La memoria de los pol¨ªticos
En el estreno del cortometraje Bucarest, dedicado por Albert Sol¨¦ a la perdida memoria de su padre, Jordi Sol¨¦ Tura, pronunci¨® Pasqual Maragall unas palabras muy sentidas que provocaron en el p¨²blico una sonrisa acongojada por su pat¨¦tica iron¨ªa: "Su¨¢rez hizo la Transici¨®n; t¨², Jordi, la Constituci¨®n, y yo he logrado el nuevo Estatuto de Catalu?a. Y los tres hemos acabado con alzheimer". En su rostro se dibuj¨® un interrogante, como si se preguntara qu¨¦ extra?a relaci¨®n pod¨ªa haber entre la coincidente p¨¦rdida de la memoria de los tres pol¨ªticos con tales proezas hist¨®ricas a sus espaldas. Nunca mejor dicho, pues, a mi ver, a los tres les caracteriza su capacidad de echarse su obra a las espaldas y de darle la espalda una vez cumplida y olvidarse de ella, sin vivir de su renta pol¨ªtica y ps¨ªquica, sino yendo, como cant¨® Llu¨ªs Llach, lluny, sempre m¨¦s lluny, sin que la memoria de lo hecho en favor del pa¨ªs permaneciera en sus mentes como un estorbo en la marcha futura. No s¨¦ si hay base cient¨ªfica para afirmar que el alzheimer pueda provenir de una excesiva y prolongada tensi¨®n neuronal de los protagonistas de una ¨¦poca convulsa. Suele hablarse m¨¢s bien de c¨¢ncer, infarto o derrame cerebral. No se puede, pues, insinuar relaci¨®n psicosom¨¢tica alguna entre los avatares vividos por Su¨¢rez, Sol¨¦ y Maragall, y el com¨²n e injusto castigo recibido. Como tampoco creo que ¨¦ste sea fruto de la maldici¨®n de un brujo facha.
El pol¨ªtico no pierde la memoria, porque se la ha transmitido a sus conciudadanos y ellos la hacen suya
Lo que tal vez quepa es recordar que hay fen¨®menos que no son causales ni casuales o por azar. Carl Jung y el f¨ªsico Pauli analizaron juntos el dato comprobado y evidente de la sincron¨ªa: una analog¨ªa ¨ªntima entre la identidad personal y sus m¨¢s variadas experiencias. Muchas veces una y otra son sincr¨®nicas. Habr¨ªa una correspondencia simb¨®lica cuyo mensaje se ha de interpretar tambi¨¦n de modo simb¨®lico. Si quiero responder al interrogante de mi entra?able Pasqual, no se me ocurre otra forma que acudir a Jung y a Pauli para ver en la p¨¦rdida de memoria de los tres personajes citados un dato que simboliza su constante actitud vital y sus proyectos pol¨ªticos. Aranguren hablaba de una ¨¦tica de la infidelidad, es decir, el abandono de actitudes, ideas y proyectos del propio pasado en favor de otros nuevos. ?ste ser¨ªa nuestro caso, pero con el decisivo matiz de que Su¨¢rez, Sol¨¦ y Maragall practicaron dicha ¨¦tica justo para ser fieles a sus or¨ªgenes. Su¨¢rez, de padres liberales y republicanos en una ?vila reaccionaria, hizo r¨¢pida carrera en el franquismo; mas, llegado al segundo Gobierno del Rey, abri¨® la puerta con sinceridad y arrojo a los dem¨®cratas perseguidos. Como pol¨ªtico no dio para m¨¢s, pero fue m¨¢s lejos de lo esperado de ¨¦l y por eso dur¨® tan s¨®lo un lustro en la poltrona. Sol¨¦ Tura, de familia catalanista, se hizo del PSUC, sali¨® de ¨¦l, fund¨® con Alfonso Com¨ªn, la mao¨ªsta Bandera Roja, impuls¨® el eurocomunismo, fue padre de la patria constitucional, ingres¨® en el PSC, dur¨® poco como ministro y sigui¨® luchando como senador por un Estado federal espa?ol hasta que no pudo m¨¢s. Maragall, tambi¨¦n hijo de republicanos catalanistas, milit¨® en el socialismo revolucionario (el FOC), fund¨® Converg¨¨ncia Socialista y el PSC, fue alcalde y supo dejarlo para acabar siendo parlamentario y presidente de la Generalitat s¨®lo un trienio. Abandon¨® su viejo partido para seguir pugnando por otro que ayude a construir el Estado federal europeo y ha creado una fundaci¨®n dedicada a combatir la enfermedad de Alzheimer. Los tres pol¨ªticos han sido cr¨ªticos e inconformistas con su pasado y su presente, audaces y valientes, atentos al signo de cada momento hist¨®rico aunque pudieran ser tachados de oportunistas por los que suelen serlo. Nunca se apoltronaron ni se durmieron en los laureles. Siempre quisieron lo mejor y hasta lo ut¨®pico para su pueblo. Para m¨ª, su progresiva p¨¦rdida de memoria simboliza su actitud. Han sido infieles al pasado por fidelidad al futuro. Al avanzar borraban, como ocurr¨ªa en aquellas catacumbas de la pel¨ªcula de Fellini, Roma, cuyas im¨¢genes murales se iban borrando a medida que el aire penetraba en ellas al paso de los modernos visitantes. Adem¨¢s, en el caso de los dos catalanes (y yo creo que por ser de izquierdas), ¨¦stos han informado p¨²blicamente de su enfermedad por considerarlo un acto tambi¨¦n pol¨ªtico, es decir, como problema colectivo que hay que resolver entre todos. Maragall nos ha impresionado con su sencilla prueba de que el gobernante democr¨¢tico s¨®lo vive y pervive en la ciudadan¨ªa: "Soy un privilegiado. Cuando ya no sepa qui¨¦n soy, los dem¨¢s me seguir¨¢n reconociendo". El verdadero pol¨ªtico no tiene m¨¢s memoria que la popular e hist¨®rica. ?l no la pierde, como identidad profunda y trascendente, porque se la ha transmitido ya a su conciudadanos y ellos la har¨¢n suya ad perpetuam mem¨®riam. Lao Ts¨¦ dej¨® escrito sobre los mejores pol¨ªticos, una vez concluida su obra: "El pueblo dice: 'La hemos hecho nosotros mismos".
J. A. Gonz¨¢lez Casanova es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UB.
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