Un reino submarino de corales fr¨ªos
El ca?¨®n del cabo de Creus sorprende a los cient¨ªficos por la abundancia de vida
Un peque?o submarino tripulado se ha introducido en las profundidades de un estrecho ca?¨®n del Mediterr¨¢neo para levantar acta de la rica comunidad de corales que puebla su fondo marino. Ocurri¨® en septiembre pasado, en una expedici¨®n comandada por un equipo del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC en el ca?¨®n del cabo de Creus (Girona), de 20 kil¨®metros de longitud y 6 de anchura. Ahora empiezan a conocerse algunos resultados cient¨ªficos.
Los bi¨®logos trabajaron a profundidades entre 190 y 400 metros, examinando esta zona de angostas y escarpadas paredes en la cual la vida acu¨¢tica ha encontrado un excelente refugio, ya que la pesca de arrastre, la m¨¢s destructiva, no puede acceder. Aun as¨ª, no est¨¢ libre de amenazas. "Nunca hab¨ªa visto un mar con tantos trastos abandonados", exclam¨® en una inmersi¨®n el piloto del sumergible, el alem¨¢n J¨¹rgen Schauer.
El submarino, de nombre Jago y alquilado a un instituto de la alemana Universidad de Kiel, suma ya m¨¢s de mil inmersiones en mares de todo el mundo y sus reducidas dimensiones (viajan s¨®lo dos personas) lo hacen id¨®neo para este tipo de misi¨®n. Sin embargo, como afirmaba el piloto, su tarea se vio dificultada por la gran cantidad de restos de alambres de pesca de palangre que han acabado sus d¨ªas en los fondos del ca?¨®n del cabo de Creus. La base de operaciones de la expedici¨®n, con 12 investigadores y 14 tripulantes, era el buque oceanogr¨¢fico Garc¨ªa del Cid, un veterano de la flota del CSIC.
Con tantos residuos pesqueros no es extra?o que uno de los primeros datos obtenidos sea la densidad de ¨¦stos. "Un promedio de un cable cada cinco metros", explica Josep-Maria Gili, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y director de la campa?a, junto a Covadonga Orejas. "Lo peor es que con las corrientes fuertes que hay dentro del ca?¨®n, los cables se mueven como un parabrisas de un lado a otro, barriendo todo lo que hay a su paso, estirando los corales hacia arriba y a veces arranc¨¢ndolos". La principal conclusi¨®n cient¨ªfica de la campa?a es haber constatado, en palabras del investigador, "un pico de vida" en esa zona de elevada profundidad, un entorno donde se aglutina una gran cantidad de fauna marina. La causa es la presencia de los llamados corales fr¨ªos o profundos, que forman bosques submarinos. Los cient¨ªficos han medido una densidad de hasta 38 colonias por metro cuadrado, una cifra alta no muy lejos de las 56 colonias por metro cuadrado en zonas litorales de fuerte concentraci¨®n.
Los corales fr¨ªos son muy distintos de los de los mares tropicales, que tienen colores vistosos y viven a poca profundidad. Los fr¨ªos prosperan en aguas con temperaturas de 4 a 12 grados cent¨ªgrados y est¨¢n a partir de 50 metros bajo el nivel del mar. Muchos son blancos, ya que la carne es transparente y deja a la vista sus esqueletos de carbonato c¨¢lcico, como el grupo que domina el ca?¨®n del cabo de Creus, la Madrepora oculata.
El equipo del CSIC ha determinado con exactitud el h¨¢bitat de m¨¢xima densidad de estos animales marinos arborescentes: entre 190 y 220 metros de profundidad, en zonas con cantos rodados. Su altura ronda el medio metro, y Gili calcula que "pueden incrementar su tama?o en un 50% en menos de un a?o".
Otro hallazgo ha sido la observaci¨®n de copiosos enjambres de una especie mediterr¨¢nea de krill, peque?os crust¨¢ceos que sirven de alimento a las ballenas. "S¨®lo he visto una densidad as¨ª en la Ant¨¢rtida", dice Gili.
La abundancia de krill apoya las teor¨ªas del fallecido Ram¨®n Margalef, pionero de la investigaci¨®n marina, sobre la presencia de ballenas en el Mediterr¨¢neo. ?l defend¨ªa que las ballenas entraban por el mar de Albor¨¢n y segu¨ªan hacia el norte por la plataforma continental hasta el golfo de Le¨®n. La hip¨®tesis requer¨ªa que existiese krill que les sirviese de alimento en el fondo de los ca?ones submarinos del Mediterr¨¢neo espa?ol, lo que ahora empieza a corroborarse.
Y no s¨®lo hay vida min¨²scula en el ca?¨®n. Se han documentado tambi¨¦n especies mayores, de importancia comercial, como langostinos, calamares, peces sable o merluzas. Encuentran all¨ª un h¨¢bitat temporal adecuado para la reproducci¨®n y puesta de huevos, que quedan protegidos de los depredadores entre sus paredes y bosques de coral. Adem¨¢s, cuando las larvas eclosionan, tienen alimento cerca.
Estas constataciones han sido posibles gracias a que el submarino otorga autonom¨ªa suficiente (las inmersiones duran hasta cinco horas) para acercarse a las paredes del ca?¨®n, donde se da la mayor explosi¨®n de vida. Tambi¨¦n permiti¨® tomar decenas de muestras coralinas que ahora crecen en acuarios experimentales con surtidores de agua salada que mana constantemente para reproducir el movimiento de las corrientes. Estos acuarios est¨¢n en una c¨¢mara oscura y estanca, refrigerada a una temperatura constante de 11 grados, en los s¨®tanos del Instituto en Barcelona, y se les alimenta con zooplancton. Tan cuidada es la reproducci¨®n de su entorno, que algunos ya crecen a toda velocidad. Casi como si continuaran en el ca?¨®n.
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