Kapuscinski contra la manipulaci¨®n
El gran periodista polaco Ryszard Kapuscinski, de cuya muerte se cumple hoy un a?o, se plante¨® preguntas como ¨¦sta: "?Sabemos a qui¨¦n definir¨¢ la historia como terrorista y a qui¨¦n como combatiente?"
Para muchos periodistas del mundo, Ryszard Kapuscinski era un maestro, una br¨²jula, incluso un ¨ªdolo. Hoy, despu¨¦s de hacer muchos viajes y mantener muchas conversaciones, ya no estoy tan seguro de hasta qu¨¦ punto se le conoc¨ªa, hasta qu¨¦ punto hab¨ªa calado su mensaje (o sus mensajes). Uno de mis interlocutores, que hab¨ªa colaborado con Kapu y que dec¨ªa "idolatrarlo", se indign¨® cuando lo califiqu¨¦ como hombre de izquierdas. "?C¨®mo, si era un dem¨®crata!", estall¨®.
En la d¨¦cada de los 70, Kapuscinski escribi¨® un libro (todav¨ªa no traducido a otras lenguas) que parece clave para comprender su cosmovisi¨®n, su sensibilidad social y su empat¨ªa como m¨¦todo y actitud. Se titula Cristo con un fusil al hombro. Cristo con un fusil... ?C¨®mo suena esta expresi¨®n hoy, cuando una figura religiosa con un arma se asocia con el terrorismo?
El rebelde es alguien que puede tener y esgrimir razones. El terrorista es un asesino sin m¨¢s
Estaba horrorizado ante el washingtoniano "partido de la guerra", como lo estaba ante Al Qaeda
La primera edici¨®n de Cristo... exhib¨ªa en la contraportada: "Poco despu¨¦s de la muerte del Che Guevara, el pintor revolucionario argentino Carlos Alonso pint¨® un cuadro que inmediatamente se hizo famoso en toda Am¨¦rica Latina. (...) Alonso hab¨ªa pintado una figura de Cristo con un fusil al hombro, figura que, por su aspecto y su atuendo, recordaba a un guerrillero. (...) El cuadro se ha convertido desde entonces en el s¨ªmbolo art¨ªstico del luchador, del guerrillero, del hombre que, arma en mano y en las peores condiciones, combate la violencia y la arbitrariedad en su lucha por un mundo diferente, justo y bueno con todos los seres humanos".
Para ser rigurosos, no fue Guevara sino el sacerdote Camilo Torres, abatido a tiros arma en mano, quien hab¨ªa hecho de prototipo de aquel Cristo. Sin embargo, s¨®lo la muerte del Che dio comienzo a la leyenda que durante d¨¦cadas inspir¨® a j¨®venes rebeldes de los pa¨ªses del Sur, a los que est¨¢n dedicados los reportajes reunidos en este volumen.
Kapuscinski est¨¢ del lado de los protagonistas de sus relatos. Incluso cuando pregunta a unos combatientes palestinos por qu¨¦ organizan acciones armadas en las que mueren civiles, comprende sus razones. Despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, a hombres as¨ª se los suele llamar "terroristas", a todos, al por mayor. Hace a?os se los llamaba "rebeldes", "partisanos", "guerrilleros"... El rebelde o el guerrillero es alguien que puede tener y esgrimir razones. El terrorista es un asesino que no merece ninguna comprensi¨®n. La lengua cambia nuestra percepci¨®n del mundo: he aqu¨ª una de las primeras lecciones que se sacan de la lectura de Cristo...
Como testigo de la descolonizaci¨®n, Kapuscinski observ¨® el ascenso al poder de no pocos l¨ªderes "terroristas": Ahmed Ben Bella, Men¨¢jem Beguin, Anuar el Sadat, Jomo Kenyatta... Hoy nadie se atrever¨ªa a llamar "terroristas" a estos l¨ªderes, que, ungidos por la historia, son h¨¦roes de sus respectivos pa¨ªses, culturas y ¨¦pocas.
Otra lecci¨®n de Kapuscinski: ?Sabemos a qui¨¦n la historia y la memoria colectiva acabar¨¢n definiendo como terrorista y asesino, y a qui¨¦n como combatiente o incluso h¨¦roe? ?Sabemos lo suficiente de las tragedias vividas por la gente en los lugares m¨¢s remotos del mundo como para dictar sentencias al por mayor? Y, sin embargo, no ten¨ªa ninguna duda de que la violencia y la guerra como m¨¦todo de dirimir diferencias era un c¨ªrculo vicioso.
Sin glorificar la violencia pol¨ªtica, siempre reconstruye las situaciones que la han creado. "En unas condiciones como las de Guatemala [durante la guerra fr¨ªa, A. D.], toda discusi¨®n acerca de la legitimidad o ilegitimidad de los m¨¦todos del llamado terror individual carece de sentido, porque en aquel pa¨ªs es el ¨²nico m¨¦todo de lucha posible, m¨¢s a¨²n, es la ¨²nica forma de autodefensa".
Es f¨¢cil mostrarse contrario a la violencia "en abstracto". Sin embargo, cuando el poder extermina a grupos enteros de la poblaci¨®n, las cosas se complican. Aquel que cree que nunca ser¨ªa capaz de meterse en la piel de un "terrorista" deber¨ªa leer La muerte de un embajador, sobre la Guatemala de la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa. A¨²n con mayor contundencia que en otros reportajes, Kapuscinski se muestra en ¨¦l como portavoz de un rinc¨®n olvidado del mundo donde se perpetr¨® un crimen por encargo del "buen" Occidente. En la introducci¨®n (que por primera vez se public¨® por separado, en 1970, como Por qu¨¦ mataron a Karl von Spreti), escribi¨® que Guatemala era "el Vietnam de Am¨¦rica Central"; "un Vietnam que Estados Unidos no quiere reconocer, para no crear un contagioso y molest¨ªsimo ejemplo de naci¨®n que lucha por su libertad dentro de la esfera del dominio de Washington".
Era cronista y abogado de conflictos como aqu¨¦l, que nadie parec¨ªa advertir ni intentaba entender. ?Cu¨¢nto se ha escrito sobre los cr¨ªmenes de Pinochet en Chile, con sus varios miles de asesinados y desaparecidos? ?Y cu¨¢nto sobre los cr¨ªmenes perpetrados por los militares guatemaltecos, que exterminaron a 200.000 personas. A todas luces, las public relations de Guatemala dejaban mucho que desear. Hoy, despu¨¦s de 40 a?os de tiran¨ªas anticomunistas, es un pa¨ªs de tierra quemada.
Cuando escrib¨ªa su reportaje, no pod¨ªa conocer el n¨²mero de los muertos. Sin embargo, hab¨ªa previsto el silencio que envolver¨ªa a Guatemala (y que dura hasta hoy, interrumpido muy de vez en cuando por noticias de prensa estremecedoras). "He escrito sobre Guatemala, que ha sido uno de los pa¨ªses m¨¢s desgraciados de Am¨¦rica Central, de toda Am¨¦rica Latina (...). He explicado en qu¨¦ contexto se produjo el asesinato del embajador, que en ese momento manten¨ªa excelentes relaciones con el r¨¦gimen. Un r¨¦gimen atroz y dictatorial. Al tiempo que condenaba el asesinato en s¨ª, expliqu¨¦ en qu¨¦ situaci¨®n se hab¨ªa producido. ?ste es un libro contra la manipulaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica mundial por parte de nosotros, los periodistas".
Los mecanismos y la mentalidad de la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa, ?no recuerdan a los que se pueden observar en la actual "guerra contra el terrorismo"? En un momento nos topamos con una frase que parece sacada de los peri¨®dicos de hoy: alude a los agentes de la CIA "ocupados en propagar la democracia".
De sus experiencias de reportero en el Tercer Mundo, pronto sac¨® la conclusi¨®n de que la observaci¨®n del mundo a trav¨¦s de las gafas impuestas por la divisi¨®n de la guerra fr¨ªa, entre Este y Occidente, entre comunismo y capitalismo, oscurec¨ªa la imagen en vez de esclarecerla. Consideraba mucho m¨¢s importante y mejor planteada la perspectiva Norte-Sur, divisi¨®n entre el mundo de la opulencia y el de la pobreza y la exclusi¨®n, con todas sus consecuencias.
Creo que sobre todo por eso, porque hab¨ªa visto demasiadas cosas en su ¨¦poca de reportero en el Tercer Mundo, nunca comparti¨® el entusiasmo por el capitalismo, ni por las modernas ideas de "difundir la democracia" entre los "salvajes", ni por los EE UU como el imperio.
Tambi¨¦n comprend¨ªa que nuestro "mejor" mundo estaba fuertemente implicado en la aparici¨®n de "Mahoma con un fusil", tema que trat¨® ampliamente en las entrevistas. Estaba horrorizado ante el washingtoniano "partido de la guerra". Igual de horrorizado estaba ante Al Qaeda, a la que, m¨¢s que una organizaci¨®n, consideraba "una actitud, una mentalidad", un "intento de arrojar al infierno a todos los que no comparten su misma visi¨®n del mundo".
No le ha dado tiempo a escribir ning¨²n texto de cierta envergadura en torno a este gran tema de nuestra contemporaneidad. ?Cu¨¢les son las diferencias entre el Cristo con un fusil de los a?os 60 y 70 y el Mahoma con un fusil de hoy? ?D¨®nde buscar criterios delimitadores entre una lucha armada leg¨ªtima -aunque nunca buena- y la atrocidad del terrorismo, el cual no es, ni mucho menos, tan s¨®lo un arma de los d¨¦biles?
No ha dejado ninguna clave universal, pero sus libros, esbozos, entrevistas y declaraciones permiten plantear muchas preguntas fundamentales, tanto por el meollo de los conflictos de hoy como por la manera de enjuiciarlos.
Traducci¨®n de Agata Orzeszek.
Artur Domoslawski es escritor y periodista polaco de la Gazeta Wyborcza. En la actualidad prepara una biograf¨ªa de Kapuscinski.
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