La cara oculta de Facebook
Los millones de usuarios de la red social est¨¢n desprotegidos ante los posibles fisgones
Robbie Harbour, Ryan Raisch y Eric Gustafson tienen tres cosas en com¨²n. Son estadounidenses, viven en Bozeman, un pueblo del Estado de Montana, y forman parte del network hom¨®nimo en la red social online Facebook. En su comunidad real, que no llega a los 30.000 habitantes, trabajan, estudian, acuden al centro comercial para hacer la compra o van al cine con sus amigos. Pero es en la comunidad virtual, que agrupa a m¨¢s de 8.000 residentes en ese pueblo y sus alrededores, donde a diario intercambian informaci¨®n sobre su vida, gustos y aficiones.
Sabemos, por ejemplo, que Gustafson cumpli¨® 22 a?os el pasado 8 de enero, que es un f¨ªsico reci¨¦n licenciado en busca de trabajo; que tiene una "orientaci¨®n pol¨ªtica liberal", le gustan las pel¨ªculas de David Lynch y se relaciona con 35 personas. Pero ser¨ªa suficiente seguir su vida virtual durante una semana para conocerle casi como su madre.
60.000 internautas pidieron al portal que no compartiera datos de sus compras
Y es que los m¨¢s de 59 millones de usuarios de Facebook, nacida en 2004 de la mano de Mark Zuckerberg, un estudiante que quer¨ªa crear una especie de anuario del colegio, corren el riesgo de estar siendo espiados o estudiados. Porque el sentido de este lugar de encuentro virtual es precisamente el intercambio de experiencias reales. Muy pocos mienten o se registran bajo nombre falso. As¨ª lo hace tambi¨¦n la mayor¨ªa de sus m¨¢s de 220.000 usuarios espa?oles. ?Es de Madrid y desea hacer amigos? ?Estudi¨® en la Universidad de Granada en 1982 y quiere localizar a sus antiguos compa?eros? Facebook pretende ser una "herramienta para descubrir a la gente que nos rodea".
A la hora de crear un perfil, los usuarios pueden agregar, bajo su responsabilidad, informaci¨®n personal detallada, desde un curr¨ªculum vitae hasta sus h¨¢bitos alimenticios. Pero as¨ª pueden tambi¨¦n empezar los problemas. Porque los datos que se suelen considerar confidenciales se convierten de repente en informaci¨®n p¨²blica. Si se considera, adem¨¢s, que esos h¨¢bitos pueden marcar unas pautas, por ejemplo, en el comportamiento de la poblaci¨®n universitaria, se convierten tambi¨¦n en material sociol¨®gico muy valioso.
"Facebook no tiene la obligaci¨®n de adaptar su pol¨ªtica de privacidad a la ley espa?ola porque no procesa los datos en Espa?a", explica el abogado Alonso Hurtado, del estudio X-Novo. Lo mismo ocurre en otros pa¨ªses, por lo que los expertos coinciden en que el portal puede ser utilizado como una herramienta de segmentaci¨®n para eficaces campa?as de marketing e incluso para tesis acad¨¦micas. No es ciencia-ficci¨®n. Hace unas semanas, unos investigadores de la Universidad de California, en Los ?ngeles, y de Harvard empezaron a estudiar una clase de alumnos de primero de carrera a trav¨¦s de esta web para "analizar la informaci¨®n que dan de s¨ª mismos y c¨®mo se relacionan entre ellos", en palabras de Nicholas Christakis, un miembro del equipo. S¨®lo hay un detalle at¨ªpico: los estudiantes no saben que est¨¢n siendo observados. En Facebook aseguran que no hay ninguna cl¨¢usula que proh¨ªba estudios sociol¨®gicos. Porque el ¨²nico l¨ªmite de privacidad lo imponen los usuarios.
Es verdad. Pese a que darse de baja puede resultar largo y aparatoso, esos mismos usuarios -que en Espa?a incluyen a representantes pol¨ªticos como Rajoy y Llamazares- deciden en qu¨¦ grupo quieren entrar a formar parte y qu¨¦ tipo de informaci¨®n compartir. En cualquier caso, para Arturo Paniagua, miembro de Hipertextual, compa?¨ªa editora de blogs, "Facebook sit¨²a siempre a sus usuarios demogr¨¢ficamente y geogr¨¢ficamente". ?Estamos ante el en¨¦simo Gran Hermano de la Red? De momento, algunas asociaciones estadounidenses de internautas se han rebelado contra los gestores del portal, valorado en 8.750 millones de euros. En diciembre, m¨¢s de 60.000 usuarios exigieron que la empresa retirara un sistema publicitario con el que compart¨ªa datos de sus compras. Acto seguido, Facebook anunci¨® que pedir¨¢ el consentimiento de cada perfil antes de hacer p¨²blica esa informaci¨®n. "Por eso", destaca Paniagua, "es importante leer siempre la letra peque?a. El usuario medio no lo suele hacer y acaba picando". Como en la vida real.
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