Los cotilleos sobre los famosos no salen gratis
Un tribunal condena a fuzz.fr por difamaci¨®n
Primera condena a una web construida por internautas. El Tribunal de Segunda Instancia de Par¨ªs fall¨® el pasado jueves contra fuzz.fr, Tambi¨¦n ha fallado en contra de otros dos portales de neturaleza parecida (difusi¨®n de cotilleos relativos a famosos ofrecidos por los propios internautas) al estimar en su sentencia que el acto de publicaci¨®n ha de ser comprendido no como un simple acto material, sino como la voluntad de poner al p¨²blico en relaci¨®n con mensajes seleccionados.
En el origen de la sentencia est¨¢ una reclamaci¨®n de Olivier Martinez (Vidas ajenas, Infiel) contra fuzz.fr. Para el actor franc¨¦s, hablar de su inminente matrimonio con la cantante australiana Kylie Minogue era inmiscuirse en su vida privada. El tribunal parisiense le ha dado la raz¨®n condenando a fuzz.fr a pagarle 1.000 euros por da?os y perjuicios al tiempo que obligaba a su editor a asumir 1.500 euros de costas judiciales.
El sitio fuzz.fr, como el espa?ol meneame.net se alimenta en gran parte de informaciones aportadas por internautas. Nadie comprueba su veracidad y son difundidas y permanecen accesibles en funci¨®n de la demanda. Todo lo relativo al enlace con la que ya fue su compa?era sentimental durante algunos a?os no gener¨® ninguna oleada de curiosidad, pero el actor ha llevado ante los tribunales nada menos que a 25 portales. De momento ha obtenido la condena de tres.
Es un d¨ªa negro para el portal franc¨¦s de contenidos colaborativos, pues el tribunal acaba de abrirle la puerta a todo tipo de procedimientos judiciales, dijo el creador de fuzz.fr, Eric Dupin. El abogado de Martinez lo ve¨ªa como el de una gran victoria: La sentencia crea jurisprudencia. Los sitios de Internet no se limitan a alojar mensajes sino que los difunden. Desempe?an un papel parecido al de un editor y, como tales, est¨¢n obligados a respetar las vidas privadas. Para el abogado de fuzz.fr, un sitio de Internet no tiene ning¨²n control sobre las informaciones que se depositan en ¨¦l. Es como si se condenase al quiosquero por lo que dice una de las publicaciones que vende.
El abogado Olivier Iteanu, especializado en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, asegura que la sentencia es muy interesante, pero se trata tan s¨®lo de un nuevo episodio en el camino por distinguir entre lo que es una simple prestaci¨®n t¨¦cnica y una labor de editor.
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