Tom¨¢s Segovia piensa con las manos
Uno es de donde hace el bachillerato. Si la frase de Max Aub es cierta, Tom¨¢s Segovia -que conoci¨® en el exilio al autor de El laberinto m¨¢gico- es de todas partes. Naci¨® en Valencia y vivi¨® en Madrid antes de que el golpe de Franco lo expulsara a Francia y Marruecos. All¨ª empez¨® el bachillerato. Lo termin¨® en M¨¦xico, un pa¨ªs en el que este poeta, ensayista y traductor -"mecan¨®grafo", dice ¨¦l con sorna- es una figura que atesora todos los premios posibles, del Octavio Paz al Juan Rulfo. Desde que volvi¨® a Espa?a en 1976, Segovia vive la mayor parte del a?o en Madrid. ?l tiene 80 y el coraz¨®n maltrecho, pero no para. Cuando no escribe en el caf¨¦ Comercial, lo hace en su casa de la calle Ferraz, un quinto piso que se abre a los atardeceres interminables de la Casa de Campo.
La habitaci¨®n en la que trabaja el escritor es un buen retrato de su esp¨ªritu inquieto. En un rinc¨®n, el ordenador en el que se afana con un blog (tomassegovia2.blogspot.com) donde cuelga poemas, comentarios de actualidad, "ocurrencias del momento" y entradas de un cuaderno de notas, "no un diario", que ha ido llevando desde joven y del que la editorial Pre-Textos publicar¨¢ una amplia selecci¨®n este a?o. Junto a la puerta hay, adem¨¢s, un atril en el que reposan una partitura y una flauta. Tom¨¢s Segovia aprendi¨® a tocar por su cuenta, espoleado por Eduardo Mata, el m¨ªtico compositor mexicano que dirigi¨® la Sinf¨®nica de Londres y la Filarm¨®nica de Berl¨ªn y que fue titular de la de Dallas hasta que muri¨® en 1995 al estrellarse la avioneta que ¨¦l mismo pilotaba. "Mata me dijo: 'La flauta dulce la toca cualquiera', y corr¨ª a comprarme una", recuerda Segovia. En medio de una conversaci¨®n que salta de sus a?os de profesor en Princeton a los fundamentos de la democracia, la vista se detiene en un tercer rinc¨®n. No lejos del ordenador hay una mesa de carpintero y un tabl¨®n atiborrado de utensilios para encuadernar. Durante a?os, y a la vez que sus obras aparec¨ªan en editoriales "industriales", ¨¦l ha ido editando sus propios libros para regalar a los amigos. "Desde el Renacimiento", explica, "los artistas han ido separando oficio y creaci¨®n. La c¨²spide de ese proceso es el ready made. Mientras otro trabaja, el artista especula". Cuesti¨®n, tambi¨¦n, de dinero, como recuerda en un ensayo sobre la tipograf¨ªa: "Una obra cuyo valor, incluso monetario, no tiene nada que ver con el precio de sus materias primas ni con el trabajo invertido puede creerse a salvo de la precariedad del ser humano". Otra filosof¨ªa surge de ese banco de madera. Con la cabeza y con las manos: "Tambi¨¦n la carne piensa".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.