Cuando T¨¢nger era Casablanca
?ngel V¨¢zquez, autor de La vida perra de Juanita Narboni, fue un ser atormentado. Sus cuentos, recuperados ahora, subrayan su malditismo
Como cada a?o la pel¨ªcula gana nuevos espectadores maravillados, quiz¨¢ convenga recordar que, pese a su expl¨ªcito t¨ªtulo, la ciudad protagonista de Casablanca es, en realidad, T¨¢nger. Durante la II Guerra Mundial fue T¨¢nger, y no Casablanca, el refugio norteafricano de los que hu¨ªan de las brutalidades que asolaban Europa, y muy en particular de los jud¨ªos que escapaban de los nazis. Pero por razones que ahora no recuerdo, los productores del filme interpretado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman llamaron Casablanca a una historia que, como ellos sab¨ªan, s¨®lo pod¨ªa haber ocurrido en un T¨¢nger canalla, cosmopolita y de due?o incierto.
Uno de aquellos expatriados en T¨¢nger era el se?or Hollander, un jud¨ªo h¨²ngaro salvado de la hoguera por el diplom¨¢tico ?ngel Sanz Briz, el Schindler espa?ol. Pues bien, el siempre emprendedor se?or Hollander abri¨® en la ciudad un negocio de import-export y a tal efecto emple¨® a un tangerino de nacionalidad espa?ola llamado ?ngel V¨¢zquez como secretario y traductor. ?ngel V¨¢zquez y ¨¦l formar¨ªan durante un cierto tiempo una curios¨ªsima simbiosis: s¨®lo el espa?ol era capaz de entender lo que chamullaba el h¨²ngaro.
El T¨¢nger internacional en el que naci¨® y vivi¨® ?ngel V¨¢zquez era m¨¢s maquillaje que cuerpo, m¨¢s decorado que gui¨®n
Seg¨²n sus escasos amigos -Haro Tecglen, Sanz de Soto, Benlyazid-, ?ngel V¨¢zquez se parec¨ªa mucho a Juanita Narboni
Esto ¨²ltimo lo cuenta Emilio Sanz de Soto en uno de los art¨ªculos que preceden a la edici¨®n por Pre-Textos de un pu?ado de relatos cortos de ?ngel V¨¢zquez (El cuarto de los ni?os y otros cuentos). Es muy de agradecer que a Sanz de Soto, que falleci¨® el pasado oto?o, le diera tiempo para perge?ar una semblanza personal de su paisano ?ngel V¨¢zquez tan rica en an¨¦cdotas esclarecedoras. Y cabe tambi¨¦n congratularse porque la editorial valenciana haya rescatado estos cuentos del autor de La vida perra de Juanita Narboni, que quiz¨¢ sea la m¨¢s maldita de las novelas espa?olas del siglo XX.
En otra de las notas que preceden a la antolog¨ªa, el propio ?ngel V¨¢zquez nos cuenta que naci¨® en T¨¢nger una noche de junio de 1929, un mes y medio antes de lo previsto y en mitad de una fiesta a la que asist¨ªa su madre, Mariquita Molina, conocida en la ciudad como la Sombrerera puesto que ten¨ªa una tienda que vend¨ªa esas prendas imprescindibles para la dama y el caballero elegantes de entonces. Para anestesiar a la parturienta, la anfitriona, madame Brusson, la emborrach¨® con champ¨¢n. Y para que el beb¨¦ prematuro pudiera sobrevivir fue entregado a una negra de Larache para que le amamantara.
Ya est¨¢n aqu¨ª, en clave c¨®mica, buena parte de ?ngel V¨¢zquez y buena parte del T¨¢nger alucinante de los a?os veinte, treinta, cuarenta y cincuenta del pasado siglo. Y digo en clave c¨®mica porque la vida de ?ngel V¨¢zquez fue tambi¨¦n -y sobre todo- terrible por lo que tuvo de pobreza, alcoholismo y falta de reconocimiento de su condici¨®n de gran escritor; al igual que el T¨¢nger de ese periodo no se limit¨® a un sarao permanente de millonarios, escritores y artistas occidentales, sino que tuvo su reverso en la marginaci¨®n de los llamados "ind¨ªgenas" -o sea, los moros- que tan bien expresar¨ªa ese otro gran tangerino que fue Mohamed Chukri.
Emilio Sanz de Soto sol¨ªa decir que T¨¢nger fue "una deliciosa mentira". Los dos t¨¦rminos de la ecuaci¨®n -"deliciosa" y "mentira"- est¨¢n muy bien tra¨ªdos. Ciudad abierta y de gobierno internacional en un Marruecos colonizado en su parte m¨¢s feraz por Francia y en la m¨¢s agreste por Espa?a, T¨¢nger ofrec¨ªa, s¨ª, amparo a disidentes de muy variado pelaje; era, s¨ª, multicultural, pol¨ªglota y tolerante, y, s¨ª, asombraba por su belleza y por las muchas juergas que ten¨ªan lugar en sus villas y hoteles. Pero T¨¢nger tambi¨¦n era clasista, sucia, violenta y cosas peores. Como sus parientes Alejandr¨ªa y Beirut, era m¨¢s maquillaje que cuerpo, m¨¢s decorado que gui¨®n, m¨¢s labia que acci¨®n. ?Una forma de vivir? S¨ª, dig¨¢moslo as¨ª.
En el obituario que public¨® en este peri¨®dico, Vicente Molina Foix vino a decir que Emilio Sanz de Soto, a¨²n siendo escritor y cineasta, pertenec¨ªa a esa categor¨ªa de seres cuyo personaje es muy superior a su obra. Es algo que ten¨ªan en com¨²n los artistas e intelectuales tangerinos del periodo internacional, fuesen moros, cristianos o jud¨ªos, se llamaran Sanz de Soto, Eduardo Haro Tecglen, Mohamed Chukri y hasta Paul y Jane Bowles. La vida tangerina -social para los occidentales; de b¨²squeda del condumio para los "ind¨ªgenas"- era tan intensa que dejaba poco tiempo, y escasas ganas, para escribir. Y si no hubiera sido porque con La vida perra de Juanita Narboni nos leg¨® una novela capital, ?ngel V¨¢zquez podr¨ªa haber sido como tantos otros paisanos suyos: alguien m¨¢s fecundo en promesas que en obras. Pero ese hilarante y desasosegante mon¨®logo interior femenino vale m¨¢s que un nutrido cat¨¢logo de best-sellers.
Publicada en 1976, cuando su autor ya viv¨ªa en Madrid, La vida perra de Juanita Narboni es tan tangerina como el Zoco Chico. Su principal valor es la protagonista: una espa?ola solterona, amargada y empobrecida de T¨¢nger que repasa casi medio siglo de vida de una ciudad de la que dice que es "como una caracola que va recogiendo los peores ruidos del mundo".
Obra de adoraci¨®n inici¨¢tica, esta novela ha sido llevada al cine en un par de ocasiones: en 1982 por Javier Aguirre con Esperanza Roy; en 2005 por Farida Benlyazid, con Mariola Fuentes. Entrevist¨¦ a Farida Benlyazid cuando preparaba su pel¨ªcula. Entre otras cosas, la cineasta marroqu¨ª dijo: "Juanita es incre¨ªble: la vida le ha pasado por delante sin que ella haya sabido agarrarse a nada; es una mujer hundida en la soledad y la locura, un personaje amargo, negativo, resentido y pat¨¦tico, y, sin embargo, la quieres desde el primer momento". Seg¨²n sus escasos amigos -los ya fallecidos Eduardo Haro Tecglen y Emilio Sanz de Soto, la propia Farida Benlyazid-, ?ngel V¨¢zquez se le parec¨ªa mucho.
El hijo de la Sombrerera era de f¨ªsico vulgar, triste y apocado en p¨²blico, muy dado a la botella y homosexual. Sanz de Soto rememora un di¨¢logo de ?ngel V¨¢zquez con Jane Bowles en el que el primero dice: "Odio a los efebos de esta playa de T¨¢nger, al que el rico turismo anglosaj¨®n ha convertido en un prost¨ªbulo dorado y al aire libre. Lo m¨ªo son los militares ya maduros y sin graduaci¨®n, los curas a la espa?ola, barrigudos y catetos, y los que riegan las calles de noche encapuchados en sus uniformes amarillos". Procedentes de M¨¢laga, su padre y su madre se hab¨ªan instalado en el T¨¢nger internacional en busca de trabajo. El padre, brutal y alcoh¨®lico, desaparecer¨ªa pronto de la vida de ?ngel V¨¢zquez, que ser¨ªa criado por su abuela y su madre. Con esta ¨²ltima, Mariquita Molina, sostendr¨ªa, seg¨²n su propio testimonio, una relaci¨®n de "amor-odio". Cuando el uso del sombrero decay¨®, ella tuvo que cerrar la tienda y se entreg¨® a la bebida. Muri¨® tambi¨¦n en la pobreza y el alcoholismo.
?ngel V¨¢zquez no termin¨® el bachillerato, pero fue un lector compulsivo. Sus amigos le recordaban casi siempre leyendo: en casa, en la librer¨ªa Des Colonnes, en los cafetines y en las bibliotecas p¨²blicas; en castellano, ingl¨¦s, franc¨¦s e italiano. Fue muy cin¨¦filo y tanto en Juanita Narboni como en El cuarto de los ni?os y otros cuentos hay abundantes referencias al cine glamouroso en blanco y negro. Por lo dem¨¢s, lo andaluz (por su ascendencia malague?a y por el hecho de que T¨¢nger es, ante todo, una ciudad andaluza) y lo jud¨ªo marcaron su existencia.
Es curioso: ?ngel V¨¢zquez gan¨® un Planeta en 1962 (con la novela Se enciende y se apaga una luz) pero no tuvo ni una mil¨¦sima parte de la fama de la que hoy disfrutan hasta los finalistas de este premio. "En T¨¢nger", seg¨²n Sanz de Soto, "no era nadie..., y en Espa?a tampoco". A¨²n m¨¢s, el hijo de la Sombrerera siempre pens¨® que sus cuentos y novelas eran muy malos. "Sarcasmo y amargura", escribe Virginia Trueba, la editora de El cuarto de los ni?os, "fueron los compa?eros de V¨¢zquez en ese viaje de descenso en que consisti¨® su vida".
En 1959 Marruecos recuper¨® su independencia y con ello termin¨® el periodo internacional de T¨¢nger. La ciudad comenz¨® una triste decadencia de la que apenas ha salido en los ¨²ltimos a?os y la vida se fue haciendo cada vez m¨¢s inc¨®moda para sus habitantes occidentales. De modo que, a instancias de sus amigos, ?ngel V¨¢zquez la dej¨® en 1965 para instalarse en Madrid. Falleci¨® en febrero de 1980, a los 51 a?os, de un ataque al coraz¨®n y en una pensi¨®n de la calle de Atocha. Horas antes hab¨ªa quemado dos novelas inacabadas. Se dice que el editor Lara pag¨® su entierro.
El cuarto de los ni?os y otros cuentos re¨²ne algunos relatos que ?ngel V¨¢zquez public¨® en su d¨ªa en la prensa espa?ola y otros in¨¦ditos, como el que desvel¨® Domingo del Pino en su p¨¢gina web. Los temas de estas historias -ambientadas, por supuesto, en T¨¢nger- son el doloroso final de la infancia y las vidas de seres solitarios, arruinados y atormentados. As¨ª termina, por ejemplo, el cuento Las viejas pel¨ªculas traen mala pata: "Me mir¨¦ en el espejo y me sent¨ª desamparado. Aquella habitaci¨®n era tan peque?a y aquellas manchas de humedad tan grandes". El sue?o tangerino, si es que alguna vez existi¨® para ?ngel V¨¢zquez, estaba roto. -
(Pre-Textos. Aparecer¨¢ a final de mes).
?ngel V¨¢zquez. La vida perra de Juanita Narboni (C¨¢tedra). Se enciende y se apaga una luz (Planeta). El cuarto de los ni?os y otros cuentos
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