"Yo s¨®lo quer¨ªa jugar al f¨²tbol sala"
Marcelo reconoce que todav¨ªa le sorprende haber llegado tan r¨¢pido al Madrid
De cerca, el chico de Botafogo tiene la mirada despejada y la sonrisa franca de las personas que han vivido pocos a?os. "A lo mejor, la barba me hace parecer mayor de lo que soy", medita; "Pepe me dice que la gente no se da cuenta de lo joven que soy. Me ven jugar y piensan que es normal". Marcelo Vieira da Silva es el futbolista m¨¢s novato del Madrid. Naci¨® en mayo de 1988 en R¨ªo de Janeiro, en el barrio costero de Botafogo, y fich¨® por el club madrile?o tras dos a?os en el Fluminense. En la historia del Madrid no hay otro caso igual. Nunca un jugador suramericano debut¨® de blanco despu¨¦s de una trayectoria tan breve. "Fue sorprendente", recuerda Marcelo; "yo pensaba en salir de Brasil, pero nunca tan r¨¢pido. Y mucho menos al Madrid. Pensaba que, de tener opciones, ser¨ªa con m¨¢s experiencia".
"El f¨²tbol es como el teatro. Te equivocas y tienes que cambiar de plan", reflexiona
Lleg¨® a Espa?a hace un a?o, con tiempo de jugar 13 minutos en la ¨²ltima visita del Madrid al Calder¨®n. Ma?ana se enfrentar¨¢ a Maxi Rodr¨ªguez en el que ser¨¢ su segundo cl¨¢sico. "Ser¨¢ un marcaje dif¨ªcil", conjetura; "cuando un extremo se queda en la banda, es m¨¢s f¨¢cil. Pero Maxi siempre se va al medio. Eso te dificulta las cosas porque te obliga a usar la pierna mala para quitarle el bal¨®n".
Marcelo no parece el t¨ªpico lateral largo. Primero, porque, para ser brasile?o, es bastante raro verle subir al ataque. "Necesito un poco m¨¢s de tiempo", explica; "a veces busco el bal¨®n y me voy, me voy..., y me olvido de volver. No me pasa como a Pepe. Cuando se mueve en el campo, se nota que lleva ocho a?os en Europa. Siempre que hace un movimiento queda con ventaja. Yo, a veces, corro en una direcci¨®n y me complico. Heinze y Cannavaro me orientan para que no me pierda. Me gritan: '?Baja!'. '?Vuelve!'. '?Cubre!".
Avisa a los hinchas de que no le ver¨¢n colgar muchos balones. "Pienso en llegar m¨¢s al fondo", dice; "otros laterales centran antes. Adem¨¢s, busco meter el bal¨®n raso porque los marcadores siempre esperan el centro arriba. En el f¨²tbol sala no se centra por arriba apenas. Y yo provengo del f¨²tbol sala".
"Empec¨¦ en el f¨²tbol sala en el Hel¨¦nico, un equipo que disputaba campeonatos de segundo nivel. Era una especie de libero con funciones que no tienen nada que ver con las de un lateral. Me vio el Fluminense y me quiso llevar. Pero a m¨ª no me gustaba el f¨²tbol 11. Mi abuelo Pedro, que fue jugador, me dec¨ªa: 'Ve, que te va a gustar'. Yo me negaba. S¨®lo quer¨ªa jugar al f¨²tbol sala. Pero, al final, jugu¨¦ un campeonato a la fuerza. Me pusieron de extremo y de lateral. Y ah¨ª me qued¨¦".
Su conexi¨®n con Robinho es telep¨¢tica. "Cualquier lateral querr¨ªa jugar con ¨¦l porque sabe qu¨¦ hacer cada vez que tocas el bal¨®n", asegura; "te dirige con los dedos. Por all¨ª, por aqu¨ª, por arriba, por abajo. Recurre mucho a los gestos. Hay uno t¨ªpico. Cuando lo encima el lateral y ¨¦l amaga que se va hacia la derecha, hace un gesto con el dedo para que le tires el bal¨®n por arriba del defensa, a la izquierda. Otras veces hace un gesto con la cabeza que significa que se va, pero vuelve. Es incre¨ªble. Siempre encuentra un espacio".
Marcelo confiesa que tiene una afici¨®n: "Me gusta el teatro. En Brasil iba mucho. Aqu¨ª estoy empezando. El otro d¨ªa vi Closer. Me gusta ir y sentarme a mirar los derroteros de los actores. Disfruto cuando se saltan el gui¨®n y empiezan a cometer errores. Se equivocan y no saben qu¨¦ hacer. Eso en el cine no se ve. Paran y vuelven a grabar. Es muy interesante porque deben improvisar bajo presi¨®n. Igual que en el f¨²tbol. Nosotros nos equivocamos y debemos cambiar de plan continuamente. El teatro y el f¨²tbol son muy parecidos".
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