Los juicios morales engordan
El pasado mes de agosto, el director de la Asociaci¨®n M¨¦dica Brit¨¢nica caus¨® cierto revuelo al compartir sus ideas sobre cu¨¢l era la mejor manera de que su pa¨ªs se enfrentara a los crecientes ¨ªndices de obesidad. Las observaciones de Hamish Meldrum ten¨ªan dos partes. En primer lugar, apunt¨® que ahora esta dolencia era reh¨¦n de cirujanos y empresas farmac¨¦uticas. La rama de la medicina que se ocupa de la obesidad, a la que se alude en ingl¨¦s con el t¨¦rmino bariatrics, es tan nueva que este t¨¦rmino ni siquiera ha entrado en el Oxford English Dictionary. La primera intervenci¨®n quir¨²rgica para tratarla no se realiz¨® hasta 1954, pero hoy en d¨ªa es un sector que mueve miles de millones. Al mismo tiempo, las farmac¨¦uticas est¨¢n incrementando su control sobre lo que comemos, lanzando los llamados alimentos nutrac¨¦uticos, as¨ª como ung¨¹entos destinados a reducir el apetito. Son productos cuyo equivalente ser¨ªa proponer la mejora del tratamiento quir¨²rgico de los disparos de bala para atajar la violencia callejera.
La obesidad no deber¨ªa tratarse con f¨¢rmacos sino con pol¨ªtica y sociolog¨ªa
Lo que meti¨® a Meldrum en un l¨ªo estaba en la segunda parte de su exposici¨®n, en la que apunt¨® que "doctores, profesores, trabajadores sociales y otros grupos de profesionales pueden intentar ayudar a los pacientes obesos a cambiar su forma de vida, pero ser¨¢ muy dif¨ªcil hacerlo si esas personas no est¨¢n dispuestas a asumir sus propias responsabilidades". En su opini¨®n, para solucionar el problema, los profesionales sanitarios tendr¨ªan que hablar claramente, sin evitar decirles a los obesos que son unos glotones.
La idea de Meldrum est¨¢ muy extendida pero es muy insuficiente. Para comprender por qu¨¦, pensemos en una historia ver¨ªdica. En pleno siglo XX, cuando el apartheid se introdujo en Sud¨¢frica, la poblaci¨®n negra ya no pod¨ªa disponer de las mismas comodidades que los blancos en sus centros de trabajo. En Durban, esto supuso que los caddies negros que trabajaban para los blancos en los campos de golf ya no pod¨ªan comer en la cantina del trabajo. En cierto modo, la aparici¨®n del Bunny Chow, plato t¨ªpico de Durban, fue una reacci¨®n a esta situaci¨®n. Fusionando la comida india con la europea al untar de curry una rebanada de pan, se cre¨® un alimento caliente que pod¨ªa comerse deprisa mientras se volv¨ªa al trabajo.
Ser¨ªa absurdo apuntar, como hac¨ªan los jerifaltes del apartheid, que las deficiencias alimentarias de la poblaci¨®n negra proced¨ªan de su indolencia e incompetencia. Por el contrario, ya tendr¨ªamos que saber que las opciones de los individuos se reg¨ªan por las normas sociales. Hoy en d¨ªa, el sentido com¨²n alimentario apunta en la direcci¨®n opuesta. La sociedad no puede determinar nada. Todos somos individuos libres nadando en un oc¨¦ano de opciones no sujetas a coacci¨®n alguna. Sin embargo, cada d¨ªa, la industria alimentaria, el ritmo de vida que llevamos y la arquitectura del mundo moderno determinan nuestras opciones, induci¨¦ndonos a engullir tentempi¨¦s y despu¨¦s salir corriendo. Como nos olvidamos de tener en cuenta c¨®mo nos determina el entorno, nos resulta f¨¢cil pensar que nuestros alimentos est¨¢n hechos para nosotros. Es dif¨ªcil aceptar que lo que hace el capitalismo, cada vez m¨¢s, es hacernos a nosotros para nuestra comida.
Cuando hay alg¨²n tipo de an¨¢lisis social sobre los alimentos, se limita a expresar prejuicios sobre lo que comen los chavales. La visi¨®n imperante es que la obesidad es un defecto individual y moral, y que si la clase trabajadora tiene sobrepeso, s¨®lo ella es culpable.
Las conclusiones publicadas en julio pasado por la Agencia de Pautas Alimentarias brit¨¢nica (FSA en sus siglas inglesas) podr¨ªan habernos servido de ant¨ªdoto para esta clase de enfoque. Mediante una amplia encuesta, la FSA descubri¨® que entre las personas de ingresos bajos exist¨ªan casi las mismas posibilidades de tener obesidad o sufrir sobrepeso que entre los grupos de mayor renta, aunque, en promedio, las primeras sol¨ªan consumir menos frutas y verduras.
Como ant¨ªdoto, el informe no funcion¨® muy bien. Una alarma social como la que envuelve las pautas de consumo de las clases bajas no la mitigan ni los hechos ni las contradicciones. Sin embargo, para abordar las razones sociales del incremento de peso en la sociedad brit¨¢nica, tenemos que cambiar urgentemente de forma de pensar. La receta para combatir el sobrepeso en el Reino Unido est¨¢ clara: menos cirug¨ªa bari¨¢trica y m¨¢s sociolog¨ªa; menos juicios morales y m¨¢s pol¨ªtica.
Raj Patel es autor de Stuffed and Starved: Markets, Power and the Hidden Battle for the World Food System [Repletos y hambrientos: los mercados, el poder y la oculta batalla por el sistema alimentario mundial]. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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