El lugar donde pasan todas las cosas
El Consell Valenci¨¤ de Cultura ha propuesto cambiar el nombre de la plaza del Ayuntamiento de Valencia
Para Mar¨ªa, una mujer de 72 a?os que vive en el barrio de Patraix desde hace 50, cuando lleg¨® a Valencia desde su Cuenca natal, la plaza del Ayuntamiento sigue siendo la plaza del Caudillo. Pero no por una raz¨®n ideol¨®gica, sino "porque la he conocido as¨ª". Sin embargo, la actual plaza que act¨²a como centro neur¨¢lgico de la ciudad ha tenido dos denominaciones diferentes desde que la Corporaci¨®n municipal decidi¨® quitarle el nombre del dictador: plaza del Pa¨ªs Valenciano, desde abril de 1979 hasta julio de 1987, y plaza del Ayuntamiento, desde entonces hasta la actualidad, cuando el Consell Valenci¨¤ de Cultura ha propuesto un nuevo nombre que, "con el consenso institucional y el apoyo de los valencianos", sea el definitivo: plaza del Rei Jaume I.
El CVC sugiere que se llame Jaume I para evitar controversias
Cada cambio de r¨¦gimen supuso un nuevo nombre. Nueve en dos siglos
La plaza de San Francisco, del General Espartero, de la Reina Isabel II, de la Libertad, de Emilio Castelar, de Blasco Ib¨¢?ez, del Caudillo, del Pa¨ªs Valenciano o del Ayuntamiento, como se ha llamado en los ¨²ltimos dos siglos, arrastra una tradici¨®n pol¨¦mica respecto a su denominaci¨®n. "Es l¨®gico, porque se trata, por decirlo de alguna manera, de la plaza del pueblo", afirma el periodista y escritor Rafael Brines. Efectivamente, los edificios que han formado parte de su paisaje a lo largo de los a?os indican que la plaza ha representado, mejor que ning¨²n otro espacio de la ciudad, el reflejo del concepto del ¨¢gora griega o del foro romano. Adem¨¢s del Ayuntamiento de la ciudad, Telef¨®nica, Correos, el Ateneo Mercantil o los bancos y empresas m¨¢s importantes han dotado de un car¨¢cter singular a tan emblem¨¢tico centro urbano.
No siempre fue as¨ª. Hasta finales del siglo XIX, el Mercado Central fue el eje sobre el que se estructur¨® la ciudad, por obvias razones comerciales. Pero, casi por casualidad, el punto de reuni¨®n de las actividades de Valencia se traslad¨® unos metros m¨¢s all¨¢ del lugar donde se enclava la Lonja. Y la plaza de San Francisco, "el resultado de la acci¨®n de hacer y deshacer, porque su configuraci¨®n actual se basa en los derribos de casas y edificios", en opini¨®n de Ricard P¨¦rez Casado, se convertir¨ªa en la aguja del comp¨¢s que iba a trazar el desarrollo demogr¨¢fico de la ciudad. De hecho, en Valencia la numeraci¨®n de las calles siempre empieza por aquel lado de la v¨ªa que se encuentra m¨¢s cercano a la plaza del Ayuntamiento, algo que sucede tambi¨¦n, por ejemplo, en Madrid o Mosc¨².
La importancia de esa plaza en la que pasan todas las cosas, donde se celebra todo, lo bueno y lo malo, las revoluciones y los t¨ªtulos del Valencia, las manifestaciones de protesta y las mascletades, la refuerza el hecho de que no ha tenido una denominaci¨®n estable en los dos ¨²ltimos siglos. Ricard P¨¦rez Casado era teniente de alcalde del Ayuntamiento de Valencia cuando la corporaci¨®n municipal decidi¨® llamarla plaza del Pa¨ªs Valenciano. "Lo hicimos porque nuestra voluntad era la de hacer pa¨ªs y la aceptaron incluso aquellos que no ten¨ªan voluntad de hacerlo", recuerda ahora quien ser¨ªa m¨¢s tarde alcalde de la ciudad durante casi diez a?os. "Los nombres hacen las cosas y, en aquel momento, que el punto de referencia de la ciudadan¨ªa se llamara como el pa¨ªs que empez¨¢bamos a perfilar era muy significativo", rememora. Todos los grupos pol¨ªticos estaban de acuerdo en que la plaza ten¨ªa que romper con la nomenclatura franquista, por la que se hab¨ªa reconocido en los ¨²ltimos 40 a?os, pero nadie imagin¨® "las broncas que luego surgieron por el nombre". Desde la quema de banderas, hasta el boicoteo de actos p¨²blicos o las pintadas en contra de aquel nombre. En julio de 1987, la plaza pas¨® a denominarse como del Ayuntamiento, "un nombre muy pueblerino", en opini¨®n de Brines, aunque presupone que la corporaci¨®n municipal se ubique all¨ª, algo que parece improbable en un futuro m¨¢s o menos pr¨®ximo.
Antes, su nombre pas¨® por el tamiz de los avatares pol¨ªticos. Cada cambio de r¨¦gimen, supon¨ªa una nueva denominaci¨®n para el espacio m¨¢s emblem¨¢tico de ciudad. Con la excepci¨®n de plaza San Francisco, que hac¨ªa referencia a la presencia en ella del convento del mismo nombre, toda la nomenclatura que la ha definido ha tenido tintes pol¨ªticos. Y, en todos los casos, ha suscitado la pol¨¦mica entre partidarios y detractores de cada uno de sus nombres. Ha sido el lugar de disputas de los valencianos, la plaza donde hab¨ªa que estar para protestar, compartir la alegr¨ªa, demostrar inquebrantables adhesiones al r¨¦gimen o celebrar las fiestas. Ahora, el Consell Valenci¨¤ de Cultura propone que, de una vez para siempre, adopte un nombre que acabe con la controversia, algo que ha sido acogido favorablemente por la clase pol¨ªtica, pero que despierta ciertas reticencias entre los comerciantes y asociaciones vecinales, por el coste econ¨®mico que supondr¨ªa el cambio. Pero nadie discute que, por fin, la plaza donde pasan todas las cosas, tenga un nombre que sea del agrado de todos los que viven en la ciudad.
O tal vez s¨ª.
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