El poder de lo que no existe
Jean Nouvel es un fajador al que le gusta el riesgo. Ha renacido varias veces de sus cenizas y sigue empujando con la testuz, como si fuera el ¨²nico jugador que queda de la m¨ºl¨¦e del sesentayocho, aquella vanguardia charlatana y noct¨¢mbula, que ya no confunde el vino malo con el Ch?teau Margaux, pero que sigue ti?endo de rojo y negro los lugares por donde pasa. El negro, que antes era el color de los adoquines de asfalto, viste ahora con texturas, brillos y transparencias a aquellos chicos malos. Las luces rojas de ne¨®n de los garitos de carretera balizan ya la noche de los palacios de ¨®pera donde se representan tristanes.
Nouvel ha introducido en escena materiales que no existen: la transparencia, el reflejo, la imagen cinematogr¨¢fica, la emoci¨®n, la indeterminaci¨®n, el v¨¦rtigo, el instante... Cada d¨ªa es m¨¢s cierto su principal aserto: "El futuro de la arquitectura no es arquitect¨®nico". Con ¨¦l, la arquitectura cada vez es menos disciplina, m¨¢s paisaje, m¨¢s estrategia, m¨¢s comunicaci¨®n, m¨¢s cine.
Si, como canta Claude Nougaro, sobre la pantalla negra de mis noches en blanco me monto pel¨ªculas, es por Jean Nouvel. Las im¨¢genes que el sue?o del detective Sam Spade, tumbado en la cama, proyecta sobre el techo de su habitaci¨®n existen ya en un hotel de Lucerna. La torre sin finales, que Nouvel quiso construir y no pudo en el barrio de La D¨¦fense de Par¨ªs, est¨¢ recreada virtualmente en un par de planos generales de Hasta el fin del mundo de Wim Wenders. Nouvel ha conseguido que se funda la realidad y la ficci¨®n, el instante y la eternidad. Ha a?adido a la arquitectura la conciencia de eternidad que sugiere la fugacidad de un instante.
Javier Mozas es arquitecto y director de la revista a+t.
Babelia
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