Cuando el periodista es el enemigo
El Gobierno de EE UU pide que los medios "retiren" a sus periodistas iraqu¨ªes
La agencia de noticias Associated Press (AP) es una instituci¨®n tan quintaesencialmente estadounidense como Walt Disney, General Motors o Boeing. A tal grado que, con sus 243 oficinas en todo el mundo y con clientes en 121 pa¨ªses, ha sido acusada en repetidas ocasiones de ser un instrumento de propaganda del "imperialismo yanqui". Pero ya no. Hoy se ha convertido en otro enemigo m¨¢s del Gobierno de George W. Bush en su guerra global contra el terrorismo.
Para Associated Press est¨¢ en juego la libertad de expresi¨®n
Los periodistas nativos de pa¨ªses en conflicto son necesarios
Los reporteros que trabajan para medios extranjeros son perseguidos
Un corresponsal: "Deber¨ªamos transmitir lo que piensa el otro lado"
O as¨ª lo entiende, al menos, el presidente y consejero delegado de la AP, Tom Curley, padre de familia de 59 a?os que anteriormente fue presidente y fundador de otra venerable instituci¨®n, USA Today, el diario de mayor venta de Estados Unidos.
En abril del a?o pasado, Curley particip¨® en un coloquio en el Museo de Televisi¨®n y Radio de Nueva York al que tambi¨¦n asisti¨® Brian Whitman, el portavoz del Pent¨¢gono. Whitman mantuvo que en Irak exist¨ªan muchos casos de organizaciones medi¨¢ticas internacionales que hab¨ªan empleado, sin saberlo, a nativos que pertenec¨ªan a la insurgencia y que representaban una amenaza para los militares estadounidenses. El portavoz dijo que estos individuos deb¨ªan ser retirados de los campos de batalla.
Las declaraciones provocaron gritos de indignaci¨®n de parte del p¨²blico, entre ellos de Tom Curley, quien se sinti¨® directamente aludido. Un fot¨®grafo iraqu¨ª de la AP, Bilal Hussein, fue detenido por el ej¨¦rcito norteamericano el 12 de abril de 2006 bajo sospecha de pertenecer a un grupo terrorista. Permanece encarcelado hoy, junto a los otros 24.000 presos sin cargos que EE UU mantiene en Irak, y todav¨ªa no se le ha acusado formalmente de nada. Su pecado, seg¨²n entiende la AP, fue haber tenido contactos entre los insurgentes armados, de algunos de los cuales hizo fotos, y de llegar con sospechosa rapidez a lugares donde se hab¨ªa llevado a cabo un atentado.
Curley, enfurecido por las declaraciones del hombre del Pent¨¢gono, prometi¨® que el d¨ªa que Hussein saliera de la c¨¢rcel "seguir¨¢ trabajando para la Associated Press" porque los argumentos utilizados por las fuerzas armadas para favorecer la tesis de que Hussein era un terrorista eran "tonter¨ªas sin sentido". La verdad, dijo Curley, era que la informaci¨®n transmitida por periodistas honestos como Hussein de la atroz realidad iraqu¨ª, del "descontrol" que hay en las peores zonas de conflicto, ponen en evidencia la enga?osa visi¨®n triunfalista que el Gobierno de Bush pretende que vea el pueblo. Por eso, continu¨®, "el meollo de la cuesti¨®n no es Bilal Hussein". "?l es una v¨ªctima inocente. El meollo de la cuesti¨®n es la Associated Press. Nosotros somos el objetivo. La libertad de prensa es el objetivo".
Lo que la libertad de prensa significa es el derecho a dar una visi¨®n amplia, sin l¨ªmites y, dentro de lo posible, equilibrada de los hechos. Esto requiere que los periodistas publiquen los puntos de vista de todas las partes involucradas.
Pero ?tiene raz¨®n el Gobierno norteamericano en creer que los mismos criterios no se deben de aplicar en Washington y en Irak? ?Se deben suspender los derechos del periodista cuando trabaja en una zona de guerra? "Si la pregunta es si considero que para hacer nuestro trabajo debemos de mantener contactos con los que algunos consideran los malos, mi respuesta es, de la manera m¨¢s inequ¨ªvoca, que s¨ª", dice Ray Bonner, veterano periodista que ha trabajado en zonas de conflicto de todo el mundo. "Proponer que no deber¨ªamos de hablar con todos los bandos es, sencillamente, rid¨ªculo", a?ade.
Bonner, que ha trabajado de corresponsal durante 30 a?os para The New York Times y la revista The New Yorker, propuso la siguiente hip¨®tesis: "?Si a un periodista estadounidense hoy le fueran a ofrecer una entrevista con Osama Bin Laden deber¨ªa de responder que muchas gracias, pero no? ?Deber¨ªa de temer que si dijera que s¨ª le arrestar¨ªan por sospechosa cercan¨ªa al enemigo? Obviamente no. Obviamente conocer la opini¨®n de Bin Laden, por m¨¢s malo que se le considere, ser¨ªa de inter¨¦s tanto para los lectores como para el Gobierno de Estados Unidos".
El Gobierno de Israel parece entender esta sencilla l¨®gica mejor que su aliado norteamericano. "Si los israel¨ªes lo hubieran deseado podr¨ªan f¨¢cilmente haber argumentado que yo manten¨ªa relaciones sospechosamente fraternales con el enemigo", dice Chris McGreal, corresponsal del Guardian en Jerusal¨¦n entre 2002 y 2006. "Hablaba con mucha frecuencia con los l¨ªderes pol¨ªticos de Ham¨¢s, y con miembros de su brazo armado, los que estaban llevando a cabo ataques suicidas en Israel. Tambi¨¦n hablaba con Yasser Arafat y la Brigada de los M¨¢rtires de Al Aqsa. As¨ª que no les hubiera costado mucho acusarme de estar asociado con los terroristas".
Pero no lo hicieron, y eso a pesar de que McGreal fue visto por muchos como un periodista propalestino. Escribi¨®, por ejemplo, un art¨ªculo muy pol¨¦mico en el que compar¨® la situaci¨®n de los palestinos de hoy con la de los negros surafricanos bajo el apartheid, aunque interesantemente el art¨ªculo provoc¨® m¨¢s furor en EE UU que en Israel.
"Lo que ocurri¨® fue que los israel¨ªes entendieron que hablar con Ham¨¢s y la gente de Arafat era mi trabajo, del mismo modo que era el trabajo de los diplom¨¢ticos extranjeros basados all¨¢", explica McGreal, que cubri¨® tambi¨¦n las guerras de Centroam¨¦rica en los a?os ochenta, el genocidio de Ruanda de 1994, y sigue hoy cubriendo las guerras que se libran en el continente africano. "Es el deber de los periodistas y los diplom¨¢ticos conocer a gente con la que no est¨¢ necesariamente de acuerdo, o incluso con la que est¨¢ seriamente en desacuerdo, con el fin de entender qu¨¦ es lo que les impulsa. Es la ¨²nica manera de poder llegar a la verdad. Los israel¨ªes eran inteligentes. Lo entend¨ªan y ni siquiera intentaban impedir que te reunieras con los del otro lado".
El problema surge cuando la gente en el poder tiene la mentalidad de que, como dir¨ªa George W. Bush, "el que no est¨¢ con nosotros, est¨¢ en contra". "Esto lo vemos repetidamente tanto con los periodistas como con los grupos de derechos humanos", opina Steve Crawshaw, actual ejecutivo de Human Rights Watch en Nueva York, corresponsal del Independent en los Balcanes a principios de los noventa. "El problema es que en todos los conflictos todas las partes se ven a s¨ª mismas como las v¨ªctimas. Para ese tipo de mentalidad, el conflicto se reduce, entonces, a un choque entre los buenos y los malos y si, por ejemplo, escribes algo que saca a la luz una atrocidad que se ha cometido contra los malos, no dudan en acusarte de ser su c¨®mplice".
La reacci¨®n del Gobierno de EE UU en el caso de Bilal Hussein no representa nada nuevo. Ray Bonner se enfrent¨® a la misma mentalidad a principios de los ochenta cuando cubr¨ªa El Salvador para The New York Times. No lo detuvieron, pero, debido a la insistencia con la que denunciaba abusos por parte del Gobierno aliado de Estados Unidos en aquellos d¨ªas, el Departamento de Estado presion¨® duramente al peri¨®dico para que lo retirara de El Salvador, acus¨¢ndole de haberse identificado con la guerrilla marxista.
"Es verdad que sal¨ªa con la guerrilla a las zonas de combate", dijo Bonner. "Supon¨ªa que mis lectores y mis editores querr¨ªan saber de esto. ?Significaba esto que compart¨ªa su visi¨®n pol¨ªtica o que estaba con ellos en la lucha? ?Claro que no! Deber¨ªamos siempre intentar ver y transmitir lo que piensa el otro lado".
En cuanto al caso del fot¨®grafo iraqu¨ª, Bonner dice que no conoce los hechos. "Pero lo que s¨ª digo es que si estaba haciendo su trabajo, lo cual con toda seguridad significaba tener alg¨²n tipo de relaci¨®n con los que para un lado eran los enemigos, entonces lo que ha pasado est¨¢ muy mal. No es s¨®lo una cuesti¨®n de principios. Se trata de lo que el p¨²blico quiere, o al menos deber¨ªa querer, saber. Que te metan en la c¨¢rcel por hacer tu trabajo... ?Estamos mal!".
Mal porque si el mismo criterio que los estadounidenses han aplicado a Hussein se extendiera a todos los periodistas que han trabajado en guerras, los mejores profesionales de la AP, del New York Times, de Le Monde, The Guardian y EL PA?S hubieran pasado por la c¨¢rcel tambi¨¦n. Como dijo Santiago Lyon, el jefe de fotograf¨ªa de la AP, en un discurso que dio sobre el caso Hussein: "Lo que en cualquier otro lugar ser¨ªa considerado como buen periodismo, de repente se convierte en comportamiento sospechoso".
En cuanto a periodistas nativos en Irak, como Hussein, merecen especial respeto y protecci¨®n, seg¨²n un fot¨®grafo norteamericano que ha trabajado all¨¢ pero que pidi¨® que no se diera su nombre. "Son ellos los ¨²nicos que realmente cubren la noticia, y en condiciones de peligro extremo, ya que han muerto m¨¢s de 100 periodistas en Irak desde la invasi¨®n norteamericana. Son considerados muchas veces como enemigos tanto por los militares de Estados Unidos como por el Gobierno de Irak; tanto por la poblaci¨®n civil como tambi¨¦n por la insurgencia, que en algunos casos tiene la pol¨ªtica de asesinar a periodistas iraqu¨ªes que trabajan para medios extranjeros".
A eso se suma otra dura realidad: que mientras los corresponsales extranjeros en lugares como Irak vuelven, por definici¨®n, a sus c¨®modas casas en Europa o Estados Unidos, los nativos siguen viviendo ah¨ª, sufriendo las que pueden ser las consecuencias mortales de su compromiso profesional.
"Pero, a pesar de todo esto, nuestros periodistas iraqu¨ªes perseveran en el intento de contar la historia de su pa¨ªs", dijo Lyon, que tiene prohibido por razones legales hablar p¨²blicamente sobre el caso hoy. "Perseveran hasta que los paran. Y a este hombre [Bilal Hussein], lo han parado. Le han prohibido contar la verdad; le han prohibido ser periodista. Inaceptable".
Un premio Pulitzer en la c¨¢rcel
Bilal Hussein, de 36 a?os y oriundo de la ciudad de Fallujah en la provincia de Anbar, fue contratado como fot¨®grafo por la Associated Press (AP) en el verano de 2004. M¨¢s del 90% de los 200 empleados de la AP en Irak son iraqu¨ªes, debido al peligro permanente de muerte o secuestro que corren los periodistas de aspecto extranjero en las zonas de conflicto.
La contrataci¨®n de Hussein fue, para la AP, un acierto. Sus fotos formaron parte de una serie que gan¨® el Premio Pulitzer de 2005. Lo que no sab¨ªa el fot¨®grafo en aquel momento fue que este reconocimiento acabar¨ªa siendo su maldici¨®n. Blogs de la derecha neoconservadora norteamericana empezaron a fijarse en ¨¦l, a acusarle abiertamente de colaborar con la insurgencia. Si no, argumentaban, ?c¨®mo se explicaba que los terroristas le permitieran que les hiciera fotos?, ?o la regularidad con la que llegaba el primero a los lugares donde se hab¨ªa llevado a cabo un atentado?
Michelle Malkin, que aparece con frecuencia en la cadena de televisi¨®n de derechas Fox News, cuestion¨® en su blog en abril de 2005 -un a?o antes de la detenci¨®n de Hussein- "la relaci¨®n" de la AP con "los terroristas yihadistas", ya que algunas de las fotos ganadoras del Pulitzer demostraban la sospechosa rapidez con que los periodistas hab¨ªan llegado a la escena de los atentados.
Otros blogs con los que el de Malkin tiene enlaces fueron m¨¢s directos. El Premio Pulitzer, otorgado a terroristas, titul¨® uno. Un par de d¨ªas despu¨¦s empez¨® a aparecer el nombre de Bilal Hussein, identificado de manera inequ¨ªvoca como "terrorista" por los blogs con los que Malkin comparte criterio.
Seg¨²n Scott Horton, otro de los abogados de Bilal Hussein, existe una conexi¨®n clara entre Malkin y el Gobierno de Bush. Horton, que mantiene que se ha perseguido a Hussein para dar "un ejemplo" al resto de los medios en Irak, escribi¨® hace dos meses en la revista norteamericana Harper's que blogs como el de Malkin han sido utilizados "como puntos de diseminaci¨®n de informaci¨®n sobre el caso por altos funcionarios del Pent¨¢gono".
Seg¨²n Horton, los motivos de la detenci¨®n del fot¨®grafo fueron id¨¦nticos a los que condujo a los bloggers neoconservadores a sospechar de ¨¦l. Horton cit¨® a una fuente en el Pent¨¢gono que le confes¨® que las supuestas pruebas contra Hussein eran "extremadamente d¨¦biles", pero que "despu¨¦s de m¨¢s de a?o y medio de tener a este hombre preso no era posible sencillamente dejarle en libertad, porque eso ser¨ªa reconocer que se hab¨ªa cometido un error".
La Associated Press est¨¢ convencida, tras una intensa investigaci¨®n interna, de que, m¨¢s que d¨¦biles, las pruebas contra Hussein son inexistentes. Entre otras cosas, porque hicieron un repaso exhaustivo de todas las fotos que hizo Hussein durante los dos a?os que trabaj¨® para la agencia y constataron, seg¨²n ellos, la falsedad de las conclusiones a las que hab¨ªan llegado el Pent¨¢gono y las Michelle Malkin de turno. S¨®lo un ¨ªnfimo porcentaje de las fotos de Hussein retrataban a insurgentes armados, y sencillamente no era verdad que llegara ¨¦l "con sospechosa regularidad" a la escena de los atentados antes que otros fot¨®grafos.
Lo que nadie discute es que Hussein tuvo un cierto grado de relaci¨®n con iraqu¨ªes pertenecientes a algunos de los grupos armados que se oponen a la ocupaci¨®n norteamericana. La iron¨ªa, seg¨²n fuentes bien informadas que hablaron con EL PA?S, es que los terroristas con los que aparentemente tuvo lazos m¨¢s estrechos pertenecen hoy a una organizaci¨®n llamada Despertar
creada en abril del a?o pasado para combatir a los "extranjeros de Al Qaeda". Este grupo no s¨®lo cuenta con el benepl¨¢cito del Gobierno iraqu¨ª, sino que recibe apoyo de Estados Unidos.
Abogados estadounidenses contratados por la agencia para representar al fot¨®grafo se han quedado at¨®nitos no s¨®lo ante la falta de pruebas serias en contra de su cliente, sino tambi¨¦n por lo que interpretan como las maniobras de las autoridades militares para entorpecer sus intentos de brindar a Bilal Hussein una defensa justa, acorde con los c¨¢nones del sistema legal de Estados Unidos.
Tras estar detenido sin cargos durante 19 meses, Hussein compareci¨® el mes pasado ante un juez iraqu¨ª a instancias de las fuerzas de ocupaci¨®n norteamericanas. El juez est¨¢ determinando en este momento si existen pruebas suficientes para que Hussein sea sometido a juicio. Seg¨²n el secretario de prensa del Pent¨¢gono, Geoff Morrell, s¨ª las hay, y son "convincentes e irrefutables". Bilal Hussein, declar¨® Morrell, "representa una amenaza a la estabilidad y la seguridad en Irak".
El problema es que, como agreg¨® Morrell, estas pruebas no se pueden revelar a¨²n a los abogados de Hussein, lo cual les obliga, como dijo una de ellos, "a trabajar a ciegas". Dave Tomlin, uno de los abogados que hoy representa al fot¨®grafo, ha acusado a las fuerzas armadas de colusi¨®n en "una farsa judicial" y, al mismo tiempo, de "jugar con el futuro de un hombre y quiz¨¢ con su vida", ya que si el caso llegara a juicio y se lo encontrara culpable, podr¨ªa ser condenado a muerte.
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