Domesticados y seducidos
La interpretaci¨®n del Requiem de Verdi confirm¨® una impresi¨®n surgida al poco de nacer la Orquesta de la Comunidad Valenciana, y reafirmada a lo largo de su trayectoria: Lorin Maazel tiene totalmente domesticados (y/o seducidos) a los m¨²sicos que la componen. El t¨¦rmino "domesticar" no tiene aqu¨ª un significado negativo. Profesores y director sabr¨¢n, mucho mejor que nadie, si se trata de miedo, sugesti¨®n, sabidur¨ªa o una combinaci¨®n de todo ello. Pero la realidad, para el que escucha, es que con Maazel responden, casi siempre, cohesionados como no sucede con otras batutas, exceptuando, quiz¨¢s, la de Zubin Mehta. La cohesi¨®n no se refiere s¨®lo al ajuste m¨¦trico -levemente fallido, por ejemplo, al principio del Dies irae-, sino al esp¨ªritu, a la unificaci¨®n de criterios, a la sumisi¨®n de cien concepciones previas -en este caso sobre Verdi y su Requiem- a la mirada de Maazel. Una sumisi¨®n, sin embargo, c¨¢lida, expresiva -aunque sea la expresi¨®n de otro-, que transmite al p¨²blico, con toda la tensi¨®n, el desgarramiento y la ternura, el homenaje que Verdi rindi¨® a Manzoni... tal como lo siente Maazel. Quiz¨¢ no haya otra manera de funcionar en una gran orquesta: el metr¨®nomo gigante de Fellini no sirve. Se ruega, sin embargo, no hacer transposiciones a otros ¨¢mbitos sociales o art¨ªsticos. Ni siquiera la m¨²sica de c¨¢mara requiere tal domesticaci¨®n.
REQUIEM DE VERDI
Solistas: Micaela Carosi, Elena Maximova, Vittorio Grigolo, Ren¨¦ Pape. Orquesta y Coro de la Comunidad Valenciana. Director: Lorin Maazel. Palau de les Arts. Valencia, 28 de marzo de 2008.
En cualquier caso, Maazel transfiri¨® a los instrumentistas una concepci¨®n muy dram¨¢tica, con silencios tensos, iluminaci¨®n de los contrastes (la muerte vista desde el aspecto m¨¢s terror¨ªfico hasta el m¨¢s tierno), una gama din¨¢mica ampl¨ªsima pero controlada (con excepci¨®n, quiz¨¢s, de los finales del Sanctus y del Libera me, un poco desmadrados), y el hedonismo sonoro que suele destilar su batuta.
El coro tambi¨¦n pareci¨® responder a la "domesticaci¨®n" de Maazel, sobre la base, sin duda, del trabajo diario de Francisco Perales. A destacar la limpidez con que cada cuerda son¨®, diferenciada y ajustada a la vez, en el inicio de la obra. En cuanto a los solistas, y siguiendo con el tema de la seducci¨®n (en este caso del p¨²blico, por el trabajo y belleza de cada voz), la n¨²mero uno correspondi¨® al bajo. Y luego, por este orden, a la mezzo, soprano y tenor.
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