"Para nosotros seguir¨¢ siendo Adolfito"

Villamuriel del Cerrato, Palencia, un pueblo de 6.000 habitantes, recibi¨® el s¨¢bado con sorpresa la noticia de que el nuevo general de los jesuitas fuera su paisano, un hombre "discreto", como lo definen sus vecinos, que visita el pueblo con regularidad.

"Para nosotros seguir¨¢ siendo Adolfito, porque as¨ª es como le llam¨¢bamos cuando era peque?o y as¨ª le llamamos la ¨²ltima vez que nos visit¨®, hace seis a?os", dice Amelia Pinacho, vecina del nuevo papa negro. Amelia muestra orgullosa una foto del jesuita hecha a la puerta de su casa. La familia de Amelia Pinacho, que ya ronda los 75 a?os, le considera "sencillo" y "cercano", que cada vez que visitaba el pueblo, recuerda, jugaba con todos sus hijos "porque le encantan los ni?os".

La hija mayor, que lleva el nombre de su madre, dice que el coraz¨®n le "dio un vuelco" cuando vio la noticia por la tele y exclam¨®: "Anda, pero si es Adolfito", el mismo que tra¨ªa regalos para todos siempre que visitaba el pueblo, como esa virgen de seda que tiene en su habitaci¨®n y que ahora parece cobrar un valor sentimental distinto. "Me gustaba hablar con ¨¦l de psicolog¨ªa", dice, porque "es una persona muy preparada, aunque en el trato con nosotros se mostraba siempre muy pr¨®ximo". La familia casi al completo recuerda "los juegos de magia que nos hac¨ªa", y las cartas que enviaba desde Asia felicitando las pascuas y preguntando de paso por el conjunto familiar. "Siempre que ven¨ªa se hospedaba en nuestra casa", dice la madre, y sol¨ªa estar entre diez y quince d¨ªas, repartidos con la localidad natal de su madre, Villalaco, a 38 kil¨®metros de Villamuriel, el pueblo donde Renault instal¨® una de sus factor¨ªas. "Aunque nos contaba que por los pa¨ªses por donde andaba se consideraba un manjar comer ratones pelados untados en miel, a ¨¦l le segu¨ªan gustando el lechazo y los berros", dice Amelia, que tiene un prop¨®sito claro: "Si Dios me da salud, iremos a verle a Roma".