro o Rembrandt. A su vez, son un canto a uno de sus amores m¨¢s tr¨¢gicos. La joven, que conoci¨® al artista en Par¨ªs a los 17 a?os, acab¨® siendo abandonada por otra y se suicid¨® en la madurez.
La segunda sorpresa es un libro de bocetos "que rondan el concepto de otro de los iconos del modernismo, Las se?oritas de Avignon. Es un cuadro comparable a La ronda de noche de Rembrandt en importancia y monumentalidad, y en ¨¦l puede verse c¨®mo Picasso, que era un ni?o prodigio del dibujo, buscaba siempre cosas nuevas. En este caso lo hace a trav¨¦s de la estilizaci¨®n del primitivismo", seg¨²n Franz Kaiser, conservador del Gemeentemuseum.
Las fotos de Otero, en blanco y negro y en color, son el contrapunto de un recorrido que desgrana bellezas como el grabado Comida frugal, de 1904; el ¨®leo Arlequ¨ªn con las manos cruzadas de 1923; la tela Mosquetero con cupido, de 1969; o las piezas de cer¨¢mica con forma de ave y la aventura cubista. "Es curioso que para Picasso el cubismo s¨®lo fuera un estilo m¨¢s desarrollado a fondo, pero sin derivar en la abstracci¨®n posterior. Cuando acab¨® con ello, se fue directo, regres¨® m¨¢s bien, al neoclasicismo. Mondrian, por el contrario, vio las obras cubistas del espa?ol y enfil¨® su larga y tortuosa ruta hacia las l¨ªneas m¨¢s limpias", sigue Kaiser. La simple en apariencia obra de Mondrian constituye, sin embargo, una de las b¨²squedas m¨¢s intensas de la pureza de formas del arte.
Las im¨¢genes del fot¨®grafo se hab¨ªan quedado sin explicaci¨®n y vale la pena detenerse un momento. Expuestas en tres salas contiguas, confirman la fotogenia del artista y el segundo plano vital que parec¨ªa ocupar siempre el resto de sus amigos. Todos menos el poeta Rafael Alberti, que luce exultante en un par de instant¨¢neas y es el ¨²nico que consigue estar a la altura de la penetrante presencia del malague?o.
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