El Atl¨¦tico paga su indolencia

En el ¨²ltimo minuto, a la d¨¦cima ocasi¨®n, el Valladolid consigui¨® el empate en un partido que gan¨® a los puntos y estuvo muy cerca de perder. Una sola jugada de peligro, el aroma de gol que siempre tiene Maxi Rodr¨ªguez, fue suficiente para que el Atl¨¦tico mantuviese limpia su plaza en la Liga de Campeones y no tuviera que echar mano de la diferencia de goles. El equipo de Javier Aguirre puso en el c¨¦sped su versi¨®n m¨¢s raqu¨ªtica, la que le ha derrotado muchas tardes, pero ayer, cosa extra?a, le dio un punto porque enfrente ten¨ªa un rival que regres¨® a lo que era al inicio de la temporada: un grupo animoso, presionante y que lograba mucho menos de lo que su juego merec¨ªa.

El Valladolid de la primera mitad puso en evidencia que el Atl¨¦tico es un equipo de la Champions con la mand¨ªbula de cristal. Hab¨ªa anunciado un nuevo talante matem¨¢tico y especulador -"me sirve el empate", dijo Jos¨¦ Luis Mendilibar en los d¨ªas previos-, pero, visto que el adversario no estaba para muchas peleas, que ni era capaz de inyectar el punto de locura habitual, Sesma y Sisi comenzaron a probar a sus parejas y el resultado fue demoledor. Antonio L¨®pez y Pern¨ªa sal¨ªan avergonzados de cada carrera y Pablo y Perea no alcanzaban a acertar con cada movimiento de Llorente. Leo Franco, en su regreso al once inicial rojiblanco, se encontr¨® con una avalancha de oportunidades, tibias al principio. Pero, cuando el control del Valladolid ya era completo, el portero argentino comenz¨® a trabajar sin reposo. Incluso Sesma tuvo un bal¨®n a puerta vac¨ªa al filo del descanso que envi¨® fuera.

El Valladolid puso en evidencia que el Atl¨¦tico tiene la mand¨ªbula de cristal

Ogbeche suele errar remates facilones, pero esta vez lo enganch¨® bien

El Atl¨¦tico no acertaba a cerrar las grietas porque no hallaba a nadie en el centro del campo. Mendilibar asign¨® un marcaje casi personal a Ra¨²l Garc¨ªa que obligaba a Camacho a organizarlo todo. El jovenc¨ªsimo medio se encontr¨® de inmediato con una tarjeta amarilla y se arrug¨® en la pelea con Diego Camacho y ?lvaro Rubio. Aguirre busc¨® en el descanso remedios de urgencia y dej¨® en el vestuario al canterano y coloc¨® cemento en esa l¨ªnea con la entrada de Cl¨¦ber Santana. Ces¨® el dominio absoluto del Valladolid. Por eso y porque a V¨ªctor la gasolina no le daba para m¨¢s.

Sin mucha prisa, con mucho esfuerzo, el Atl¨¦tico fue ganando peque?as peleas. Primero, la de Llorente, ahora ya bien agarrado por Perea. Luego, la del centro del campo, con Ra¨²l Garc¨ªa algo m¨¢s desahogado y Santana haciendo el trabajo feo. Y en ¨¦sas apareci¨® Forl¨¢n, que agarr¨® un bal¨®n, pele¨® con los centrales, lleg¨® a disparar y dej¨® un bal¨®n rechazado que Maxi convirti¨® en gol, en golazo, como ocurre siempre que el argentino se relaciona con la porter¨ªa. Aguirre corri¨® para administrar la renta, para encoger el campo, y estuvo a punto de hacer el segundo en un remate de Luis Garc¨ªa que se fue a la grada.

El Valladolid no acus¨® el golpe. Sigui¨® a lo suyo aunque cada vez el esfuerzo para colocar el cuero cerca de Leo Franco era mayor. Llorente volvi¨® a encontrarse con el portero cara a cara y volvi¨® a fallar. As¨ª, hasta que, en el descuento, Ogbeche, un delantero habituado a errar remates facilones, enganch¨® un centro de ?scar S¨¢nchez y lo convirti¨® en el empate que hac¨ªa justicia al ¨¢nimo del Valladolid y a la indolencia del Atl¨¦tico.