Stephen el memorioso
Un artista brit¨¢nico registra en su cabeza ciudades que reproduce fielmente
Stephen Wiltshire (Londres, 1974) es un artista ingl¨¦s de aspecto juvenil que aprendi¨® a hablar a los nueve a?os. Pero desde los cuatro ya se comunicaba con el mundo a trav¨¦s de la plumilla y el pincel. Curiosamente la primera palabra que pronunci¨® fue "papel".
Diagnosticado de autismo, el ni?o Wiltshire, cuyos padres emigraron a Inglaterra procedentes de las Antillas, se dedic¨® a reproducir todo lo que sus ojos capturaban y su mente grababa fielmente. "Me fascinaba ver los edificios desde el autob¨²s y despu¨¦s pintarlos", afirma ahora en Madrid, a pocas horas de empezar una de sus ya populares haza?as.
Diagnosticado de autismo, se dedic¨® de ni?o a dibujar todo lo que ve¨ªa
Lo que la mente de Wiltshire graba, luego no lo olvida jam¨¢s
El s¨¢bado pasado, Wiltshire sobrevol¨® la ciudad en helic¨®ptero durante unos 30 minutos, acompa?ado de su inseparable hermana Anette y de personal de BT Global Service, la empresa que le ha invitado. Con las im¨¢genes que memoriz¨®, empezar¨¢ hoy a dibujar la ciudad, en un enorme lienzo, en el Palacio de los Deportes de Madrid. Tanto el desarrollo como el enorme cuadro final podr¨¢ ser observado por quienes se acerquen all¨ª a partir de hoy y hasta el mi¨¦rcoles.
Los edificios y las calles son la materia prima de sus obras. Grandes urbes como Tokio, Nueva York, San Francisco, Londres, Par¨ªs y Roma ya han sido capturadas y plasmadas con detalle sobre papel y con plumilla por este artista sui g¨¦neris.
Un impresionante v¨ªdeo en el que se superpone su Catedral de San Pedro con una panor¨¢mica real de Roma se puede ver en su p¨¢gina web www.stephenwiltshire.co.uk, donde tambi¨¦n exhibe las obras que vende en su propia galer¨ªa londinense.
La revelaci¨®n de su talento vino despu¨¦s de que sus profesores en el colegio observaran una reproducci¨®n del Big Ben hecha de memoria y en pocos minutos por el ni?o que m¨¢s tarde, con tan s¨®lo 12 a?os, su talento fue destacado por el mism¨ªsimo director de la Academia Brit¨¢nica.
Con el tiempo y gracias al inter¨¦s de varios neur¨®logos, el diagn¨®stico sobre la genialidad de Wiltshire ha cambiado. Su caso se conoce como s¨ªndrome de savant (s¨ªndrome del sabio), el mismo que padec¨ªa Rain man, aquel ser maravilloso que le hizo ganar su segundo Oscar a Dustin Hoffman. La cinta es, adem¨¢s, una de las pel¨ªculas favoritas de Wiltshire.
Habla pausadamente y a parte de una sonrisa t¨ªmida, el interlocutor no logra percibir sus emociones. No mira a los ojos y sus respuestas son cortas y simples. "Me gusta escuchar m¨²sica pop de los ochenta y me gusta ver televisi¨®n" dice este joven de estatura baja, mientras se acomoda una gorra de los Yankees de Nueva York. A simple vista, Stephen Wiltshire pasar¨ªa por un rapero o un grafitero. Y su est¨¦tica no dista mucho de esa cultura urbana. Sencillamente le fascina la vida en la ciudad, "los edificios, el humo y los taxis amarillos de Nueva York". Distintos de los que hoy dibujar¨¢: los blancos y t¨ªpicamente madrile?os que transitan entre las grandes torres y las viejas joyas arquitect¨®nicas que conforman el paisaje de la ciudad.
Antes de volver a su casa en el oeste de Londres, donde vive con su madre, a este genio le quedan tres escalas: Dubai, Jerusal¨¦n y Sidney. Ciudades que no ha visitado jam¨¢s, pero que lograr¨¢ retratar para siempre, tras unos minutos de contemplaci¨®n. Porque lo que su mente graba, no lo olvida jam¨¢s.
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