Los nuevos pecados capitales
En la estela de la condena sin paliativos del liberalismo llevada a cabo a mediados del siglo XIX por el Syllabus de P¨ªo IX, el catecismo del padre Astete s¨®lo salvaba a la secci¨®n de Bolsa del car¨¢cter pecaminoso que ten¨ªa para los cat¨®licos la lectura de la prensa liberal. La an¨¦cdota ilustra bien sobre la relaci¨®n ambigua que hist¨®ricamente ha mantenido la Iglesia cat¨®lica con la riqueza y el dinero. De una parte, predicando la pobreza evang¨¦lica como ideal de perfecci¨®n a sus fieles, e incluso exigi¨¦ndola como voto a los miembros de sus ¨®rdenes religiosas, y de otra, dando sus jerarcas a menudo muestras de apego a los bienes terrenales y de boato en sus manifestaciones lit¨²rgicas, sin excluir, como se ha sabido en los tiempos m¨¢s modernos, el riesgo del juego de la Bolsa.
Entre los nuevos pecados capitales a a?adir a los siete -soberbia, avaricia, gula, lujuria, ira, pereza y envidia- que sirvieron de hilo argumental a Dante para su Divina Comedia, la Iglesia ha incluido ahora expresamente la afici¨®n excesiva a la riqueza -?cu¨¢nto de excesiva?-, adem¨¢s de otros derivados del proceso de globalizaci¨®n y del desarrollo de la ciencia, como el da?o al medio ambiente y determinados experimentos biogen¨¦ticos.
Nada hay que oponer a que la Iglesia quiera marcar nuevas pautas de conducta a sus fieles, m¨¢s en consonancia con los tiempos. Pero, si se observa bien, lo que m¨¢s preocupa a la Iglesia es que sus fieles dejen de pasar por el confesionario, por falta de conciencia de culpa y sentido del pecado. No es anecd¨®tico que quien propone esta nueva lista sea el obispo responsable del Penitenciario Apost¨®lico, el organismo que supervisa la confesi¨®n y las indulgencias plenarias, y que lo haga con el expreso prop¨®sito de recuperar la pr¨¢ctica de la confesi¨®n, en grave retroceso.
A la Iglesia no le preocupa tanto, pues, que sus fieles pequen como que dejen de confesarse, haciendo obsoleto el poder de sus sacerdotes para perdonar los pecados. Si tal cosa ocurriera desaparecer¨ªa uno de los pilares b¨¢sicos sobre el que se sustenta su ascendencia y autoridad sobre la grey que pastorea. ?Bendito pecado!
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