La innovaci¨®n llega al Gobierno
Me parece muy acertada la idea de crear un Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n. Si los reiterados discursos que han proliferado durante estos ¨²ltimos a?os acerca de la importancia que el conocimiento tiene sobre el sistema productivo han de ser coherentes con los hechos, nada m¨¢s adecuado que empezar por el principio y dotar del necesario peso pol¨ªtico a los encargados de garantizar que la materia gris disponible forme al fin parte indisoluble de nuestro modelo de desarrollo econ¨®mico. Un modelo que sobrevive en buena medida supeditado a ventajas comparativas de corte tradicional y alimentado principalmente por la tecnolog¨ªa que nos provee el resto del mundo desarrollado.
Puede decirse, pues, que la nueva ministra tiene ante s¨ª el reto econ¨®mico y pol¨ªtico de mayor trascendencia de este Gobierno (y de los que le suceder¨¢n durante mucho tiempo despu¨¦s), si bien ¨¦sta cuenta, de partida, con la ventaja de acumular una m¨¢s que estimable experiencia pr¨¢ctica en la obtenci¨®n de resultados econ¨®micos tangibles derivados de la investigaci¨®n, lo que sin duda le proporcionar¨¢ una perspectiva de la Ciencia y la Innovaci¨®n mucho m¨¢s cercana a la actividad productiva.
Dicho lo cual, advierto que los obst¨¢culos en el camino van a ser muchos y muy variados. Algunos son de car¨¢cter cuantitativo y se relacionan con la ineludible necesidad de duplicar en el menor tiempo posible la cifra de inversi¨®n en I+D (que hoy ronda el 1,2 % del PIB, muy alejado de los est¨¢ndares internacionales).
Pero, aun aceptando la decisiva importancia que el volumen de gasto posee para garantizar el ¨¦xito de una pol¨ªtica de estas caracter¨ªsticas, recuerdo que los mayores desaf¨ªos no van a estar tanto en el cu¨¢nto, como en el qu¨¦ y el c¨®mo. Porque el problema fundamental que atenaza nuestro Sistema Nacional de Innovaci¨®n (SNI) no es solo que invertimos poco en conocimiento, sino, sobre todo, que ¨¦ste no se relaciona, ni se conecta con la intensidad que ser¨ªa deseable, con el sistema productivo en su conjunto. En otras palabras, que tenemos un SNI muy poco eficiente.
De no ser as¨ª resultar¨ªa muy dif¨ªcil explicar por qu¨¦, a pesar de los esfuerzos presupuestarios de los ¨²ltimos a?os, el saldo negativo de nuestros intercambios tecnol¨®gicos con el exterior contin¨²a en cuotas cercanas al 20%, nuestra balanza de bienes de equipo (tecnolog¨ªa incorporada) se mantiene clamorosamente deficitaria, y ¨²nicamente un 7%-8% de todas las patentes registradas con validez en Espa?a pertenecen a empresas espa?olas.
Por no mencionar los numerosos problemas derivados de una especializaci¨®n industrial caracterizada por bajos niveles de productividad y una preocupante pobreza relativa en actividades de alto contenido tecnol¨®gico. O del escaso uso que nuestras empresas hacen de las Tecnolog¨ªas de la Informaci¨®n y de las Comunicaciones, en un contexto en el que ¨¦stas son precisamente una de sus principales fuentes de ventajas competitivas.
Conclusi¨®n, sin restar un ¨¢pice de importancia a los problemas presupuestarios, organizativos y burocr¨¢ticos que la nueva ministra tendr¨¢ que abordar de manera inmediata, bueno ser¨ªa que, al menos por una vez, la nueva estrategia de I+D+i se dise?ara sin concesiones a la galer¨ªa, en funci¨®n de las verdaderas necesidades de un sistema productivo que no solo est¨¢ debilitado por la globalizaci¨®n, sino desorientado tambi¨¦n ante el despiste generalizado exhibido por los responsables pol¨ªticos de la cosa hasta a?os muy recientes. Que sea para bien.
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