...Aqu¨ª

Cuando se viene del tr¨®pico, cada estaci¨®n parece que durase un a?o. El a?o se multiplica por cuatro y con ¨¦l la distancia. "Piensas en el buen clima. En tu familia, en tus amigos. Si pudiera estar¨ªa ahora mismo all¨ª, pero no puedo. Tengo que ahorrar", comenta la colombiana Sandra Milena Zuleta, de 29 a?os, auxiliar de odontolog¨ªa en una cl¨ªnica de Madrid. Del giro que env¨ªa mensualmente a Medell¨ªn dependen su madre, su hermano y su abuelo. Desde los 15 a?os es la cabeza de la familia. "Mi padre nos abandon¨® y me toc¨® asumir la responsabilidad. En esos d¨ªas, mataron a mi hermano peque?o en un tiroteo. A veces me pregunto cu¨¢ntos a?os tendr¨¦ que trabajar para salir adelante. ?ltimamente me siento cansada", agrega a la salida de su trabajo, en el barrio de El Pilar.

Sandra lleg¨® a Madrid hace cinco a?os de la mano de su t¨ªa, Roc¨ªo Zuleta, de 38. Ambas intentaron varias veces emigrar a EE UU, pero les denegaron el visado. Sus motivos para viajar: progresar, ayudar a su familia y olvidar a un ex novio. All¨ª vend¨ªa electrodom¨¦sticos y ganaba el equivalente a 100 euros al mes. Aqu¨ª comenz¨® ganando cinco veces m¨¢s. "Mi primer trabajo fue en la limpieza. En Medell¨ªn te dec¨ªan que Madrid era una ciudad maravillosa, que era f¨¢cil encontrar empleo... Nadie te hablaba de la soledad. Al principio me deprim¨ª. Me dec¨ªa: 'No voy a aguantar esto".

Entonces ya enviaba dinero, el 30% de su sueldo. "Ahora voy un poco justa porque les estoy reformando la casa. Voy a terminarla, aunque me salgan canas. Hace poco estuve all¨ª y me parti¨® ver que la nevera estaba atada con una cuerda". Su jornada de trabajo suele ser de 12 y 13 horas; las asume para ahorrar un poco m¨¢s.

Antes de venir a Espa?a, Sandra fue la ¨²nica superviviente de un accidente de coche. "Iba con mi t¨ªa Dora, una de las primeras que tuvo que emigrar. Le enviaba dinero a toda la familia... Hab¨ªa regresado para quedarse", recuerda, mientras piensa en su futuro. "Quiero tener una casita en Medell¨ªn para cuando me canse, para pasar mi vejez". Su t¨ªa Roc¨ªo, la responsable de que est¨¦ en Madrid, ya no quiere volver. "Tengo mi vida aqu¨ª", afirma. Sus razones: dos hijos madrile?os y su pareja, tambi¨¦n madrile?o. Ella y su sobrina han compartido habitaciones min¨²sculas y trabajos de limpieza. Ahora se ven poco, a pesar de que viven en la misma ciudad.

"Mi vida gira en torno a mi chico y a mis hijos. Del trabajo a la casa. Vine a Madrid con la idea de ahorrar para luego viajar a Estados Unidos. Ya no me quiero mover. Ni siquiera a Medell¨ªn; all¨ª s¨®lo ir¨ªa de vacaciones", comenta. Pero a¨²n no sabe si se siente parte de la ciudad. "He conocido personas que me han dicho que me marche, que no le gustan los extranjeros. Me siento parte de mi n¨²cleo familiar", agrega. Su hijo Daniel, de tres a?os, asiste a una escuela p¨²blica. La mayor¨ªa de sus compa?eros son inmigrantes.

"Cuando llegu¨¦ enviaba dinero todos los meses; ahora, cuando puedo. Muchas veces me entran remordimientos", confiesa. Hace poco estuvo en Medell¨ªn y a los pocos d¨ªas quer¨ªa regresar a Madrid. "Sent¨ª temor porque en el barrio secuestraron a una chica que hab¨ªa viajado con su ni?a espa?ola. No s¨¦ por qu¨¦ all¨¢ tienen la idea de que uno est¨¢ forrado". Ella, como su sobrina Sandra, tambi¨¦n trabaja como auxiliar de odontolog¨ªa. Quiz¨¢s por ello las admiran.

"Y todo porque no nos dedicamos a la prostituci¨®n. Tengo amigos madrile?os y nunca me he sentido discriminada. Siempre hay alguien que te pregunta si tienes una raya de coca. Ya me lo tomo a broma", detalla Sandra. En su caso, Colombia todav¨ªa le tira, a pesar de las desigualdades que ahora ve con nitidez. "Me sorprendi¨® la pobreza, los ni?os de la calle. Era como si viera todo por primera vez", recuerda. El d¨ªa que lleg¨® la esperaba toda su familia. Quer¨ªan ver a la hija que hab¨ªa triunfado en Madrid.