La hora de los partidos
Pakist¨¢n ha liquidado a Musharraf en las urnas; la democracia debe tener una oportunidad
Las elecciones parlamentarias paquistan¨ªes, m¨¢s aceptables de lo que cab¨ªa temer en t¨¦rminos de violencia y manipulaci¨®n, han arrojado dos datos saludables. Uno, el hartazgo popular con el dictador Pervez Musharraf, sobre quien los comicios eran un refer¨¦ndum. El varapalo que recibe su partido cuestiona el futuro del presidente, aliado crucial de Bush, que fuera reelegido con malas artes en octubre pasado. Ser¨¢ tanto m¨¢s oscuro cuanto mayor el n¨²mero de esca?os de los partidos opositores que formen el necesario Gobierno de coalici¨®n. No es descartable que el general, ahora sin uniforme, tenga que abandonar el poder por la puerta falsa tras sus ocho a?os de ordeno y mando.
El segundo veredicto de las urnas es el desplome de los partidos islamistas, fanatizados e influyentes, sobre todo en las zonas fronterizas con Afganist¨¢n. El rechazo de la militancia religiosa dejar¨¢ en escombros su peso parlamentario. Los vencedores de las elecciones son el Partido Popular de Pakist¨¢n, la maquinaria pol¨ªtica de la familia Bhutto, que no ha conseguido el masivo voto que se supon¨ªa tras el asesinato de su l¨ªder, Benazir; y sobre todo, aunque haya sido segundo, la Liga Musulmana del ex primer ministro Nawaz Sharif, regresado del exilio y apoyado por Arabia Saud¨ª. Su partido ha m¨¢s que cuadruplicado los votos de la formaci¨®n respecto de 2002 y se erige en fuerza pol¨ªtica imprescindible. El combustible electoral de Sharif, demasiado ambiguo respecto del fundamentalismo islamista, ha sido su inquina frontal por Musharraf, que le depuso en 1999.
La victoria en las urnas del pueblo paquistan¨ª no deber¨ªa ser empa?ada a la hora de formar Gobierno. Las decisiones inmediatas de los triunfadores dir¨¢n si es mayor su arraigada hostilidad o la voluntad de servir a los ciudadanos. Una gran coalici¨®n entre el partido de Bhutto y el de Sharif ayudar¨ªa al gigante malherido, pero los primeros indicios sugieren que el PPP quiz¨¢ prefiera socios menores. No es previsible, en cualquier caso, que cambien a corto plazo ni el papel de Pakist¨¢n como aliado occidental contra el yihadismo ni el perfil interno del pa¨ªs musulm¨¢n con armas at¨®micas. Los profundos males de uno de los Estados m¨¢s inestables del planeta son fruto de d¨¦cadas de corrupci¨®n y desprecio por los valores democr¨¢ticos. Tienen que ver con reformas sociales y econ¨®micas nunca hechas en sus 60 a?os de atribulada historia.
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