Las cuentas de Contador
El ciclista madrile?o, de Pinto, Alberto Contador, sorprendente pero merecido ganador del Tour del a?o pasado, contaba con tratar de ratificar su victoria en 2008, ya sin los incidentes que le quitaron del camino a un l¨ªder demasiado aficionado al est¨ªmulo de los para¨ªsos artificiales. Pero se ve en grave riesgo de no poder hacerlo porque la organizaci¨®n de la gran prueba francesa no va a invitar a su equipo, el Astana, envuelto en la madeja de casos de dopaje descubiertos en los ¨²ltimos a?os, que tienen casi herido de muerte al grandioso espect¨¢culo de las cumbres y de los descensos de escalofr¨ªo. Contador no aparece personalmente vinculado a ninguno de los fraudes que nos afligen, pero el Tour asume que si hay culpa es de todo el equipo. El ciclista podr¨ªa tratar de cambiar de escuadra y santas pascuas, o en todo caso se ver¨ªa entonces si la grande boucle tiene tambi¨¦n algo que decir directamente contra el atleta espa?ol, puesto que la rumorolog¨ªa trat¨® de manchar sin pruebas su reputaci¨®n apenas concluida la ronda francesa. Pero Contador dice con prudencia que, tal como est¨¢n las cosas y los equipos presentables tan caros de ver, no piensa cambiar de formaci¨®n, quiz¨¢ con la esperanza de que la sanci¨®n se levante o no sea duradera.
Pero los aficionados al ciclismo tienen derecho a exigir que, si no hay nada contra ¨¦l, pueda competir. Aun sin fiarse demasiado en que una apelaci¨®n vaya a tener ¨¦xito, ha de haber otras f¨®rmulas que hagan el av¨ªo, como ceder temporalmente a Contador a otro equipo; investigar qu¨¦ corredores del Astana, si ¨¦se es el caso, no tienen nada que ver con la fals¨ªa deportiva y formar un conjunto inobjetable, hasta con adiciones externas si fuera preciso; o que algo parecido al Astana actual, pero con otra identificaci¨®n legal, s¨ª recibiera autorizaci¨®n para participar.
No se trata de burlar la ley, porque nada hay m¨¢s sacrosanto hoy que perseguir el dopaje en el deporte, sino de saber desbrozar el trigo de la paja, y permitir concursar a quien se lo tiene bien ganado. Es dif¨ªcil de creer que si hubiera un gran campe¨®n franc¨¦s, que optara seriamente a llegar a Par¨ªs de amarillo, prueba y autoridades no hallar¨ªan el modo de que el aficionado pudiera tener esa satisfacci¨®n.
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