La guerra planea sobre Congo
El caos que vive el pa¨ªs africano amenaza con resucitar los conflictos del pasado
Las luces de alarma se han encendido, y dan miedo: la II Guerra Mundial Africana planea sobre la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo (RDC). La primera (1998-2003) no fue ninguna broma: murieron cuatro millones de personas y hasta nueve pa¨ªses guerrearon en este devastado pa¨ªs, pobre por fuera y de riqu¨ªsimas materias primas en su interior. La RDC no logra dejar atr¨¢s el caos, y el este vuelve a parecerse al polvor¨ªn que fue: la ofensiva del Ej¨¦rcito cerca de Goma para reducir a un general rebelde tutsi muy bien conectado con Ruanda se ha convertido ya en una guerra abierta y amenaza con resucitar los fantasmas del pasado. Unos 60.000 civiles abandonaron la zona, Kivu Norte, s¨®lo en la ¨²ltima semana. En total, los desplazados ya son 800.000, seg¨²n la ONU.
Joseph Kabila, de 36 a?os, cumple justo ahora un a?o como presidente democr¨¢ticamente elegido -lleg¨® al cargo antes, en 2001, nombrado a dedo tras el asesinato de su padre-, pero el antiguo Zaire, rebautizado RDC tras la ca¨ªda de Mobutu, a¨²n lucha por asentar algo parecido a un Estado. Toda ?frica se la juega en Congo: el enorme pa¨ªs, coraz¨®n del continente con fronteras con 10 Estados, es la clave de la estabilidad continental. Pero se sostiene a¨²n con las pinzas de MONUC, la mayor misi¨®n de la historia de la ONU, que ha desplazado a 17.000 cascos azules.
"En muy poco tiempo hemos logrado construir el Estado y las instituciones democr¨¢ticas. Lamentablemente, hay peque?os focos de resistencia que debemos reducir", asegura Katende wa Ndaya Muledi, portavoz de la Asamblea Nacional. En su espacioso despacho junto al remanso de paz de los jardines de la C¨¢mara, en Kinshasa, sus palabras resuenan con fuerza. Pero fuera del edificio se topan con un mundo muy distinto.
Es cierto que las nuevas instituciones existen, pero la realidad es tambi¨¦n la que se encuentra cada d¨ªa Maria N¨²ria Sol¨¤, carmelita asentada en ?frica desde hace 20 a?os. La RDC es tan extensa que abarcar¨ªa desde Madrid hasta Varsovia. Pero cuando Sol¨¤ sale de misi¨®n hacia Kenge -que ser¨ªa como ir de Madrid a Guadalajara- empieza una aventura de final imprevisible que le llevar¨¢ 10 horas de viaje.
La esperanza de vida es de 44 a?os y el PIB nominal es hoy apenas un tercio de lo que era en 1990. La obra m¨¢s emblem¨¢tica y tangible de Joseph Kabila es quiz¨¢ el mausoleo de su padre y predecesor, Laurent Desir¨¦ Kabila, asesinado en 2001. Junto al r¨ªo Congo, el recinto es toda una exhibici¨®n de las enormes riquezas del pa¨ªs -minerales preciosos, cobre, m¨¢rmol...- coronada con una gran estatua del h¨¦roe a lo Kim Il Sung, construida precisamente en Corea del Norte, que promete gloria eterna. Pero la gloria no llega al mercado paup¨¦rrimo que tiene al lado, donde centenares de personas luchan simplemente por sobrevivir.
Los mismos soldados que con gran fanfarria glosan la vida del h¨¦roe y se cuadran exageradamente ante su tumba lidian con un presente menos refulgente: en la pr¨¢ctica, su sueldo es s¨®lo la propina del visitante.
"Corremos un peligro muy grave: tenemos Gobierno, pero si no act¨²a con mayor energ¨ªa no habr¨¢ desarrollo y la gente no creer¨¢ en la democracia", explica Thomas Luhaka Losendjola, uno de los jerarcas de la oposici¨®n.
El gran objetivo que Kabila ha vendido como previo al crecimiento es la construcci¨®n del Estado y el fin de los se?ores de la guerra. En marzo acab¨® a tiros con la guardia privada de su gran rival, Jean Pierre Bemba, que parti¨® al exilio. Y ahora ha doblado la apuesta: se propone acabar con la insurrecci¨®n de Laurent Nkunda, el rebelde tutsi que controla amplias zonas del Kivu Norte, junto a la frontera ruandesa, para demostrar que controla al fin la situaci¨®n.
La apuesta es arriesgada: el Ej¨¦rcito se ha mostrado d¨¦bil, incapaz de reducir a 4.000 hombres bien armados, motivados y con amigos importantes, fuera y dentro del pa¨ªs. Pero el riesgo mayor es continental: todos los analistas coinciden en que si Ruanda saliera en auxilio de su general amigo, la II Guerra Mundial Africana pasar¨ªa de ser un peligro hipot¨¦tico a una atroz realidad.
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