Teor¨ªa de Pizarro
Lo que m¨¢s sorprende de Manuel Pizarro, visto en televisi¨®n, es lo menudo que resulta. A su lado, Mariano Rajoy parece un gigant¨®n de cuento de hadas gallego y hasta hace alto a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en las fotos en las que aparecen juntos, cuando Pizarro formaba parte de las famosas c¨¦lulas infiltradas y nunca dormidas del Partido Popular. Yo calculo, para no salirme del formato, que el nuevo h¨¦roe medi¨¢tico es casi tan bajo como el Shark de la serie de La Sexta, y los comunic¨®logos de G¨¦nova deber¨ªan evitar a toda costa, como con el fiscal ¨²nicamente desagradable, los planos generales, tan proclives a las comparaciones odiosas, y concentrarse en los primeros planos.
M¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ maquillar en pantalla esa prosodia soberbia y siempre cortante, hu¨¦rfana de oraciones subordinadas, un pel¨ªn estridente y aguda, de los que siempre estuvieron acostumbrados a vivir la calle presidiendo consejos de administraci¨®n y con el ¨²ltimo turno de palabra. A veces, cuando Pizarro est¨¢ callado y en segundo plano, me recuerda la jeta torcida del vicepresidente Dick Cheney, otro memorable personaje en la triunfante l¨ªnea antip¨¢tica de Shark y House. Pero a diferencia de Rajoy y Cheney, Pizarro no suda en los primeros planos y eso es una ventaja en los m¨ªtines populares de los polideportivos, que s¨®lo se consigue al cabo de haber hecho sudar la gota gorda a sus consejos de administraci¨®n.
La manera chulesca y Shark, digamos tan sarkozyana, que en la ceremonia bautismal tuvo de retar al vicepresidente econ¨®mico, promete el ¨²nico espect¨¢culo de la campa?a. Pizarro vs. Solbes. Las lentorras, buenistas y sensatas oraciones subordinadas de raza macroecon¨®mica de Solbes, en estilo calmado e ilustrado del doctor Grissom, contra esa macroeconom¨ªa acelerada, agresiva y de frase rotunda de esos nuevos h¨¦roes televisivos cuyo nombre empieza por Shark.
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