El Renacimiento en el norte de Mallorca
Cuando uno escucha que el per¨ªmetro almenado del edificio central de Sa Bassa Blanca se construy¨® en forma de hojas triangulares dentadas para facilitar la compenetraci¨®n del cielo y la tierra, sabe que se encuentra ante algo importante. Lo explica la suave voz de la escultora Yannick Vu (Saint Paul de Vence, 1942), quien junto al tambi¨¦n artista Ben Jakober (Viena, 1930) ha levantado un recinto de ensue?o, casi un reverso -por humanizado- del bosque sagrado de Bomarzo en Italia.
La fundaci¨®n que lleva el nombre de ambos creadores se encuentra en una extensa finca del norte de Mallorca, en la zona de Alcanada, cerca del muy tur¨ªstico puerto de Alc¨²dia, pero resguardada en su magn¨ªfico aislamiento de las ruidosas emanaciones que de ah¨ª proceden. Tras recorrer la arteria central que cruza la isla entre Palma y Alc¨²dia, para llegar hasta ese valle que muere en el mar, de aire toscano, hay que sortear un ¨²ltimo tramo en extremo bacheado, por un camino sin asfaltar que atraviesa un paisaje caracter¨ªstico de la zona, con amplios pinares mediterr¨¢neos, acebuches y algarrobos.
Conviene salir a coger aire al frondoso patio central donde se suceden limoneros, jazmines y damas de noche
Al final del trayecto nos espera el Renacimiento, un sue?o de totalidad en el que no s¨®lo se funden, literalmente, cielo y tierra, tierra y mar, cielo y mar, sino tambi¨¦n naturaleza y humanismo, la sabia combinaci¨®n perseguida por los cl¨¢sicos. Para acceder al recinto es preciso realizar una reserva telef¨®nica, lo que conlleva disponer de visita guiada, de mi¨¦rcoles a s¨¢bado, a trav¨¦s de los sorprendentes recovecos de Sa Bassa Blanca. Cada martes es d¨ªa de puertas abiertas.
Un paseo inicial por el exterior nos predispone r¨¢pidamente a dejarnos llevar por el asombro. Conviene ir de extremo a extremo de la finca antes de entrar en sus museos subterr¨¢neos y en el caser¨®n de estilo ¨¢rabe. En uno de sus flancos, nos toparemos con el monumento megal¨ªtico que, con forma de elipse, han creado Ben Jakober y Yannick Vu acarreando grandes piedras calc¨¢reas de la monta?a mallorquina. Estamos ya ante una declaraci¨®n de intenciones, una r¨²brica imponente, que nos aclara la voluntad de trascendencia temporal que anima este recinto. En el otro flanco, en la parte norte, junto a la casa restaurada del capit¨¢n del ej¨¦rcito franquista que ocup¨® la finca antes de que fuera ganada para una causa m¨¢s noble, la monta?a se amansa en el mar y la vista, obsequiosa con el visitante, deslumbra.
A lo largo del recorrido entre esos dos puntos, atravesamos el Parque de Esculturas al aire libre. Lo forman, por una parte, una serie de recreaciones para ni?os de obras arquet¨ªpicas de la Antig¨¹edad. Los dos escultores le han puesto cara infantil a animales de culturas muy diversas, desde Egipto a China, desde la antigua Persia a Jap¨®n, invitando a los m¨¢s peque?os a dejarse seducir por la historia del arte. Por otro lado, el camino est¨¢ tambi¨¦n salpicado de obras conceptualmente m¨¢s refinadas, como la biblioteca de libros de piedra de Ben Jakober, o su homenaje a los muertos inocentes de la Revoluci¨®n Francesa, en forma de guillotina en la que se inscribe el recuerdo de esos olvidados de la Historia, que no siempre se detiene en los detalles.
Tras esta primera inmersi¨®n en el recinto, llega la hora de acceder a sus interiores. Empezamos por el espacio Sokrates, variopinta ¨¢rea expositiva subterr¨¢nea, que, entre otras obras, acoge una espectacular cortina de cristales de la firma Swarovski, formada por 10.000 piezas; un esqueleto f¨®sil completo de un rinoceronte lanudo siberiano del pleistoceno superior; la obra Pintor sobre el cuadro (1983) de Miquel Barcel¨® y, lo m¨¢s ins¨®lito, una peque?a c¨¢mara con la instalaci¨®n de Ben Jakober y Yannick Vu titulada Misterium Anatomicum (2001). En ella, dos esqueletos din¨¢micos copulan mientras un v¨ªdeo muestra im¨¢genes de la sobreexcitaci¨®n cerebral durante la efusi¨®n sexual y emocional. Una recreaci¨®n de la "peque?a muerte" del orgasmo, una inversi¨®n contempor¨¢nea del memento mori (recuerda que vas a morir), tan caro a la representaci¨®n de difuntos en la historia del arte.
De un aljibe subterr¨¢neo a otro. Nos aguarda ahora la colecci¨®n Nins (ni?os), pacientemente atesorada desde hace 40 a?os por ambos artistas. Consta de m¨¢s de 150 retratos de cr¨ªos -no todos ellos expuestos, ya que es habitual que una parte circule por museos de todo el mundo- provenientes de diferentes pa¨ªses europeos. Predominan los infantes de la realeza o de la nobleza, con rostros en ocasiones m¨¢s bien poco ani?ados. Una colecci¨®n ¨²nica, que re¨²ne una parte de la historia del retrato infantil desde el siglo XVI al XIX.
Con la sensibilidad ya ejercitada, entramos en el caser¨®n principal, dise?ado en 1978 por el arquitecto egipcio Hassan Fathy, un edificio de reminiscencias hispano-moriscas convertido en museo m¨²ltiple, en el que se encadenan una tras otra valiosas exposiciones permanentes, empezando por una sala dedicada a los artilugios biomec¨¢nicos de Rebecca Horn, continuando por otra consagrada a Domenico Gnoli y culminando en un espacio muy especial, con pinturas sobre seda y esculturas de uno de los principales nombres del arte vietnamita del siglo XX, Vu Cao Dam, padre de Yannick Vu. En otras estancias, una colecci¨®n muy heterog¨¦nea (con piezas del propio Jakober, Fuchs, Chillida, Max Ernst, Plessi y Miralda, entre otros) no concede un segundo de reposo a la mirada.
La visita a¨²n nos va a deparar una ¨²ltima r¨¢faga de asombros. Entre ellos, el artesonado mud¨¦jar, datado en 1498, que corona una de las habitaciones, as¨ª como la biblioteca en dos alturas, una suerte de alveolo central de edificio. En ella destaca una escultura de Jakober en forma de rueda realizada a base de libros. Al girar, simula el sonido y el trabajo de una fragua que, sin tregua, extrae energ¨ªa de los pozos del conocimiento. Una frase enmarcada en la sala pone el contraste y la denuncia respecto a todo aquello que hemos visto, una brutal demostraci¨®n del dogmatismo de las religiones monote¨ªstas: "Todos los libros excepto el Cor¨¢n deber¨ªan ser quemados; si no dicen lo mismo que el Cor¨¢n son pecaminosos y deben arder; si dicen lo mismo, entonces eso mismo lo dijo mejor el Cor¨¢n y por tanto deben arder tambi¨¦n". Conviene salir a coger aire al frondoso patio central de inspiraci¨®n granadina donde se suceden limoneros, jazmines y damas de noche. Y si es mayo o junio, nada mejor que culminar el periplo en el imponente y variad¨ªsimo jard¨ªn de rosas.
Es imposible no percibir cierta congoja en los rostros y en las palabras de Ben Jakober y Yannick Vu a la hora de la despedida. ?Qu¨¦ futuro le espera a este legado? La duda se dibuja en sus miradas. ?Qui¨¦n escucha esos ojos que de repente parecen entristecerse? -
www.fundacionjakober.org/
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