La agenda Calatrava
Se dir¨ªa que la agenda pol¨ªtica del Gobierno valenciano la marcan las estelares apariciones o reapariciones del arquitecto Santiago Calatrava, al que siempre le falta un puente por tender o unas torres de nada por levantar. Ahora parece que se dispone tambi¨¦n a proyectar uno de sus temibles c¨®mics de cemento blanco en Castell¨®n, a cuenta esta vez de un Centro de Convenciones sobre el cual apenas se sabe nada, aunque tal vez Carlos Fabra est¨¦ al cabo de la calle sobre el asunto. Que me desmientan si me equivoco, pero parece que Calatrava no paga aqu¨ª sus impuestos, mientras que ¨¦ste es el momento en que no se sabe todav¨ªa en qu¨¦ ventanilla los abona Carlos Fabra, as¨ª que el asunto huele otra vez a chamusquina.
Por otra parte, es ya legendaria la despreocupaci¨®n de Francisco Camps por las necesidades de esta comunidad, ya se trate de la precariedad de guarder¨ªas, de la abundancia de barracones escolares o de la argucia de las pr¨®rrogas continuadas en los presupuestos asignados a las universidades, as¨ª que es hora de preguntarse de qu¨¦ se ocupa un presidente que hace como que gobierna desde una mayor¨ªa absoluta que, siendo un aut¨¦ntico regalo de la ciudadan¨ªa, se puede consumir con cierta delectaci¨®n sin ofrecer gran cosa a cambio.
No hay que recurrir al catastrofismo, ni siquiera cuando la situaci¨®n es catastr¨®fica para muchos miles de ciudadanos. ?Es Calatrava sostenible, aun con inundaciones en sus floridos proyectos? ?Lo es Rita Barber¨¢, con su desd¨¦n hacia el remedio de lo peque?o y su afici¨®n a los irremediables grandes engendros? En cualquier comunidad civilizada, los grandes eventos y dem¨¢s obras emblem¨¢ticas van a rebufo de los detalles de apariencia diminuta que convierten una ciudad de tama?o medio en un lugar habitable. Aqu¨ª, basta con que caigan cuatro gotas para que la plaza de la Virgen se convierta en un deslizadero a causa de la ro?a que se acumula en sus fr¨¢giles baldosas. Si eso ocurre en pleno centro de la capital valenciana, qu¨¦ no suceder¨¢ en los barrios perif¨¦ricos.
La pregunta consecuente es doble. Por qu¨¦ el PP gobierna con mayor¨ªa absoluta, y por qu¨¦ con todo ese poder se muestra incapaz de resolver los problemas de a diario que abruman a los ciudadanos. Y cabe a?adir otra interrogaci¨®n, acerca de la debilidad de un partido opositor que tiene raz¨®n pero ignora c¨®mo comunicarlo con eficacia o credibilidad (viene a ser lo mismo) a sus votantes de origen. Y aqu¨ª hay que se?alar que basta con algunas intervenciones parlamentarias de los socialistas para persuadirse de que la raz¨®n, si eso existe, est¨¢ de su parte, pero que eso ocurre en sede parlamentaria y no en los corrillos de calle. Tener raz¨®n, en pol¨ªtica, no vale para nada si los votantes no la refrendan con sus votos. Y ah¨ª sobran las alegres y nost¨¢lgicas conmemoraciones de una Rep¨²blica que perdi¨® cuando entonces y volver¨ªa a perder ahora.
Una vez desaparecido en combate Eduardo Zaplana, que no es pieza menor, ante la aparente desidia de Mariano Rajoy, se trata de saber qui¨¦n es Francisco Camps y qu¨¦ pretende, una tarea que la izquierda no puede delegar en asuntos puntuales, aunque relevantes, sino desmontar con criterio y con provecho en su totalidad. Tampoco es tan complicado. Por m¨¢s Calatrava que exhiba como farol en sus jugadas de p¨®quer.
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