Ni irse ni pedir perd¨®n

Una vez, hace 25 a?os y en la Universidad de Granada, el poeta Jaime Gil de Biedma se puso a hablar sobre lo que podr¨ªa llamarse el significado ejecutivo de las palabras. "Hay un verbo en el idioma tagalo -dec¨ªa el autor de Poemas p¨®stumos- que es pagapangapan y que significa tener una novia, esperar a que llegue la noche, introducirse reptando en el bajai donde duerme en compa?¨ªa de sus padres y sus hermanos, levantar el mosquitero, hacer el amor con ella sin que se entere la familia y marcharte por donde hab¨ªas venido, dej¨¢ndola pre?ada". Los asistentes a la charla rieron y Gil de Biedma, del que, por razones incomprensibles, es pariente la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, remat¨® su an¨¦cdota contando que en una ocasi¨®n le hab¨ªa comentado eso a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y que el premio Nobel, sin inmutarse, le dijo que para eso no hac¨ªa falta irse a Filipinas, porque en espa?ol es igual: "?T¨² sabes, por ejemplo, lo que quiere decir raptar en Colombia? Pues quiere decir lo siguiente: tener una novia, que sus padres se opongan a que os cas¨¦is, irte a la monta?a a caballo, esperar a que llegue el primer domingo h¨¢bil y, cuando la gente est¨¦ entrando en misa, bajar a la ciudad al galope, coger a la chica por los cabellos, montarla de trav¨¦s en la silla del caballo, escapar con ella a la sierra y esperar all¨ª a que venga la familia de la novia para casaros."

Para los ex consejeros chulos, 'justicia' significa querer cargarte la sanidad p¨²blica

Juan Urbano tambi¨¦n se ri¨® al ver la transcripci¨®n de esa charla en el libro Leer poes¨ªa, escribir poes¨ªa, que est¨¢ publicado en la editorial Visor, pero luego, al cruz¨¢rsele en la risa la imagen de Esperanza Aguirre, se puso serio y se pregunt¨® cu¨¢l ser¨¢ para ella y sus s¨ªse?ora m¨¢s cercanos el significado ejecutivo de las palabras que m¨¢s les gusta repetir, esas que en sus bocas siempre parecen llenas de banderas: responsabilidad, derecho, justicia, honradez... ?Qu¨¦ podr¨ªa significar, sin ir m¨¢s lejos, y por elegir una cualquiera entre todas ellas, la palabra justicia si la miras a la luz de lo que ha ocurrido en el hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s? ?C¨®mo la habr¨ªan definido Garc¨ªa M¨¢rquez y Gil de Biedma?

A ver, para los ex consejeros chulos, justicia significa querer cargarte la sanidad p¨²blica; elegir a unos m¨¦dicos inocentes y acusarlos de asesinar a 400 personas, echarle sus nombres a la jaur¨ªa de periodistas que te sigue a todas partes para que los despedacen, calumnien y llenen de ofensas por las que no van a pagar porque se las apuntan en la lista de la libertad de expresi¨®n; echar a la calle a los doctores, cambiarlos por otros que le gusten a alg¨²n obispo amigo, marcharte a esquiar mientras los jueces fallan que todo fue un desprop¨®sito, que no se cometi¨® ning¨²n delito y que, por lo tanto, las v¨ªctimas fueron acusadas en falso y, a la vuelta de las vacaciones, pasearte como un pavo real ante la prensa, decir que no piensas ni dimitir ni pedir perd¨®n a nadie y afirmar que, si la ocasi¨®n lo exigiese, volver¨ªas a hacer exactamente lo mismo. Eso es lo que quiere decir justicia en el diccionario pol¨ªtico de este PP que nos ha tocado, cuyos principales hacedores creen, sin duda, que en todo el lenguaje no hay una palabra m¨¢s importante que impunidad, ese sustantivo que es a la vez el veneno y la medicina que mata a unos y pone a salvo a otros. Un desastre.

"?C¨®mo va a ser este mundo si son as¨ª quienes lo dirigen?", filosof¨® Juan Urbano, que en los ¨²ltimos d¨ªas andaba con la moral algo descompuesta de leer las noticias que hablan de conductores que atropellan a un muchacho, lo matan y luego piden una indemnizaci¨®n a sus padres para arreglar el golpe en la carrocer¨ªa; o de empresas que le hacen pagar a una joven de Granada, que trabaja barriendo las calles de C¨²llar Vega, las letras del coche con el que su padre asesin¨® a su madre y que ella, de hecho, no ha vuelto a ver porque se lo llev¨® la polic¨ªa: el dinero es el dinero y la ley nos protege, de modo que si no se hace cargo de la deuda, le embargamos su casa. Pues eso es tambi¨¦n el Estado de derecho, por desgracia.

Juan volvi¨® a casa andando desde el trabajo y, mientras lo hac¨ªa se maravill¨® de que la pol¨ªtica, cuando cae en malas manos, sea el arte de desafiar las leyes del volumen hasta conseguir esconder lo grande dentro de lo peque?o. Porque ha quedado muy claro: detr¨¢s de unos cuantos doctores se puede ocultar el deseo de destruir todos los espacios p¨²blicos, privatizarlos a las claras o poniendo a su mando afectos que los controlen y, porque s¨ª, porque ellos ni rectifican ni piden disculpas, saltarse la ley hasta llegar a una monta?a desde la que tirarse con los esqu¨ªes bien puestos y seguro de que vas a caer en blando: tus secuaces lo han llenado todo de algod¨®n negro. Buen trabajo.