Cuando la pol¨ªtica la hace 'El Sheriff'
Los discursos de represi¨®n de la inmigraci¨®n clandestina calan en gran parte del espectro pol¨ªtico italiano, mientras la poblaci¨®n se acerca al voto con desencanto
Giancarlo Gentilini, siete a?os alcalde y hoy vicealcalde de Treviso, es conocido como El Sheriff. Con sus ataques a los inmigrantes, las prostitutas, los musulmanes, los jud¨ªos, los homosexuales o incluso las italianas locales, "bellas pero irremediablemente infieles", es una de las figuras m¨¢s queridas por las bases de la Liga del Norte, el partido que puede dar la victoria a Silvio Berlusconi en las elecciones del 13 y 14 de abril.
Hay tres millones de inmigrantes legales y 800.000 clandestinos
"Estamos en la fase de violar derechos humanos", dice una investigadora social
Durante su estent¨®rea carrera, El Sheriff ha ordenado "la limpieza ¨¦tnica de los maricones", sugerido disparar contra las pateras (vac¨ªas, aclar¨®), prohibido pasear a los perros por el centro, retirado los bancos de la plaza donde se sentaban los extranjeros, animado a tirar al r¨ªo a los extracomunitarios, cerrado los locutorios nocturnos donde hablaban los latinoamericanos porque "no son horas".
El mun¨ªcipe padano por antonomasia, y otros colegas de similar estirpe, son el principal obst¨¢culo para que Berlusconi ingrese con el Pueblo de la Libertad (PDL) en el Grupo Popular europeo. Pero su pol¨ªtica de control, represi¨®n y desalojo contra los inmigrantes n¨®madas y clandestinos ha calado en gran parte del espectro pol¨ªtico.
La ola de delincuencia protagonizada por bandas rumanas sufrida por Roma en los ¨²ltimos meses es la protagonista del panfleto de 100 p¨¢ginas editado por el PDL como resumen de la "herencia de la izquierda" en la capital. Pero tambi¨¦n el Partido Democr¨¢tico de Walter Veltroni ha hecho de la seguridad uno de sus caballos de batalla.
Las asociaciones de apoyo a la inmigraci¨®n denuncian que el asunto es el gran olvidado de la campa?a electoral. "Seguridad. ?sa es la ¨²nica palabra que les viene a la boca a los pol¨ªticos", comenta Alessandra Caragiuli, investigadora social y miembro de la asociaci¨®n Dhumcatu, que ayuda a los inmigrantes en Roma. "La ley Bossi-Fini sigue en vigor y est¨¢ basada en la represi¨®n de los derechos. Pero la izquierda no toc¨® una coma cuando lleg¨® al poder".
Bachcu, un ciudadano bengal¨ª que vive en Italia en 1990 y lidera el Movimiento Sin Papeles, est¨¢ seriamente preocupado. "Cuando en un cartel electoral pone seguridad, quiere decir una cosa: los inmigrantes somos criminales", afirma. "Nosotros venimos para trabajar, pero los pol¨ªticos prefieren tratarnos como a delincuentes. Es m¨¢s f¨¢cil eso que integrar. Nosotros somos los primeros que queremos seguridad: en el trabajo, en la vivienda, para dejar de ser explotados".
Tambi¨¦n la Iglesia est¨¢ alerta. La alcaldesa de Mil¨¢n, Letizia Moratti, que propugna que Italia no acepte hijos de inmigrantes clandestinos, recibi¨® el viernes un dur¨ªsimo recado del arzobispo de Mil¨¢n, Dionigi Tettamanzi, despu¨¦s de que las excavadoras arrasaran decenas de chabolas de inmigrantes rumanos en Bovisasca. "Se cae, abundantemente, por debajo del respeto a los derechos humanos", dijo el arzobispo.
"Es la ¨¦poca de la obsesi¨®n rumana", dice Bachcu. "En los primeros a?os de los noventa eran los marroqu¨ªes, luego fueron los albaneses, tras el 11-S los ¨¢rabes en general. Ahora les toca a los rumanos ser el chivo expiatorio".
En Tor de Quinto, junto al Estadio Ol¨ªmpico de Roma, conviv¨ªan hace meses varias familias rumanas con 20 familias gitanas. Tras los asesinatos de dos mujeres italianas a manos de rumanos, "el Ayuntamiento decidi¨® derruir las chabolas rumanas y desalojarlos", recuerda Salvatore Paddeu, de 26 a?os, asistente social en el barrio y candidato en las pr¨®ximas elecciones por el derechista Movimiento por la Autonom¨ªa.
"La asistencia a los inmigrantes depende de la caridad de la Iglesia y de lo que podamos inventar las asociaciones civiles", explican Alessandra y Daniela, dos napolitanas que fundaron la asociaci¨®n Chi rom e chi no y se ocupan de decenas de ni?os gitanos que malviven en el barrio de Scampia. En esa zona, regi¨®n y Ayuntamiento de izquierdas, 20 familias gitanas procedentes de Yugoslavia llevan 25 a?os viviendo en chabolas bajo un puente. Uno de los hombres resume la situaci¨®n as¨ª: "Nosotros seguimos sin papeles, nuestros hijos han nacido aqu¨ª y tampoco los tienen".
Seg¨²n C¨¢ritas, en Italia hay en este momento poco m¨¢s de tres millones de inmigrantes legales. "Otros 800.000 est¨¢n en situaci¨®n irregular y la ley los considera un problema de orden p¨²blico", explica Caragiuli. "El 65% de los extranjeros de la regi¨®n del Lazio trabajan sin contrato, Italia no permite el reagrupamiento familiar y todav¨ªa no ha ratificado la convenci¨®n que permite votar en las municipales a los inmigrantes. ?Regularizarlos? Estamos a¨²n en la fase de violar derechos humanos", dice Caragiuli.
A cien metros de su oficina, en la asociaci¨®n Apolo XI, naci¨® y ensaya la Orquesta de Piazza Vittorio. Mario Tronco, el director, es un napolitano que en 2001, poco despu¨¦s del 11-S, hizo el milagro de reunir una banda de 20 instrumentistas de diversas razas y religiones. Hoy es un gran ¨¦xito empresarial, musical y un modelo de integraci¨®n. "Los pol¨ªticos vinieron a hacerse la foto, prometieron subvenciones. A d¨ªa de hoy, el dinero no ha llegado. Lo que no saben es que s¨®lo algo tan potente como la m¨²sica puede integrar a gente tan dispar", concluye Tronco. "S¨®lo cuando uno est¨¢ apasionado con lo que hace, desaparecen los prejuicios".
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