El posnacionalismo
Las elecciones del pasado 9 de marzo han supuesto, sobre todo en Catalu?a pero tambi¨¦n en el Pa¨ªs Vasco y en otras comunidades aut¨®nomas, el despertar de la enso?aci¨®n nacionalista. Desde los mismos inicios de la recuperaci¨®n de la democracia en Espa?a la representaci¨®n de las formaciones nacionalistas en el Congreso de los Diputados hab¨ªa ido creciendo: nacionalistas catalanes y vascos sumaban 23 esca?os en 1977, fueron s¨®lo 20 en 1979 pero subieron a 24 en 1982, llegaron a ser 31 tanto en 1986 y 1989, bajaron en 1993 a 26, fueron 25 en 1996 y 24 en 2000, subieron de nuevo a 27 en 2004 y son ahora s¨®lo 20, los mismos que en 1979. La misma tendencia se produce si a la suma de los esca?os de nacionalistas catalanes y vascos se le a?aden los de otras formaciones nacionalistas o regionalistas, ya que sumaban 24 diputados en 1977, 27 en 1979, 24 en 1982, 35 en 1986, 37 en 1989, 32 en 1993 y 1996, 33 en 2000 y 2004, y ahora son s¨®lo 24, los mismos que en 1977.
El nacionalismo est¨¢ dando paso al posnacionalismo, un retorno al catalanismo hist¨®rico no exclusivo
La tendencia es muy clara. Apunta al cierre de un prolongado ciclo hist¨®rico en la pol¨ªtica espa?ola. Mientras desde las filas nacionalistas se ha ido elevando constantemente el list¨®n reivindicativo, las preferencias electorales de la ciudadan¨ªa se han orientado hacia f¨®rmulas mucho m¨¢s realistas. Con gran tozudez nos lo advert¨ªan ya los sucesivos sondeos de opini¨®n p¨²blica: en Catalu?a ha habido y hay una amplia mayor¨ªa ciudadana -cerca del 42%- que se siente tan catalana como espa?ola, un porcentaje considerable -el 28%- que se siente m¨¢s catal¨¢n que espa?ol, otro porcentaje mucho m¨¢s bajo -el 18,5%- que s¨®lo se siente catal¨¢n, y un porcentaje todav¨ªa mucho m¨¢s bajo -inferior siempre al 4%- que s¨®lo se siente espa?ol. Los mismos sondeos indican que los asuntos que ocupan y preocupan casi de forma exclusiva a las formaciones nacionalistas -las relaciones entre Espa?a y Catalu?a o la crisis de la identidad catalana- s¨®lo son percibidas como el principal problema del pa¨ªs, respectivamente, por poco m¨¢s del 6% o del 1% de la ciudadan¨ªa. S¨®lo menos del 20% de los catalanes apuestan por la independencia, m¨¢s del 36% desear¨ªan que Catalu?a fuese un estado dentro de una Espa?a federal, m¨¢s del 34% optan por el actual sistema auton¨®mico y ¨²nicamente menos del 4% ve a Catalu?a como una simple regi¨®n espa?ola.
Todo apunta a que el nacionalismo empieza a dar paso al posnacionalismo, que no es otra cosa que un retorno al catalanismo hist¨®rico. Un catalanismo en el que nadie tiene la exclusiva de nada, porque todos -esto es, independentistas, soberanistas, nacionalistas, confederalistas, federalistas, autonomistas o regionalistas- tenemos nuestra particular concepci¨®n de Catalu?a, cada una de ellas tan leg¨ªtima y respetable como todas las dem¨¢s.
Lo que escribo acerca de Catalu?a tiene tambi¨¦n su traslaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco y, de alg¨²n modo, tambi¨¦n en el conjunto de Espa?a. Si est¨¢ claro que la rotunda victoria del PSC del 9-M tiene trascendencia hist¨®rica, no es menor la importancia del gran triunfo alcanzado por el PSE en el Pa¨ªs Vasco. En ambos casos la apuesta por la Espa?a plural se ha impuesto a la del nacionalismo m¨¢s o menos soberanista. Catalanismo y vasquismo con un horizonte federal es lo que proponen en Catalu?a y Euskadi los socialistas. No es casual que su apuesta haya recibido un apoyo tan mayoritario como el alcanzado el 9-M. Tampoco es casual que la apuesta por la Espa?a plural se haya impuesto en Espa?a entera, ni que esta victoria haya tenido particular relevancia tambi¨¦n en algunas comunidades como Galicia, Baleares, Canarias o Arag¨®n, en donde la apuesta del PSOE por la Espa?a plural se ha hecho sentir con mayor fuerza.
Ahora le corresponde al PSOE, y en primer¨ªsimo lugar a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero en su segunda legislatura como presidente del Gobierno, liderar y llevar a la pr¨¢ctica esta clara apuesta pol¨ªtica a favor de la Espa?a plural, avalada ahora por su clara victoria electoral del 9-M. Esta es la hora del posnacionalismo. Tambi¨¦n es la hora del posnacionalismo espa?ol.
Jordi Garc¨ªa-Soler es periodista.
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