La ca¨ªda
Esta vez, se acab¨® de verdad. El "guerrero", como le rebautiz¨® orgullosamente Diliberto, se ha detenido. Triste destino el de Romano Prodi. El ¨²nico dirigente pol¨ªtico de centro-izquierda que ha logrado ganar a Silvio Berlusconi en dos ocasiones, pero, por una u otra raz¨®n, no ha conseguido gobernar m¨¢s de 600 d¨ªas. El Profesor ha luchado hasta el final, ha devuelto una brizna de orgullo y una pizca de dignidad al sector de la coalici¨®n que le ha apoyado hasta el ¨²ltimo instante. Pero en el Senado, su aut¨¦ntico Vietnam, no ha podido hacer nada contra el fuego amigo de los protocomunistas como Turigliatto, los transformistas habituales como Mastella y los seudoliberales como Dini.
Se cumple as¨ª el destino de un Gobierno que ha acabado por pagar un precio, en imagen y credibilidad, mucho m¨¢s alto del que correspond¨ªa a sus verdaderos dem¨¦ritos. El saneamiento de las cuentas p¨²blicas en apenas a?o y medio es un resultado real, que por s¨ª solo deber¨ªa bastar para no considerar ni mucho menos in¨²til la breve y conflictiva etapa del prodismo de combate.
Es cierto que Prodi ha cometido muchos errores. Si despu¨¦s del voto de la primavera de 2006 hubiera aceptado la idea de que no hab¨ªa arrasado en unas elecciones que, en definitiva, hab¨ªan acabado en empate, y hubiese dejado a la oposici¨®n, por lo menos, la presidencia de una de las dos c¨¢maras del Parlamento, tal vez hoy estar¨ªamos contando otra historia. Si hubiese sabido controlar a los gigantes y los enanos de la Uni¨®n, en conflicto permanente, con la misma actitud decidida que en estos tres ¨²ltimos d¨ªas de crisis, quiz¨¢ no habr¨ªa acabado cayendo derribado por sus propios aliados. Si hubiera comprendido de verdad lo irreductibles e instrumentales que eran la opci¨®n de cambio impulsada por el grupo del ministro de Justicia Mastella y la manipulaci¨®n de los parlamentarios por parte del ex primer ministro Lamberto Dini, es posible que hoy nos hubi¨¦ramos ahorrado el espect¨¢culo, indecente para los parlamentarios y humillante para los electores de un Palazzo Madama convertido en taberna, entre insultos, escupitajos y jarras de espumoso.
Pero el hombre es as¨ª. Al final ha prevalecido la l¨ªnea del "mejor perder que perderse". Mejor afrontar la derrota a rostro descubierto, dar a conocer al pa¨ªs los nombres y apellidos de los conjurados que han acabado con el Gobierno y de los malvados que han hecho que Italia sea ingobernable, elaborando al final de la legislatura pasada una reforma electoral vergonzosa que ayer, sin ir m¨¢s lejos, provoc¨® el ¨²ltimo cortocircuito insostenible: ganar el voto de confianza en la C¨¢mara y perderlo en el Senado.
Ahora que el ciclo de Prodi ha llegado a su fin, lo que comienza es una aventura en tierra ignota. Es lo que Giulio Tremonti llam¨® la "crisis perfecta", en la que nadie controla nada y nadie sabe c¨®mo salir. En el terreno pol¨ªtico-institucional no quedan m¨¢s que escombros. Es impensable que vuelva a encarg¨¢rsele el Gobierno a Prodi. Para un Gobierno t¨¦cnico-institucional en manos del presidente del Senado, Franco Marini, los m¨¢rgenes son muy estrechos. En el centro-izquierda no se observan salidas unitarias: la Cosa Roja (el conjunto de partidos y fuerzas pol¨ªticas que se sit¨²an a la extrema izquierda de la coalici¨®n) del presidente de la C¨¢mara, Fausto Bertinotti, ha recuperado la alegre e inconsciente adolescencia de estar fuera del Gobierno y tener las manos libres; el neonato Partido Democr¨¢tico del alcalde de Roma, Walter Veltroni, sufre el mayor coste al caer en el abismo del Gobierno y correr el peligro de ver c¨®mo se transforma su leg¨ªtima "vocaci¨®n mayoritaria" en una traves¨ªa del desierto incierta y solitaria.
Por el contrario, en el centro-derecha, dividido en mil pedazos hasta hace s¨®lo dos semanas, se ve ahora un horizonte unitario. Y sobre todo, vuelve a abrirse el camino hacia el Palazzo Chigi. Ser¨¢ dif¨ªcil, si no imposible, que incluso el presidente de la Rep¨²blica, Giorgio Napolitano, logre detener la m¨¢quina de guerra de Berlusconi, que el hombre de Arcore quiere lanzar como sea hacia unas elecciones anticipadas. Con numerosos gui?os a la crisis de los salarios, la quiebra de los mercados, el refer¨¦ndum sobre la reforma de la ley electoral. Me temo que est¨¢ a punto de empezar una nueva pel¨ªcula: Berlusconi 3. La venganza. O el eterno regreso. Con la misma ley electoral actual que ha aniquilado el sistema republicano. Con otro Ej¨¦rcito Brancaleone, que ir¨¢ desde los neofascistas de Tilgher hasta los populistas cat¨®licos de Mastella, en el que quiz¨¢ coincidir¨¢n el subversivo paduano de la Liga Norte Umberto Bossi y el traidor toscano Lamberto Dini. Con el en¨¦simo revoltijo de partidos medianos y micropartidos que, para garantizar la propia supervivencia, no dudan en tener como reh¨¦n a todo un pa¨ªs. Pobre Italia. Se merec¨ªa algo m¨¢s.
Massimo Giannini es subdirector de La Repubblica. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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