El drama de Gaza
La reciente gira de George Bush por Oriente Medio puso al descubierto las contradicciones de la pol¨ªtica exterior de la Casa Blanca en la regi¨®n. Por un lado, insisti¨® en el peligro del programa nuclear iran¨ª. Por otro, apoy¨® las objeciones del primer ministro israel¨ª Ehud Olmert al desmantelamiento de los asentamientos ilegales y la negociaci¨®n sobre Jerusal¨¦n Este. ?Qu¨¦ poco ha durado la nueva hoja de ruta pactada en An¨¢polis en noviembre! Por ¨²ltimo, tras la visita de Bush, Israel continu¨® con el bloqueo de Gaza, lo que ha llevado a la poblaci¨®n de la franja al desastre humanitario, mientras el Ej¨¦rcito prosigue con el acoso militar a los dirigentes de Ham¨¢s, provocando decenas de v¨ªctimas.
La poblaci¨®n de Gaza est¨¢ condenada a la desesperaci¨®n, antesala de la violencia
La gira no fue, pues, una apuesta por la paz, sino que ten¨ªa otros objetivos: visualizar la estrecha alianza de Bush con Tel Aviv, fortalecer los v¨ªnculos -y la venta de armas- con las monarqu¨ªas del Golfo y poner en la picota al r¨¦gimen de Teher¨¢n.
En Tel Aviv George Bush declar¨® que ve¨ªa "una nueva oportunidad para la paz". Lo mismo afirm¨® en el discurso sobre el Estado de la Uni¨®n: "Haremos todo lo que podamos para lograr un acuerdo de paz que defina un Estado palestino para fin de a?o". La realidad, sin embargo, es tozuda y desmiente estas afirmaciones. Fatah, apoyado por la comunidad internacional, y Ham¨¢s, que venci¨® en las elecciones de enero de 2006 y controla Gaza pero no cuenta con el respaldo internacional, se disputan a tiros el liderazgo palestino; el Ej¨¦rcito de Israel prosigue sus acciones militares en los Territorios Ocupados; y la poblaci¨®n palestina se sume en la desesperaci¨®n ante la indiferencia de todo el mundo.
En su informe de 2007, Amnist¨ªa Internacional denunciaba que, en 2006, m¨¢s de 650 palestinos ("la mitad de ellos civiles desarmados, unos 120 menores"), el triple que en 2005, y 27 israel¨ªes ("incluido un menor y seis soldados") perdieron la vida violentamente. En 2007, la violencia se cobr¨® nuevas v¨ªctimas, continuaron los asentamientos ilegales, la construcci¨®n del muro, el bloqueo militar y el embargo, las restricciones a la libertad de circulaci¨®n de la poblaci¨®n palestina y la confiscaci¨®n israel¨ª de los derechos de aduana palestinos. Todo ello ha provocado un deterioro considerable de las condiciones de vida de la poblaci¨®n, hasta tal punto que "la pobreza, la dependencia de la ayuda alimentaria, los problemas de salud y el desempleo alcanzaron proporciones de crisis", que se vio agravada por el "aumento de la violencia entre facciones pol¨ªticas rivales palestinas" a mediados de 2007.
La situaci¨®n de desprotecci¨®n y negaci¨®n de los derechos humanos de la poblaci¨®n en Gaza ha alcanzado tales niveles que la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Pr¨®ximo) hizo una llamada de urgencia (Emergency Appeal 2007) a la comunidad internacional para paliar la crisis humanitaria que se avecinaba. En 2008, la UNRWA ha reiterado (Emergency Appeal 2008) la dram¨¢tica situaci¨®n de Gaza (1,5 millones de habitantes, de los cuales un mill¨®n son refugiados), denunciando los "deplorables niveles de penalidad y desesperaci¨®n" de una poblaci¨®n sometida a un "bloqueo feudal", que incluye el cierre de fronteras, la falta de ayuda humanitaria, las restricciones el¨¦ctricas y la falta de combustible, y solicita la ayuda internacional para hacer frente a las necesidades de un 40% de la poblaci¨®n que vive en condiciones extremas de pobreza y sin la posibilidad de encontrar empleo.
Pero la crisis humanitaria ya ha llegado y hace unos d¨ªas una poblaci¨®n desesperada, las v¨ªctimas inocentes del conflicto, atravesaba la frontera con Egipto en busca de alimentos y carburantes.
Muchos analistas seguir¨¢n argumentando que la complejidad del conflicto, la persistencia de la violencia -de consecuencias desiguales-, los enfrentamientos entre Fatah y Ham¨¢s y lo alejado de las posiciones de Tel Aviv y Ramala dificultan su resoluci¨®n. Sin embargo, se sabe c¨®mo resolverlo: creaci¨®n de un Estado palestino pol¨ªtica y territorialmente viable seg¨²n las fronteras de 1967, doble capitalidad de Jerusal¨¦n, fin y desmantelamiento de los asentamientos ilegales, soluci¨®n justa a la cuesti¨®n de los refugiados y reconocimiento del Estado de Israel y de su seguridad por los pa¨ªses ¨¢rabes. Simplificando, cumplir con las resoluciones 194 (1948), 242 (1967) y 338 (1973) de Naciones Unidas, m¨¢xime cuando, seg¨²n las encuestas de opini¨®n, son mayor¨ªa los palestinos y los israel¨ªes que desean la paz.
?sta, sin embargo, parece todav¨ªa muy lejana, y mientras llega la comunidad internacional no puede ignorar por m¨¢s tiempo la situaci¨®n de penuria de la poblaci¨®n de Gaza. Situaci¨®n que puede repetirse si no se llega pronto a un acuerdo definitivo sobre qui¨¦n debe gestionar la frontera de Rafah y si Tel Aviv no ejerce sus deberes de ocupante, que no son otros que proteger a la poblaci¨®n civil afectada por la ocupaci¨®n. En momentos como ¨¦ste deber¨ªan anteponerse los derechos humanitarios al conflicto pol¨ªtico, pero, lamentablemente, parece que tampoco en este caso va a ser as¨ª y entre todos seguiremos condenando a la poblaci¨®n de Gaza a la desesperaci¨®n, que es la antesala del terrorismo, o a una lenta desaparici¨®n por inanici¨®n.
Antoni Segura es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea y director del Centre d'Estudis Hist¨°rics Internacionals (CEHI) de la Universidad de Barcelona.
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