Ejercicio de introspecci¨®n
Para un artista pl¨¢stico tan polifac¨¦tico como Frederic Amat debe de ser muy tentador llevar a escena un poema que resume en su t¨ªtulo la superposici¨®n de todos los colores y que se desdobla en tantos poemas al mismo tiempo. Seg¨²n las indicaciones de Octavio Paz, su autor, y dada la peculiar tipograf¨ªa del texto en la edici¨®n original, Blanco puede leerse de varias maneras: en su totalidad, como un solo poema; como tres, siguiendo la columna de la derecha, la del centro y la de la izquierda; como 14 poemas independientes, pues las columnas laterales contienen tambi¨¦n cuatro poemas cada una, y la central, seis. Para expresar tantas posibilidades, aunque se decante por la primera opci¨®n, Amat se ha rodeado de tres voces distintas y de dos m¨²sicos que se complementan, cinco artistas que esc¨¦nicamente rodean a su vez sus propias im¨¢genes, que van apareciendo proyectadas en el centro del escenario, junto a algunos versos sueltos de Blanco, al ritmo de las palabras y de la m¨²sica.
BLANCO
De Octavio Paz. Direcci¨®n, espacio esc¨¦nico e im¨¢genes: Frederic Amat. Int¨¦rpretes: Mario Gas, Llu¨ªs Homar, Paco Ib¨¢?ez. M¨²sicos: Pascal Comelade, Pep Pascual. Iluminaci¨®n: Albert Faura. Edici¨®n y proyecci¨®n visual: Eugenio Szwarcer. Dise?o de sonido: Roc Mateu. Teatre Lliure, Espai Lliure. Barcelona, 17 de enero.
Octavio Paz habla de "sucesi¨®n de signos", de "viaje inm¨®vil", y destaca la dualidad entre el orden temporal y el discurso espacial del texto. Amat parece acogerse a estas pistas y los signos se van sucediendo: tras la voz grabada del poeta diciendo sus primeros versos, los tres actores se turnan en la lectura del resto del texto (Mario Gas, la voz m¨¢s poderosa e intencionada; Llu¨ªs Homar, la m¨¢s neutra; Paco Ib¨¢?ez, la m¨¢s t¨ªmida) con los acordes de Pascal Comelade al piano y los sonidos instrumentales de Pep Pascual, pero Amat deja que el espectador escoja el destino de ese viaje inm¨®vil desde su butaca.
Su lectura personal ha de entenderse en esas im¨¢genes que nos ofrece, figuras a menudo tan cr¨ªpticas que parece que no quiera compartir su experiencia con el p¨²blico. El montaje es sobrio, elegante pero tambi¨¦n mon¨®tono, sin sorpresas ni riesgo, sin una apuesta clara por algo concreto; un ejercicio de introspecci¨®n que poco aporta al que cada uno pueda hacer leyendo y releyendo el texto en casa. Porque ¨¦ste es un texto que requiere volver a ¨¦l para poder asirse a algo tangible, una acci¨®n posiblemente m¨¢s acorde con una sala de exposiciones que con un escenario.
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