?Otro 'caso Kennedy'?

A los asesinos de Benazir Bhutto no hizo falta atraparlos, como a Lee Harvey Oswald, porque ellos solos se hicieron saltar por los aires. Pero como en el asesinato de John Kennedy, lo que hay que aclarar es de d¨®nde sali¨® la orden que movi¨® el gatillo. Para la CIA, como para el presidente, Pervez Musharraf, lo f¨¢cil es apuntar a Baitul¨¢ Mehsud, el Bin Laden paquistan¨ª, aunque ¨¦ste lo haya desmentido categ¨®ricamente.

Nadie duda de que Baitul¨¢ y el extremismo isl¨¢mico que se extiende por las zonas tribales de Pakist¨¢n hasta penetrar en el coraz¨®n de sus ciudades odia todo lo que Bhutto representaba: defensa a ultranza de la democracia, liberalismo y acercamiento a Occidente. Sin embargo, la misma ex primera ministra advirti¨® a Musharraf de que si la asesinaban habr¨ªa que buscar al culpable en las altas esferas de los poderosos servicios secretos paquistan¨ªes, para los que ella tambi¨¦n representaba una amenaza.

En teor¨ªa son dos mundos opuestos pero la realidad revela una peligros¨ªsima combinaci¨®n en la que tanto la CIA como Musharraf tienen una parte de responsabilidad. La Agencia de Inteligencia de EE UU por alentar durante la dictadura de Zia ul Haq (1977-1988) las conexiones entre los muyahidin afganos que luchaban contra los invasores sovi¨¦ticos y los agentes y militares paquistan¨ªes. Y Musharraf, por no haber limpiado de radicales las instituciones del Estado y por rescatar a muchos elementos del r¨¦gimen de Zia apartados del poder durante los gobiernos democr¨¢ticos de Bhutto y Sharif.

Asma Yahangir, presidenta de la Comisi¨®n de Derechos Humanos de Pakist¨¢n y relatora de la ONU, no tiene dudas: "Fue el c¨ªrculo de poder de Pakist¨¢n".