Reelecci¨®n
La reelecci¨®n de Zapatero el pasado 9 de marzo supone un gran alivio, por cuanto impide el retorno del aznarismo al poder, pero no constituye ninguna sorpresa en absoluto. As¨ª lo anunciaban, incluso por mayor margen, la totalidad de los sondeos preelectorales. Y adem¨¢s, su reelecci¨®n entraba dentro de lo previsible, trat¨¢ndose de unas elecciones de continuidad en las que lo normal es que se reelija al nuevo presidente del Gobierno concedi¨¦ndole al menos una segunda oportunidad. En efecto, como nuestro parlamentarismo es de tipo presidencialista (as¨ª lo ha definido un autorizado miembro del actual Tribunal Constitucional), sus ciclos electorales se parecen al presidencialismo estadounidense, donde es tradicional que los electores concedan un segundo mandato al presidente electo, como tambi¨¦n ha sucedido aqu¨ª primero con Su¨¢rez, despu¨¦s con Aznar y ahora con Zapatero. M¨¢s extremo fue el caso de Gonz¨¢lez, al que se reeligi¨® en tres ocasiones sucesivas, y lo mismo podr¨ªa ocurrir con Zapatero, si vuelve a medirse con Rajoy en las urnas como parece probable a d¨ªa de hoy.
?Seguir¨¢ la derecha engolfada en su rentable estrategia de la crispaci¨®n?
Y si lo m¨¢s normal era que se reeligiese al presidente del Gobierno, su confirmaci¨®n deber¨ªa garantizarnos una segunda legislatura caracterizada por la normalidad, en fuerte contraste con la anterior, muy afectada por la excepcionalidad de los acontecimientos que la hicieron nacer. De ah¨ª que, durante su primera legislatura, el presidente por accidente que parec¨ªa Zapatero viese seriamente cuestionada su legitimidad de origen, marcado como estaba por una especie de pecado original que permit¨ªa deslegitimarle con raz¨®n y sin ella. Y ahora ya no es as¨ª, pues su inequ¨ªvoca reelecci¨®n en condiciones de normalidad democr¨¢tica le ha conferido (y confirmado retrospectivamente) una plena legitimidad que ya es por fin incuestionable. A partir de ahora miraremos a Zapatero con otros ojos, ya que su figura ha quedado magnificada al asentarse y consolidarse en el cargo. Por eso es posible que su segunda legislatura sea m¨¢s serena que la anterior, pues el nuevo Zapatero tendr¨¢ m¨¢s prudencia y seguridad en s¨ª mismo.
Pero si su reelecci¨®n no ha constituido sorpresa alguna, el 9-M s¨ª que nos ha deparado a cambio dos sorpresas inesperadas. La primera es la muy elevada participaci¨®n electoral, que no previeron los sondeos y que no corresponde a unas elecciones de continuidad, pues cuando toca reelegir al gobernante tras su primera legislatura, la abstenci¨®n suele ser m¨¢s alta (as¨ª ocurri¨®, en efecto, con la reelecci¨®n de los tres presidentes anteriores). Y la segunda sorpresa es que semejante incremento de la participaci¨®n electoral no ha penalizado en absoluto a la oposici¨®n, tal como preve¨ªan los expertos (incluidos los del PP, seg¨²n confesi¨®n del se?or Elorriaga al Financial Times). Por el contrario, la derecha ha ascendido mucho en votos, porcentaje y esca?os, estrechando claramente la ventaja de la izquierda reelegida. Tanto es as¨ª que, de no ser por Catalu?a, el PP habr¨ªa ganado las elecciones en el resto de Espa?a. Una sorpresa muy deprimente, pues implica que el electorado ha recompensado una forma de hacer oposici¨®n tan sucia, falaz e ileg¨ªtima que deber¨ªa haber merecido un voto de castigo.
?C¨®mo se explica este sorprendente ascenso de la derecha? La causa directa es el refuerzo del bipartidismo por efecto del crispado clima de enfrentamiento y polarizaci¨®n, que ha empujado a los indecisos a las urnas para impedir la victoria del bando m¨¢s temible. Pero este ascenso del voto ¨²til no se ha repartido equitativamente entre derecha e izquierda, pues el transfuguismo ha beneficiado en mayor medida a aqu¨¦lla que a ¨¦sta. En efecto, el PSOE ha absorbido 650.000 votos republicanos (IU + ERC), adem¨¢s de 100.000 nacionalistas, pero tambi¨¦n ha sufrido una hemorragia de 700.000 votos hacia su derecha (PP + UPD). Lo que demuestra que la polarizaci¨®n ha inducido a centristas y moderados (las clases medias urbanas) a tomar partido, decant¨¢ndose en mayor medida por la derecha. Es ¨¦sta una corriente de fondo que desmiente la presunta ubicaci¨®n del electorado en el centro izquierda, reabriendo una preocupante fisura entre las dos Espa?as a uno y otro lado de la simb¨®lica frontera del Ebro.
Un deslizamiento a la derecha que ha sido provocado por la estrategia de la crispaci¨®n esgrimida por el PP y sus medios afines a todo lo largo de la anterior legislatura. Por eso la inquietante pregunta que hay que plantearse ahora es ¨¦sta: ?continuar¨¢ la derecha espa?ola engolfada durante la pr¨®xima legislatura en su rentable estrategia de la crispaci¨®n, que tan buenos aunque insuficientes resultados le ha procurado esta vez? ?Creer¨¢n que su derrota se debe a la escasez de la dosis administrada, y que bastar¨¢ con intensificarla para que la clase media termine por darles la victoria en la pr¨®xima convocatoria?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.