Gu¨ªa ultra de Barcelona
-Perdonad, ?no ten¨ªais un busto de Hitler por aqu¨ª?
-Lo hemos vendido ya. Pero nos quedan las jarras de cerveza con el ¨¢guila imperial.
El amable viejecillo nos muestra las jarras que guarda tras el mostrador, y luego se ofrece a ense?arnos los libros. Sin duda, el best seller de esta temporada es Supremacismo jud¨ªo: el poder jud¨ªo en la sombra, que repleta el escaparate de la puerta. Otro volumen asegura en la solapa que el pueblo jud¨ªo "cumple en la humanidad la misi¨®n sagrada y diab¨®lica de corromper y dominar a todos los pueblos". Y varios otros niegan el Holocausto. No, esta no es una tienda normal. Estamos en la librer¨ªa Europa del barrio de Gr¨¤cia, un notorio enclave fascista.
-Digo fascista para entendernos, ?no? Porque hay matices. A m¨ª no me molesta que me digan nazi, pero en realidad sigo la l¨ªnea de Strasser, que propon¨ªa una alianza entre Alemania y la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
-?Y qu¨¦ pas¨® con Strasser?
-Fue apartado del partido y luego asesinado.
-Ya.
Quien habla es Juan Antonio Llopart, portavoz del Movimiento Social Republicano (MSR) y editor de libros de ideolog¨ªa extremista. Llopart publica unos 14 t¨ªtulos al a?o y tira de cada uno alrededor de 300 ejemplares, la mayor¨ªa de los cuales se venden por Internet. Muy pocas librer¨ªas aceptan su cat¨¢logo, y recibe visitas policiales peri¨®dicas. De hecho, tiene un juicio pendiente: el fiscal ped¨ªa cinco a?os de c¨¢rcel para ¨¦l, que de momento, est¨¢n en tres.
Hoy, Llopart me permite acompa?arlo en su itinerario cotidiano. La siguiente parada es la tienda Milit¨¤ria de la calle de Bruc. En Milit¨¤ria es posible comprar un perfil en aluminio de Hitler (450 euros), un anillo del partido nazi en lat¨®n pintado (230 euros) o una chaqueta de la polic¨ªa del Reich (30 euros). Pero legalmente no es una tienda de propaganda nazi, porque tambi¨¦n hay cuadros de Lenin, uniformes del ej¨¦rcito norteamericano e insignias franquistas.
-La mitad de los nazis de este pa¨ªs son freaks de la est¨¦tica militar o skinheads con ganas de soltar mamporros -explica Llopart-. Unos descerebrados que nos hacen muy mala prensa.
-Bueno, pero tambi¨¦n hay cat¨®licos mon¨¢rquicos de toda la vida, ?no?
-Tambi¨¦n. Hay por lo menos siete falanges en este pa¨ªs.
-?Y usted c¨®mo se definir¨ªa en esta variedad?
-Yo ser¨ªa falangista de izquierda.
Hasta donde llego a entender, un falangista de izquierda detesta a la banca, al consumismo y a EE UU, pero tambi¨¦n a los gays, a los extranjeros y a los drogadictos. As¨ª, en algunos panfletos, el MSR denuncia la especulaci¨®n inmobiliaria y la guerra de Irak. Pero en otro, figuran las dos hijas de Llopart alzando su dedo medio contra la adopci¨®n homosexual. Y el propio Llopart arremete contra lo que llama "el lobby maric¨®n". En uno de sus libros, encuentro la imagen m¨¢s clara de su ideolog¨ªa: el cl¨¢sico retrato del Che Guevara, pero con la cruz c¨¦ltica en la boina.
-Y en su ideario -pregunto-, ?qu¨¦ pasa con los inmigrantes como yo? ?Puerta?
-Puerta. Los inmigrantes trabajan por menos dinero, y as¨ª hunden los convenios colectivos. Adem¨¢s, deben volver a sus pa¨ªses a luchar contra el capitalismo.
-Ah. ?Y qui¨¦n va a cuidar a los viejitos europeos?
-Si se revaloriza la familia, y los j¨®venes dejan de perder el tiempo con litronas, decadencia y consumismo, ellos mismos cuidar¨¢n a sus viejitos.
El ¨²ltimo punto de nuestro recorrido es el local del MSR. Cerca de la plaza de Urquinaona, subimos a un peque?o piso de tres habitaciones arrasado y lleno de polvo. En medio de la sala, hecho pedazos, hay un v¨¢ter.
-A veces vienen los anarcos y los antifascistas a reventar el local. Pero no te preocupes, hoy s¨®lo estamos en obras.
Llopart explica que en el MSR militan unas 200 personas. Sus principales actividades son la edici¨®n de libros, revistas y multitud de panfletos que reparten en pueblos y ciudades peque?as. Su objetivo es aparecer en los peri¨®dicos locales, ya que la prensa nacional los ignora sistem¨¢ticamente. En las ¨²ltimas elecciones sumaron 8.000 votos en toda Espa?a. No est¨¢ mal considerando que la extrema derecha en su conjunto no alcanza los 40.000. No tienen un solo representante electo.
Sin embargo, con cierta regularidad surgen en la pol¨ªtica candidatos espont¨¢neos, sin partido ni programa pero con dinero para financiar una peque?a maquinaria bien aceitada. Si sus ejes program¨¢ticos coinciden, grupos como el MSR se convierten en plataformas de esos candidatos. A escala local, pueden tener ¨¦xito (por ejemplo, en Vic, donde es concejal Josep Anglada) porque los votantes buscan respuestas sencillas para problemas complejos, como la inmigraci¨®n, el empleo o la vivienda. Ese es su caldo de cultivo.
-Ustedes y la izquierda antisistema se odian -le comento a Llopart al despedirnos-. Pero en el fondo, no son tan distintos.
Llopart se acerca a un libro y dibuja con el dedo una U en la cubierta.
-La gente suele concebir el espectro pol¨ªtico como una l¨ªnea recta -dice-. En esa figura, la extrema izquierda es lo m¨¢s lejano de la extrema derecha. Para m¨ª, el espectro tiene forma de herradura: cada extremo est¨¢ m¨¢s cerca del otro que del centro.
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