El universo no es suficiente
Mario se va a la conquista del universo con una nueva genialidad de Shigeru Miyamoto que no tiene pies ni cabeza
Si Hans Christian Andersen fuese coet¨¢neo, quiz¨¢ sus cuentos ser¨ªan videojuegos y su editor Nintendo. S¨®lo la magia de los t¨ªtulos desarrollados para estas consolas ser¨ªa capaz de trasladar sus mundos de fantas¨ªa a ese estatus de realidad posible que desdibuja la frontera que los separa de la ficci¨®n. Hoy Christian Andersen se llamar¨ªa Shigeru Miyamoto.
Mario ha venido se?alando el camino del g¨¦nero de las plataformas desde el d¨ªa en que se convirti¨® en h¨¦roe al salvar a la princesa Peach de las zarpas del inofensivo gorila Donkey Kong. Sus novedades eran copiadas al instante por un alud de imitadores. En cada generaci¨®n de consolas ha habido un Mario de referencia: Mario Bros., Super Mario 64, Super Mario Sunshine y ahora Super Mario Galaxy.
Super Mario Galaxy
Desarrolla: Nintendo
Distribuye: Nintendo Espa?a
Plataforma: Wii
G¨¦nero: Plataformas
Edad: Mayores de 3 a?os
Precio: 45 euros
Sitio: www.nintendo.es/
Nota 1 a 5: 5
F¨¢bula
La nueva f¨¢bula coloca a los protagonistas de siempre, es decir, al h¨¦roe Mario, a la princesa Peach y a Bowser, el lagarto tirano, en una guerra de las galaxias de la que depende la paz en el Reino Champi?¨®n. Feo como es, Bowser no tiene otra opci¨®n para con la regente Peach que secuestrarla para poder fabricar as¨ª su propia mentira y vivir un reinado gal¨¢ctico junto a su amada. Para ello se beneficia del paso de un cometa que reparte polvo de estrellas, para usar su poder de atracci¨®n y arrancar el castillo de la princesa con ella dentro.
Mario asiste impotente al descepo de la instituci¨®n y cae inconsciente tras recibir un fuerte golpe. Su despertar no puede ser m¨¢s desconcertante. Un conejo parlanch¨ªn le invita a jugar al pilla-pilla. Pronto se percatar¨¢ de que tras una breve carrera vuelve estar en el mismo sitio, y es que se halla en un peque?o astro que se recorre en menos de un minuto. Empiezan pues las genialidades. El efecto gravitatorio permite a Mario andar boca abajo y caer hacia arriba, como hacen los australianos, sin inmutarse. Con el mando Nunchuck, el que tiene una palanca de direcci¨®n y se usa normalmente con la mano izquierda, se decide el rumbo y la velocidad del protagonista, y con el Wiimote, el mando con sensor de movimiento, se se?ala a la pantalla para recoger objetos y apuntar con el fin de disparar estrellas. Agit¨¢ndolo, Mario realiza un tirabuz¨®n con los pu?os hacia fuera que puede aturdir a los enemigos.
El fin ¨²ltimo es salvar a la princesa y con ello al reino micol¨®gico, pero el largo camino implica solucionar los problemas que afectan al cometa, que se ha quedado sin energ¨ªa y que resulta ser en realidad un nave, un centro de control del universo, desde donde se vela por el equilibrio c¨®smico de las galaxias. Para que la nave alcance todos los rincones interestelares debe recargarse con maxiestrellas que se hallan en el planeta m¨¢s lejano de cada galaxia protegidas por el cl¨¢sico monstruo de final de pantalla. Mario debe asumir esa arriesgada misi¨®n para llegar hasta donde Bowser tiene recluida a Peach.
Si bien muchos escenarios por los que deambula la acci¨®n son astros, planetas y cuerpos celestes con formas sospechosamente familiares, entre los que se viaja mediante vertiginosos saltos, existen otros ambientes donde el suelo es totalmente plano y los objetos son mucho m¨¢s cotidianos. La diversidad de los dise?os presenta territorios volc¨¢nicos, playas, zonas heladas e interiores mec¨¢nicos, siempre respetando el toque de calidad y originalidad que caracteriza a la saga. No se puede hablar de impresionante factura gr¨¢fica, pues la Wii no tiene la potencia de la Xbox 360 y PlayStation 3, pero s¨ª de impecable dise?o visual.
Magistral es la banda sonora, que ser¨¢ imposible dejar de tararear, con reminiscencias cl¨¢sicas de la serie mezcladas con alguna que otra interpretaci¨®n sinf¨®nica para los momentos de ¨¦xtasis. Las fanfarrias subrayan el placer de conseguir una nueva maxiestrella que abre el acceso a nuevos planetas y desaf¨ªos. Con una dosis muy baja de violencia, Miyamoto asegura varias horas de diversi¨®n con un cuento que se desarrolla a medida del jugador.
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