Guerra cort¨¦s de investidura
A casi todos los observadores de la vida pol¨ªtica espa?ola les tom¨® de sorpresa la renuncia anticipada de los socialistas a conseguir la investidura de Zapatero como presidente por mayor¨ªa absoluta -en primera vuelta- a trav¨¦s de la negociaci¨®n de su grupo de 169 diputados con otras fuerzas parlamentarias para alcanzar as¨ª el nivel requerido de los 176 esca?os. Hoy podr¨¢ comprobarse si se confirma o no ese prop¨®sito. De aplazarse hasta el viernes la investidura, que ser¨ªa votada entonces por mayor¨ªa simple, la principal raz¨®n ser¨¢ la inmadurez de las condiciones objetivas existentes para armar un pacto cuatrienal -entre el Gobierno y las minor¨ªas nacionalistas- con vocaci¨®n de estabilidad y permanencia: las uvas pol¨ªticas estar¨ªan verdes en el arranque de la legislatura tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda.
Zapatero y Rajoy bajaron el tono de agresividad en sus intervenciones de la sesi¨®n de investidura
Los dos partidos asociados en Converg¨¨ncia y Uni¨® (CiU) -suman 10 diputados en la C¨¢mara baja- celebrar¨¢n en los pr¨®ximos meses sus respectivos congresos; la paradoja de que CiU, la coalici¨®n arrinconada en la oposici¨®n -tras gobernar durante dos d¨¦cadas largas Catalu?a- aunque ganase por mayor¨ªa simple de votos y diputados las elecciones auton¨®micas de noviembre de 2007, pudiera ser a la vez el socio permanente de los socialistas en las Cortes Generales no tiene armonizaci¨®n f¨¢cil ni explicaci¨®n comprensible a corto plazo.
Las ambig¨¹edades, contradicciones y virajes de la pol¨ªtica de alianzas del PNV (con seis diputados en el Congreso, insuficientes en s¨ª mismos para dar la mayor¨ªa absoluta a Zapatero) son el resultado de diversos factores: entre otros, el obcecado prop¨®sito del lehendakari Ibarretxe de imponer al Estado un ultim¨¢tum soberanista, la dimisi¨®n del audaz innovador Josu Jon Imaz como presidente del partido fundado por Sabino Arana, las diferencias de car¨¢cter territorial entre las organizaciones de Vizcaya y Guip¨²zcoa, el regreso al crimen y a la violencia callejera del nacionalismo radical y la ca¨ªda del voto jelkide en las municipales y legislativas. Hasta que ese confuso panorama no se aclare, las alianzas estables entre el Gobierno y el PNV ser¨ªan arriesgadas.
Tampoco los socios parlamentarios de los socialistas durante la anterior legislatura ofrecen -excepto el BNG- un asidero firme para eventuales pactos. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) no s¨®lo ha ca¨ªdo desde sus ocho diputados de 2004 a los tres de 2008 sino que se halla adem¨¢s desgarrada por una dram¨¢tica lucha interna de facciones en v¨ªsperas de su pr¨®ximo congreso. Tambi¨¦n la coalici¨®n IU-ICV -capitisminuida como fuerza parlamentaria- vive una grave crisis de identidad, necesitada de una redefinici¨®n ideol¨®gica y org¨¢nica.
Las diferencias entre las investiduras presidenciales de 2004 y de 2008 no se refieren s¨®lo a la oferta sino tambi¨¦n a la demanda. Las experiencias de la anterior legislatura seguramente han ense?ado a Zapatero una mayor prudencia a la hora de concertar alianzas y de excluir apoyos: los comportamientos maniaco-depresivos de ERC a prop¨®sito del Estatuto de Catalu?a y de la lealtad constitucional, la caricaturesca y unilateral versi¨®n del tr¨¢gico pasado de los espa?oles defendida por IU en el debate de la mal llamada Ley de la Memoria Hist¨®rica y las desestabilizadoras consecuencias para el sistema democr¨¢tico del aislamiento del PP son algunas de las lecciones que tal vez haya podido extraer de su anterior mandato el candidato a ser investido de nuevo presidente del Gobierno.
La primera intervenci¨®n de Zapatero recurri¨® a un ritornello -"Mi idea de Espa?a"- para estructurar el cat¨¢logo de problemas y el programa de soluciones que su pr¨®ximo mandato se propone afrontar. Tal vez la sustituci¨®n de las referencias a la Espa?a plural -tan frecuentes en la anterior legislatura- por la expresi¨®n la Espa?a diversa -menos cargada de connotaciones ideol¨®gicas- sea algo m¨¢s que una mera cuesti¨®n de estilo. El candidato dirigi¨® "con particular ¨¦nfasis" su oferta de consenso sobre los asuntos de Estado al l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n. Lejos de alimentar el fantasma de las dos Espa?as, Zapatero reconoci¨® noblemente la deuda de las gentes de hoy con la generaci¨®n enfrentada por la Guerra Civil y el franquismo: "Unos pusieron la memoria, otros el olvido, y entre todos la reconciliaci¨®n".
Las r¨¦plicas de Rajoy y las d¨²plicas de Zapatero no tuvieron siempre un tono amable y transmitieron s¨®lo a medias mensajes conciliatorios; sin embargo, ofrecieron al menos un perfil de agresividad menor que sus intervenciones parlamentarias en la anterior legislatura. Algunos inquilinos de los esca?os del PP no han aprendido, en cambio, las normas de la cortes¨ªa parlamentaria; el ex ministro y diputado Arias Ca?ete, que denunci¨® durante la campa?a electoral la abusiva demanda de mamograf¨ªas de las inmigrantes en contraste con la destreza de los camareros gaditanos y las excelencias de la manteca color¨¢, fue llamado al orden por el presidente del Congreso.
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