El regreso de lo retr¨®grado
La Conferencia Episcopal Espa?ola es el ejemplo m¨¢s claro de una concepci¨®n reaccionaria de la vida. Coincide con su viejo enemigo el islam en a?orar la Edad Media y oponerse al progreso hacia la libertad
Dicho en plata y sin rodeos: la Conferencia Episcopal Espa?ola parece un cen¨¢culo de jerarcas hip¨®critas que picotean con fruici¨®n el cad¨¢ver de la libertad, su manjar favorito desde que la Iglesia cat¨®lica es tan terrenal. La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica se siente fortalecida y segura porque cuenta con el respaldo de tres alianzas escalonadas: una, con el actual Partido Popular, especie de brazo pol¨ªtico de la Iglesia m¨¢s reaccionaria (o viceversa, porque tal vez el PP sea el brazo armado de la Iglesia m¨¢s politizada desde los tiempos en que era directamente fascista); dos, con el papa Benedicto XVI, ex inquisidor, ex te¨®logo ultraconservador y ex soldado de la Wehrmacht (tal vez alg¨²n d¨ªa aparezca que tambi¨¦n fue de las Waffen SS, es cosa de tiempo); y tres, con Dios mismo, la gran coartada de la inamovible autoridad de los obispos y dem¨¢s castas sacerdotales. Todo lo que rodea esta triple alianza vuelve a desprender el tufo p¨²trido de lo retr¨®grado.
La jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica cuenta con el apoyo del PP, el ex inquisidor Ratzinger y el mismo Dios
Los retr¨®grados combaten a toda costa el derecho de la mujer a interrumpir el embarazo
Curiosamente, en el marco del retrogradismo, la Iglesia cat¨®lica y el islam, viejos enemigos mutuos a sangre y fuego, est¨¢n ¨ªntimamente unidos, hasta el punto de coincidir en lo m¨¢s paradigm¨¢tico de su esencia com¨²n: la manipulaci¨®n de la verdad, y con ello la manipulaci¨®n de las vidas y los derechos de las personas, evitando su progreso hacia la libertad y legislando el hechizo inmovilista del origen, del pasado perfecto del que nunca se debi¨® haber salido. El islam nunca ha ido hacia adelante, tiene un efecto lastre para sus fieles. La Iglesia cat¨®lica tambi¨¦n lastra a los suyos con la imposici¨®n de su doctrina ancestral a lo largo de una historia tortuosa.
?Alguna vez se fue lo retr¨®grado del ¨¢mbito definitorio de cat¨®licos y musulmanes? No, nunca desapareci¨®, siempre estuvo ah¨ª, controlando las sociedades de sus fieles creyentes. Por lo que respecta a la Iglesia, a lo sumo tuvo menos peso incidental en algunas ¨¦pocas, o quiz¨¢ hubo un tiempo en que los aires de la Iglesia, impulsados desde Roma por un Papa diferente, fueron m¨¢s dialogantes y liberales, pero desde la llegada de Juan Pablo II, un tit¨¢n del retrogradismo, se inici¨® un descenso hacia la a?oranza de un pasado que, de pronto, nada imped¨ªa que volviera a instaurarse. ?Por qu¨¦ no? El Vaticano lo entendi¨® enseguida. Era cosa de que la Iglesia ejerciera lo que m¨¢s hab¨ªa acumulado: el poder, nada m¨¢s. De esa a?oranza, las misas en lat¨ªn no son m¨¢s que un indicio casi folcl¨®rico, comparado con la demonizaci¨®n del aborto en el Tercer Mundo por parte de Juan Pablo II, por ejemplo. Lo retr¨®grado, adem¨¢s, encierra un mensaje, ¨²til para cat¨®licos y musulmanes: la Edad Media es buena para todos. ?Por qu¨¦ no volver a aquellos buenos tiempos en los que corr¨ªa a sus anchas ese fuego y esa espada con que ambas religiones lo med¨ªan y ordenaban todo?
Lo retr¨®grado (ya se sabe: de retro, hacia atr¨¢s, y grado, paso, marcha) tiene por horizonte el regreso. Mejor dar pasos atr¨¢s -y regresar al origen de donde partimos-, que avanzar hacia donde sea, hacia un lugar que siempre ser¨¢ incierto, aunque prometa la felicidad y la liberaci¨®n. Mejor volver que progresar. Mejor incluso no salir de casa (de la Ley, de la Doctrina, de la Palabra del Profeta) que aprender la diversidad del mundo. Mejor nosotros solos que aceptar a los otros. Y sobre todo aplicar este principio: esos otros est¨¢n siempre equivocados, por tanto son prescindibles para nuestra verdad (que es la Verdad) sencillamente por ser eso, otros.
La Iglesia, en materia de valores, siempre ha estado detr¨¢s de la sociedad, impidiendo su avance, y se al¨ªa con quienes tienen ese impedimento como idiosincrasia pol¨ªtica: la derecha ultraderechizada. Se encastilla en valores retr¨®grados, que son aquellos que conllevan miedo, coacci¨®n, hipocres¨ªa, dominio, intolerancia, odio, sojuzgamiento.
?Y qu¨¦ fue de la muerte de Dios, que tanto promet¨ªa? ?sta es otra clave del fin de lo moderno y del inicio de la incertidumbre medievalizada. Lo moderno, en la Historia, avanza a base de muertes, de asesinatos casi: la del Padre, la del Estado, la de Dios, una misma figura siempre, y siempre masculina. Pues bien, ocurri¨® que la muerte de Dios nunca tuvo lugar. Se habla incluso del "Dios de nuestros padres", y no es gratuito que en la deriva retr¨®grada hacia unos valores arcaicos el papel de la familia suba al escenario como primera actriz.
Los jerarcas de la Conferencia Episcopal desplegaron, como el mejor marketing de su estrategia retrogradante, la escenograf¨ªa de La Familia Hundida en la manifestaci¨®n-mitin de la madrile?a plaza de Col¨®n de finales del pasado diciembre. Y es precisamente el modelo de la Sagrada Familia el que ha permitido a la Iglesia ejercer su m¨¢ximo dominio en la sociedad. Fidelidad a la Familia es fidelidad al redil, al origen, al c¨ªrculo -no ya primero sino previo a toda numeraci¨®n-; a la idea capital del Seno, del miedo a salir de ¨¦l, pues fuera de ¨¦l todo es ominoso y malvado. El Seno, que se eslabona con la figura del seno materno, y que tiene su m¨¢xima culminaci¨®n en el papel exclusivamente reproductor de la mujer (en esto, los cat¨®licos y los musulmanes vuelven a ser de un solo e id¨¦ntico retrogradismo), y en la imagen intransitiva de la Virgen, met¨¢fora de la mujer desfeminizada y vac¨ªa: madre sin concepci¨®n, esposa sin sexo, mujer sin voluntad, identidad anulada por el Dios-Hombre.
Y detr¨¢s de la defensa numantina de la familia que llevan a cabo, tan hip¨®critamente, los obispos y los imanes, hay otros aspectos que permiten ejercer el control y el poder: los papeles preestablecidos del hombre y de la mujer, activo uno y pasivo-sumiso el otro; la reducci¨®n de la mujer a una sola funci¨®n, de ah¨ª que otro de los caballos de batalla retr¨®grados sea combatir a toda costa el derecho de la mujer a interrumpir el embarazo; y por ¨²ltimo, el miedo atroz de lo retr¨®grado a confundirse con la mujer, a ser feminizado, es decir, el miedo a la homosexualidad como opci¨®n natural.
El islam moderado -no menos retr¨®grado en s¨ª que el catolicismo moderado, al menos en cuanto a valores- aparece casi maravilloso y lleno de buenas intenciones, comparado con la agresividad de la Iglesia cat¨®lica. Hace que una figura como Erdogan y su partido sean vistos como una l¨ªnea social-liberal, y que su v¨ªa isl¨¢mica a la democracia pase por aceptable (cuando, por ejemplo, sus propuestas de modificaci¨®n de la Constituci¨®n turca son retr¨®gradas de todo punto, sobre todo en lo que respecta precisamente a la mujer).
Y tampoco la sociedad civil y laica se libra del regreso de lo retr¨®grado al primer plano de nuestras vidas. Es retr¨®grado de manera alarmante cuestionar el evolucionismo darwiniano, o institucionalizar el papel de la mujer como objeto, o creerse por encima de izquierdas o derechas, o propugnar un patriotismo exasperante, o quitarle hierro al ultranacionalismo vociferante de los nacionalismos.
El deseo de volver a ideas pasadas, a momentos pasados, est¨¢ en contra de todo progreso o avance. El discurso retr¨®grado, en su condici¨®n de plantear una regla de m¨¢ximos, propicia, perversamente, que lo meramente conservador avance y consolide espacios y maneras que antes sencillamente eran propias de lo progresista moderado. En estos tiempos medievalizados, entre una falda hasta los tobillos y una minifalda, una falda a la altura de la rodilla acabar¨¢ siendo el s¨²mmum de la conquista de la libertad. Y encima nos parecer¨¢ bien.
?La soluci¨®n? Dif¨ªcil encontrar una que no pase por recomendar la met¨¢fora de ubicar a la Iglesia y al islam en su justo lugar: el cielo, el esp¨ªritu; porque, como bien recuerda el fil¨®sofo Jos¨¦ Luis Pardo, en su impresionante ensayo Esto no es m¨²sica, Kant defin¨ªa la religi¨®n como un subg¨¦nero de la poes¨ªa (o sea, de la ficci¨®n).
Adolfo Garc¨ªa Ortega es escritor.
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