?Eres baduista?
New Amerykah, el nuevo disco de Erykah Badu, cuenta en clave hip hop las penas del gueto y su paisaje
Cuenta la cr¨®nica sentimental que la se?orita Erica Wright, de Dallas, Tejas, se cambi¨® a temprana edad su nombre de esclava por el musulm¨¢n, que viene a decir "la luz de la verdad". Cuentan tambi¨¦n que en su primera adolescencia se inici¨® en esa caudalosa religi¨®n que desde los inicios del hip hop (en su caso con A Tribe Called Quest, The Roots y Arrested Development) hasta este a?o de elecciones presidenciales con candidato negro en la palestra no ha cesado de producir interesantes momentos de fe, de verdad y de verdadero ¨¦xito musical. Su primer angelote, para que nos entendamos, fue D'Angelo y en la actualidad Erykah comparte hogar e inspiraci¨®n con Andr¨¦ Benjamin, de Outkast, otro querub¨ªn.
Desde el eclipse de Diana Ross, del mutis de Lauryn Hill, de las desgracias de Whitney nadie parece contenderle el cetro de las divas del soul a la princesa Erykah, por mucho que en el swinging London de ahora mismo presuman en este momento de la turbulenta Amy Winehouse. No es lo mismo. Entre el culto negro-acad¨¦mico de la inglesa y la cultura de cuna y desafiante black-music de la tejana media un oc¨¦ano de diferencias y una lectura desafiante: las penas de rehabilitaci¨®n de Amy no son los infiernos de la adicci¨®n en el gueto relatados por Erykah.
Cuando este ¨²ltimo verano miss Badu compareci¨® ante el p¨²blico madrile?o en un inolvidable concierto al aire libre supimos un poquito m¨¢s acerca de su verdadera religi¨®n. Las cosas m¨¢s fuertes que puedas imaginar sobre Dios y el crack y el calibre de un rev¨®lver pueden salir de esa boca con el adem¨¢n de estar en un sal¨®n de manicura. Segundo y m¨¢s importante: el baduismo es familia y la madre sac¨® al escenario a su peque?a como expresando al mundo que todo lo que importa es saber cantar a tiempo una canci¨®n de cuna.
New Amerykah, la nueva entrega de la doctrina baduista aparecida estos d¨ªas es otra t¨®rrida sesi¨®n de sonidos negros en la que vamos pasando de los apabullantes climas funky a esa intimidad maullada en la que este gran felino saca a relucir las penas del gueto y predica con cierta iron¨ªa los paisajes de su gente en esa nueva Amerikah (as¨ª, muy kafkiana) que reza el t¨ªtulo. Nada decae durante esta exuberante inmersi¨®n hedonista y lujuriosa: si por momentos te parece estar entre la bulla de la familia Stone, al siguiente paso vuelves a flotar en las pl¨¢cidas aguas de la sweet music del inolvidable Marvin Gaye. Si en un momento te imaginas las macarradas de Tarantino, la llamarada sexual de los Ohio Players, por otro pareces seguir anclado a una vieja producci¨®n de la Motown de las de toda la vida. Hay hip hop, claro que s¨ª, pero m¨¢s que nada porque el rap es ya la imagen de marca de la cultura afroamericana, quiz¨¢s una revoluci¨®n que la historia determinar¨¢ si tan importante como el blues.
El caso es que otra vez parece abrirse una grieta contra el materialismo del gansta rap y sus pesadas cadenas de oro. Cada vez es m¨¢s evidente que los pesados adoradores del becerro de oro que llenan la MTV no son los m¨¢s aconsejables compa?eros de viaje para esa cultura afroamericana que s¨ª encuentra en personajes como Erykah un nuevo Mohamed Al¨ª en el que identificar su peregrinaci¨®n por la tierra de las promesas. S¨®lo que los pu?os en primer plano del disco y la melena afro parecen aludir esta vez a un combate mucho m¨¢s dulce, interracial y provechoso que en la ¨¦poca de Malcolm X. -
New Amerykah est¨¢ editado por Universal-Motown.
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