Adi¨®s con resentimiento
Joseba Beloki deja el ciclismo tras 18 meses en el paro por la Operaci¨®n Puerto
Cuando en una escena de comedia de enredo asoman ante los ojos del reci¨¦n llegado unos pies por debajo de las cortinas de una habitaci¨®n de hotel -la cama deshecha, el ba?o ocupado-, no hay quien no sobreentienda un asunto de cuernos, reales o imaginarios. O, si la pel¨ªcula es de suspense, la sombra de un asesino. Pero, si la misma escena sucede en la habitaci¨®n de un ciclista mediada la Vuelta a Espa?a, por ejemplo, lo m¨¢s normal, y as¨ª se asume sin sobresaltos, es que los pies de la persona que trata de ocultarse en vano pertenezcan a un camello con una bolsa de sangre fresca.
Por eso, la perplejidad de quienes han visto su carrera deportiva destruida por la Operaci¨®n Puerto, por la intervenci¨®n de la Guardia Civil que desarm¨® la organizaci¨®n de dopaje de Eufemiano Fuentes. En un ambiente en el que la trampa era la norma y la mentira, la ¨²nica forma de sinceridad, las pocas decenas de ciclistas identificados en los papeles y las etiquetas de bolsas de sangre no entienden que sean ellos los ¨²nicos que deben pagar por una conducta que formaba parte de las ra¨ªces del sistema.
Los ciclistas nacidos en los a?os setenta se convirtieron de repente en los apestados. Una generaci¨®n marcada. Por eso, la depresiva reflexi¨®n de Iban Mayo, castigado por un embrollo de laboratorios sin fin: "Quieren echarnos del pelot¨®n a toda una generaci¨®n".
Es el s¨¢lvese quien pueda.
Por eso, la amargura de Joseba Beloki en su despedida.
El viernes, en un hotel de Vitoria, a?o y medio despu¨¦s de su ¨²ltima jornada con dorsal, el guipuzcoano anunci¨® su retirada definitiva del ciclismo leyendo un comunicado en el que denuncia "la traici¨®n" por parte de su mundo, "el mundo del ciclismo". "Nos est¨¢n haciendo el vac¨ªo, una muerte lenta; apart¨¢ndonos, aplic¨¢ndonos c¨®digos inmorales, y prescindiendo de la tan famosa presunci¨®n de inocencia, inexistente en el mundo del ciclismo o, al menos, para algunos", ley¨®, emocionado, Beloki, de 34 a?os.
Quiz¨¢, el resentimiento no sea sino un reflejo del miedo. Beloki supo que su carrera deportiva hab¨ªa terminado el d¨ªa de mayo de 2006 en que a su director, Manolo Saiz, lo detuvo la Guardia Civil, el d¨ªa en que los papeles de Saiz y Eufemiano detallando su planificaci¨®n dopante salieron a la luz. El futuro no le asusta. El temor es el de que su memoria, sus haza?as -sus tres podios en el Tour, dos terceros puestos, en 2000 y 2001, un segundo, en 2002-, su tragedia -su ca¨ªda en el descenso del m¨ªnimo col de La Rochette el a?o en que iba a plantar cara a Lance Armstrong-, se contemplen ahora, se interpreten a posteriori, a la luz de la sospecha. El temor a que le roben su pasado, su vida, un sino que persigue a sus rivales, a quienes el Tour ha empezado a borrar de sus libros.
Aquel d¨ªa del Tour de 2003, Beloki persegu¨ªa a Vinok¨²rov, quien cuatro a?os despu¨¦s tambi¨¦n cay¨® en la ignominia. A su rueda, con los metros suficientes para maniobrar y evitar milagrosamente la ca¨ªda, iba camino del quinto de sus siete Tours Armstrong, retirado antes de los a?os de reescritura de la historia.
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