Fidel sigue al mando... en Miami
El exilio sostiene que nada ha cambiado en Cuba y exige pasos hacia la apertura real
Cuando, el 19 de febrero, los periodistas se precipitaron sobre la Calle 8 de Miami para recoger la reacci¨®n del exilio cubano a la renuncia de Fidel Castro a su cargo de presidente de la Rep¨²blica encontraron el buen caf¨¦ de siempre en el Versailles, pero ninguna actividad pol¨ªtica que reportar. Desde entonces, la situaci¨®n no ha cambiado. La populosa comunidad cubana de Florida y del resto de EE UU, siempre tan sensible a los acontecimientos en su pa¨ªs y tan ruidosa en sus reivindicaciones, recibe sin alterarse las noticias que llegan de la isla sobre promesas, nombramientos y posibles cambios.
Algunos han interpretado esa pasividad como una prueba de desmovilizaci¨®n de un exilio en el que los viejos dirigentes han desaparecido o se han visto sobrepasados por nuevas generaciones con criterios m¨¢s templados. Ciertamente, el exilio qued¨® seriamente herido por el episodio del ni?o Eli¨¢n; adem¨¢s, el paso del tiempo ha impregnado Miami de un tono de abatimiento y escepticismo.
Como dicen aqu¨ª, Miami es "el mayor ¨¦xito de la revoluci¨®n cubana"
El exilio puede aportar su experiencia de una vida en libertad
Pero ¨¦sta es a¨²n una comunidad poderosa, consciente del papel relevante que puede jugar en el momento en que las condiciones pol¨ªticas lo permitan. Miami sigue siendo, como dicen los cubanos de aqu¨ª, "el mayor ¨¦xito de la revoluci¨®n". Su pasividad en relaci¨®n con los ¨²ltimos acontecimientos en Cuba, m¨¢s que con su debilidad, parece tener que ver con su incredulidad.
"En Cuba no ha pasado nada", asegura Jos¨¦ Pepe Hern¨¢ndez, presidente de la Fundaci¨®n Nacional Cubano-Americana (FNCA), que, dentro del vac¨ªo de liderazgo que el exilio vive desde hace a?os, representa la mayor organizaci¨®n pol¨ªtica y la m¨¢s influyente en Washington. "Nosotros sabemos cu¨¢ndo y de qu¨¦ manera reaccionar, y ahora no hay ninguna raz¨®n para hacerlo", afirma Hern¨¢ndez, un moderado que recogi¨® el testigo del desaparecido Jorge M¨¢s Canosa.
"Fidel sigue siendo el que manda en Cuba, no hay ninguna renuncia", opina Armando P¨¦rez Roura, un l¨ªder de l¨ªnea radical que es a¨²n, gracias a su programa en Radio Mamb¨ª, la voz m¨¢s escuchada del exilio. "Llegar¨¢ el momento de salir a la calle, pero hay que ver al muerto primero".
Otto Reich, que fue subsecretario de Estado para Am¨¦rica Latina en esta Administraci¨®n, asegura que la fuerza del exilio est¨¢ intacta. "Si no se ha movilizado es porque est¨¢ demasiado ocupado en ser exitoso como para preocuparse de la sucesi¨®n familiar y transitoria castrista", dice.
La fuerza potencial del exilio cubano es enorme. Con un producto interior bruto superior al de toda la isla y una capacidad de influir en la pol¨ªtica norteamericana muy por encima de su n¨²mero de votos, el exilio est¨¢ llamado a participar de forma decisiva en la reconstrucci¨®n de una Cuba democr¨¢tica.
El riesgo es que, para cuando llegue ese momento, los exiliados, despu¨¦s de medio siglo de esfuerzos y a?oranza, pueden haber quedado marginados del juego pol¨ªtico. "Eso es desde luego lo que va a intentar el r¨¦gimen", advierte Carlos Saladrigas, el principal representante en la actualidad del sector del exilio partidario de tender puentes con La Habana. "El sue?o de Ra¨²l Castro", cree Saladrigas, "es llegar a entenderse directamente con Washington, sin tener que pasar por la intermediaci¨®n del exilio".
Los movimientos que el r¨¦gimen cubano ha hecho en los ¨²ltimos meses no son los que durante a?os se preve¨ªan en Miami. "Al final no ha habido un d¨ªa despu¨¦s, sino 18 meses despu¨¦s", recuerda Hern¨¢ndez.
Esta larga transferencia del poder en vida por parte de Fidel Castro ha cogido por sorpresa a algunos dirigentes del exilio, que siempre apostaron al final abrupto una vez desaparecido el mayor de los Castro. No ha sido as¨ª. El Gobierno cubano se las ha arreglado para manejar la situaci¨®n de la forma m¨¢s favorable para sus intereses. Y eso ha generado cierta confusi¨®n.
"No existe frustraci¨®n entre los que nada esper¨¢bamos", dice P¨¦rez Roura. Pepe Rodr¨ªguez, sin embargo, reconoce la habilidad del Gobierno cubano, pero a?ade que se trata de un ¨¦xito relativo y temporal. "Es una situaci¨®n sin salida", afirma, "todo lo que ha hecho el r¨¦gimen es retrasar la crisis interna, no evitarla". "No s¨¦ c¨®mo puede decirse que el Gobierno de Castro puede estar ganando la partida cuando no tiene ni para darle de comer al pueblo. Lo ¨²nico que ha hecho ha sido pasar el mando de un anciano Castro a un viejo Castro", a?ade Reich.
En ¨²ltima instancia, seg¨²n P¨¦rez Roura, "no se trata de ganar ninguna jugada". "De lo que se trata", dice, "es de conseguir la democracia que queremos para Cuba, y lo que ha ocurrido no tiene nada que ver con eso".
P¨¦rez Roura es una de las personas con las que se re¨²ne de vez en cuando el presidente George W. Bush para orientar su pol¨ªtica hacia Cuba, que en estos momentos coincide plenamente con la interpretaci¨®n mayoritaria que se hace en Miami. "?ste es el mismo sistema, las mismas caras y las mismas pol¨ªticas que condujeron a Cuba a la miseria actual", declar¨® Bush el 7 de marzo.
Es una declaraci¨®n contraproducente para cubanos como Saladrigas, partidarios de aprovechar cualquier rendija que presente el r¨¦gimen para colarse. Y en todo caso, es una declaraci¨®n que muchos cubanos de Miami comparten y agradecen, pero que, en ¨²ltima instancia, no servir¨¢ para resolver el conflicto que mantiene fuera de su patria a un mill¨®n y medio de personas.
"Como se ha demostrado, Estados Unidos puede vivir con una Cuba comunista", afirma Pepe Rodr¨ªguez. Los que tienen que buscar una salida a la situaci¨®n actual, en opini¨®n de Rodr¨ªguez y de otra mucha gente en Miami, son los propios cubanos. "El final de esto tiene que ser una transici¨®n pactada entre cubanos", a?ade el presidente de la FNCA, "no entre Bush y Ra¨²l Castro ni entre Zapatero y Ra¨²l Castro".
Para ese pacto, el exilio, aparte de su dinero y su influencia, dice poder aportar su experiencia de una vida en libertad. "El destierro es el laboratorio de la Cuba democr¨¢tica", declara P¨¦rez-Roura. "Los exiliados que esperan regresar a la Cuba de los a?os cincuenta son poqu¨ªsimos. La mayor¨ªa saben que aquel pa¨ªs fue destrozado como en una guerra y que hay que construir un pa¨ªs nuevo y moderno", afirma Reich.
Es evidente que este exilio no es la gusanera a la que despectivamente alude la propaganda oficial cubana. Aunque dominado a¨²n por fuerzas pol¨ªticas conservadoras, la comunidad cubana se ha ido nutriendo de una savia joven de 45.000 nuevos exiliados cada a?o (seg¨²n los c¨¢lculos de la FNCA) y recoge hoy una mayor diversidad de ideas y propuestas pol¨ªticas. Por primera vez, el Partido Dem¨®crata desaf¨ªa el predominio republicano sobre los tres esca?os del Congreso en manos cubanas en Miami.
La Fundaci¨®n Nacional Cubano-Americana ha distribuido entre los cubanos de EE UU, con intenci¨®n de ayudarles a decidir su voto en las pr¨®ximas elecciones presidenciales norteamericanas, un folleto en el que se recogen las entrevistas sostenidas por miembros de esa organizaci¨®n con los tres candidatos actuales. Todos ellos coinciden en lo esencial: un apoyo expreso al exilio cubano y a su reivindicaci¨®n de una Cuba democr¨¢tica.
Con todas las reservas que deban ponerse a las promesas hechas en una campa?a electoral, ¨¦sta es una garant¨ªa de supervivencia para el exilio y una carta muy importante para utilizar en el futuro de Cuba. El conflicto y las dudas llegan, como en esas partidas de domin¨® en el Versailles, a la hora de decidir c¨®mo y cu¨¢ndo usar esa carta.
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