Ofensiva contra el derecho al aborto
Estos d¨ªas en que el derecho a tener o no tener hijos vuelve a ser cuestionado, asistimos incr¨¦dulos al despliegue de una ofensiva antielecci¨®n que de nuevo enjuicia a los profesionales, pero que sobre todo conduce a las mujeres, una vez m¨¢s, ante los juzgados. Esta ofensiva obliga a estas mujeres a recordar un fracaso de la sexualidad, a revivir una intervenci¨®n que deber¨ªa estar sujeta a la m¨¢s absoluta intimidad, porque el recurso al aborto no es una decisi¨®n f¨¢cil, por mucho que algunos consideren esta opci¨®n arbitraria e irreflexiva. La virulencia con la que esta campa?a se ha desatado en Espa?a nos ha llevado a pensar que la situaci¨®n se circunscrib¨ªa a nuestro pa¨ªs. Sin embargo, una mirada puesta en las informaciones que nos llegan de otros lugares nos conduce a creer que la estrategia es m¨¢s global.
En el mundo se realizan cada a?o 42 millones de abortos, 20 de ellos en condiciones de riesgo
Como si se tratara de una estructura en red, los distintos grupos antiaborto, alentados no s¨®lo por la iglesia Cat¨®lica sino tambi¨¦n por determinadas fuerzas pol¨ªticas y sectores de la judicatura, est¨¢n aprovechando la ambig¨¹edad de algunos ordenamientos jur¨ªdicos para denunciar y alentar investigaciones contra los profesionales y contra las mujeres que se han sometido a esta intervenci¨®n sanitaria.
Asimismo, desde distintas plataformas integradas por destacados religiosos, profesores y te¨®logos de varios pa¨ªses europeos se intenta arrancar de la comunidad internacional el reconocimiento del derecho a la vida desde la concepci¨®n. En este marco, los sectores laicos en Italia acusan a la Iglesia de practicar una descarada injerencia en los asuntos civiles, pues Benedicto XVI lanz¨® a principios de a?o una campa?a para conseguir una moratoria mundial del aborto. Otra impactante iniciativa parte del mundo sanitario de la capital italiana: cuatro hospitales de Roma, que albergan otras tantas facultades de Medicina, han firmado un documento en el que piden terapias intensivas para los fetos que presenten signos de vida al t¨¦rmino de un aborto legal, incluso aunque la madre se oponga.
Sorprendentemente, algunas fuerzas pol¨ªticas que tradicionalmente han apoyado la libertad de elecci¨®n en torno al recurso del aborto, encuentran ahora destacadas disidencias en sus filas. Tal es el caso de los laboristas en Reino Unido. Uno de los pa¨ªses pioneros en la despenalizaci¨®n del aborto ha vivido estos d¨ªas el intento de un grupo de diputados cat¨®licos de forzar una votaci¨®n en el Parlamento para modificar la ley del aborto. El hecho es noticia porque algunos de esos diputados pertenec¨ªan a las filas del laborismo ingl¨¦s.
Mientras que los defensores de la libertad de elecci¨®n asistimos incr¨¦dulos a esta contienda en Occidente por el menoscabo de uno de los derechos sexuales y reproductivos b¨¢sicos de las mujeres, en otras partes del mundo ni siquiera se puede participar de la lucha por la consagraci¨®n de este derecho, porque simplemente no se considera una posibilidad.
Mientras este pulso de fuerzas tiene lugar, en el mundo se realizan 42 millones de abortos, 20 de ellos en condiciones de riesgo, de los cuales, el 97% en pa¨ªses en desarrollo. Las complicaciones derivadas causan la muerte a unas 80.000 mujeres al a?o, mientras que otras cientos de miles sufren lesiones temporales o permanentes, sangrado, lesiones de ¨®rganos internos e infertilidad. Adem¨¢s, un tercio de las mujeres hospitalizadas por complicaciones derivadas de un aborto son j¨®venes menores de 20 a?os.
Esto demuestra que hay una clara relaci¨®n entre pobreza y aborto inseguro, pero tambi¨¦n entre legislaci¨®n restrictiva y aborto; porque la realidad se ha encargado de demostrar que ning¨²n l¨ªmite legal puede impedir que una mujer que se ve abocada a un aborto lo lleve a cabo.
Desde la Asociaci¨®n de Cl¨ªnicas Acreditadas para la Interrupci¨®n del Embarazo (ACAI) nos gustar¨ªa que en esta contienda en la que nos vemos inmersos no perdi¨¦ramos la perspectiva de estos hechos. Cuando la comunidad internacional reconoce en la Conferencia Mundial sobre la Mujer (Pek¨ªn, 1995) que "los derechos humanos de las mujeres incluyen el derecho a decidir libre y responsablemente sobre su sexualidad, incluida la salud sexual y reproductiva..." se est¨¢ reconociendo el derecho a decidir sobre la fecundidad. Y para poder ejercer ese derecho, hombres y mujeres recurren a m¨¦todos anticonceptivos, pero tambi¨¦n al aborto, una opci¨®n que a veces es la ¨²nica para muchas mujeres. No podemos, por tanto, desligar la salud sexual y reproductiva del recurso al aborto.
ACAI considera que los distintos agentes sociales, sanitarios y gubernamentales deber¨ªamos ser capaces de asegurar interrupciones del embarazo seguras, que impidan la muerte de miles de mujeres cada a?o. En todos los casos, las mujeres deber¨ªan tener acceso a la informaci¨®n, a servicios de calidad y a orientaci¨®n en materia de anticoncepci¨®n. Porque tal como se explicita en el Plan de Acci¨®n de la Conferencia Internacional de Poblaci¨®n y Desarrollo (El Cairo, 1994) "...las mujeres con embarazos no deseados deber¨ªan tener acceso r¨¢pido a informaci¨®n fiable... acceso a servicios de calidad para el tratamiento de las complicaciones causadas por el aborto..." al tiempo que "...todos los gobiernos son llamados a tratar el impacto del aborto inseguro".
El aborto es un derecho de todas las mujeres, dentro y fuera de nuestras fronteras, y cualquier fisura en los derechos conquistados en los pa¨ªses desarrollados supone un retroceso en los dem¨¢s. Queremos recordar a los promotores de las campa?as antielecci¨®n que la vida de cualquier mujer est¨¢ por encima de cualquier lucha pol¨ªtica e ideol¨®gica.
Eva Rodr¨ªguez Armario es presidenta de la Asociaci¨®n de Cl¨ªnicas Acreditadas para la Interrupci¨®n del Embarazo (ACAI).
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