El pa¨ªs m¨¢s cabreado de Europa
?Italia? Mafia, pizza, catenaccio, ?verdad? Por si no tuvieran bastante con lo suyo, los italianos permanecen semiocultos tras una mara?a de t¨®picos. Otro m¨¢s: el italiano es conformista. As¨ª nos explicamos que uno de los ciudadanos m¨¢s ricos y cultos del mundo sobreviva en un pi¨¦lago de desastres. La basura de N¨¢poles, la mozzarella contaminada, el vino t¨®xico, los desastres hospitalarios, el f¨²tbol ama?ado, los trenes cochambrosos, los pol¨ªticos ineficientes: no pasa nada, los italianos son as¨ª, no tienen arreglo.
En realidad, los italianos no son as¨ª ni est¨¢n conformes. Todo lo contrario, son la gente m¨¢s cabreada de Europa. Basta un ejemplo editorial para demostrarlo: los dos libros de mayor impacto en los ¨²ltimos a?os, y hablamos de ventas cercanas al mill¨®n de ejemplares, han sido Gomorra, de Roberto Saviano, una desgarrada denuncia de la Camorra napolitana, y La casta, de los periodistas Sergio Rizzo y Gian Antonio Stella, sobre el derroche, el nepotismo y la incapacidad manifiesta de toda una clase pol¨ªtica.
Otro ejemplo: el eco obtenido por la campa?a Vaffanculo (A tomar por el culo) del humorista Beppe Grillo, que exige, desde una curiosa posici¨®n c¨ªvico-populista, una depuraci¨®n a fondo de la sociedad.
La entrevista publicada ayer en este peri¨®dico con el fot¨®grafo Oliviero Toscani ("aqu¨ª es todo de una oscuridad siniestra", "la decadencia no es econ¨®mica, sino moral") refleja con precisi¨®n el estado de ¨¢nimo italiano, el bajo nivel de autoestima. Convendr¨ªa, sin embargo, matizar lo de la "decadencia moral". Italia, a la que suponemos refocil¨¢ndose en sus miserias, se ha atrevido a investigar algo tan sensible como el f¨²tbol, y a enviar a la Juventus a segunda divisi¨®n. No es seguro que algo parecido fuera posible en Espa?a. Con Italia, por otra parte, todo parece permitido. Hablamos de la Mafia como si fuera folclore, con un tono que jam¨¢s nos permitir¨ªamos para hablar de ETA.
La peculiaridad del sistema pol¨ªtico italiano (40 a?os de Gobierno democristiano, seguidos por el estallido de la izquierda y la irrupci¨®n de Berlusconi) foment¨® el corporativismo social. Ning¨²n italiano, ahora, est¨¢ dispuesto a renunciar a sus peque?os privilegios antes de que lo hagan los dem¨¢s. En esta situaci¨®n de bloqueo, s¨®lo un gobierno muy fuerte, generoso y sin compromisos podr¨ªa empezar a romper los c¨ªrculos viciosos. No parece probable que ese gobierno vaya a nacer el pr¨®ximo lunes.
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