Los Stones eclipsaron a los Beatles
Mick Jagger dio el paso al frente al participar en la manifestaci¨®n del 17 de marzo en Londres, aunque despu¨¦s el grupo continu¨® su carrera lejos de las banderas rojas. Por el contrario, John Lennon se radicaliz¨® en los a?os siguientes
El a?o 1968 se vivi¨® como una tragedia en M¨¦xico, Brasil, Checoslovaquia. En Par¨ªs, tuvo mucho de teatro callejero, con los actores procurando no excederse en sus papeles violentos. Pero en Londres fue una comedia de costumbres, donde los protagonistas sab¨ªan c¨®mo comportarse y segu¨ªan las marcas de tiza en las tablas.
Y lo que all¨ª ocurri¨® tuvo impacto global, dado que Londres ejerc¨ªa de capital de la cultura juvenil, un papel que asumi¨® brevemente San Francisco en 1967 pero que la urbe brit¨¢nica recuper¨® tras asimilar el esp¨ªritu hippy. Se cre¨ªa que la m¨²sica era omnipotente: David Crosby se asombraba p¨²blicamente de que la guerra de Vietnam no se hubiera detenido ante la belleza de Sgt. Pepper. Lo que opinaran las luminarias del rock ten¨ªa eco: una de las bazas de la reci¨¦n nacida Rolling Stone eran las entrevistas-r¨ªo con cantantes que -atenci¨®n- no s¨®lo hablaban de m¨²sica.
Muchos recuerdan el deleite. Hab¨ªan escuchado a Vanessa Redgrave leer el manifiesto contra la guerra pero Jagger daba otro brillo al asunto
Se esperaba ansiosamente la reacci¨®n del gran triunvirato ante los rumores de revoluci¨®n. Pero Bob Dylan, lo m¨¢s parecido a un profeta que ten¨ªa el movimiento, se hab¨ªa acobardado y se escond¨ªa en las monta?as de Nueva York. Quedaban los Beatles y los Rolling Stones. Fueron estos ¨²ltimos los que se apresuraron a meter el piececito en las aguas agitadas.
Para ser precisos, Mick Jagger, 24 a?os, dio el paso al frente. Se present¨® el 17 de marzo en la manifestaci¨®n que pretend¨ªa acercarse a la Embajada de Estados Unidos en el Grosvenor Square londinense. Eran raras en el Reino Unido las protestas por esa causa, y menos la participaci¨®n de j¨®venes. Bajo las pancartas, lat¨ªan intereses contrapuestos: abundaban los pacifistas pero los organizadores pertenec¨ªan al Comit¨¦ de Solidaridad con Vietnam, que apoyaba a la guerrilla comunista.
Muchos de los presentes en aquel acto todav¨ªa recuerdan el deleite que recorri¨® las filas al saber que all¨ª estaba el cantante de los Stones. Hab¨ªan escuchado a Vanessa Redgrave leer el manifiesto contra la guerra pero Jagger daba otro brillo al asunto. Se hab¨ªa intentado invitar a los Beatles, sin llegar a contactar. Aunque todo se olvid¨® cuando la marcha degener¨® en disturbios, con la polic¨ªa montada cargando sin contemplaciones.
Aquellas im¨¢genes conmocionaron Washington: ?c¨®mo es posible que nuestra embajada ante nuestro principal aliado quede sitiada por gente pidiendo la victoria de Ho Chi Minh? Para Mick Jagger se trata de voyeurismo revolucionario. La experiencia qued¨® reflejada en You can't always get what you want y, especialmente, Street fighting man, un tema abrasivo cuyo estribillo ha servido de coartada para muchas estrellas: "Pero ?qu¨¦ puede hacer un pobre chico / excepto cantar en una banda de rock and roll? / Porque en el somnoliento Londres / no hay lugar para un luchador callejero".
Jagger se declar¨® esc¨¦ptico ante la posibilidad de torcer el brazo a las autoridades brit¨¢nicas mediante manifestaciones (hace un par de a?os, se ratificaba en su opini¨®n recordando la imperial indiferencia de Tony Blair a las masas que rechazaban la invasi¨®n de Irak). En una posterior entrevista con International Times, la publicaci¨®n alternativa, Mick lanzaba sugerencias poco pr¨¢cticas: seg¨²n ¨¦l, los manifestantes deber¨ªan haber acudido ?a caballo! Pero su mera presencia sirvi¨® para colocar -por una vez- a los Stones en cabeza de esa amable competici¨®n que manten¨ªan con los Beatles.
En aquellos d¨ªas turbulentos, los Beatles estaban en otra onda. Siguiendo la pista del Maharishi Manesh Yogui, se hab¨ªan trasladado a la India, para profundizar en la meditaci¨®n trascendental. Un viaje que les mostr¨® como cabecitas huecas, seguidores de la moda orientalista, pero que resultar¨ªa finalmente positivo: al menos a Paul McCartney y Ringo Starr, se les cur¨® la gurufilia; adem¨¢s, compusieron docenas de canciones en aquel retiro para hippies ricos.
A la vuelta, un John Lennon de 27 a?os percibi¨® r¨¢pido el cambio de ambiente. Espoleado por las im¨¢genes del Mayo parisino, escribi¨® Revolution, donde ironizaba sobre los mao¨ªstas y suger¨ªa cambiar la mente antes de emprender la transformaci¨®n de la sociedad. Era su respuesta a los que le ped¨ªan m¨¢s implicaci¨®n en la aventura generacional: "Bien, dices que quieres una revoluci¨®n / bien, ya sabes / todos queremos cambiar el mundo / pero cuando hablas de destrucci¨®n / ya sabes que no puedes contar conmigo".
T¨ªpico de Lennon, tambi¨¦n grab¨® una versi¨®n donde se ofrec¨ªa incluso para la destrucci¨®n. Lo que le indign¨® fue ser amonestado por Black Dwarf, minoritaria publicaci¨®n marxista. Aparte de comparar desfavorablemente su Revolution con Street fighting man, se le recordaba que el Sistema era implacable: John y Yoko acababan de ser detenidos por posesi¨®n de drogas, igual que Jagger y Keith Richards el a?o anterior, acabando con la presunci¨®n de impunidad de los Beatles. Sulfuroso, Lennon respondi¨® con una carta abierta en la que se proclamaba dispuesto a construir lo que sus coet¨¢neos quer¨ªan aplastar.
Esa correspondencia, reproducida en la prensa underground de todo el mundo, estableci¨® una falsa dicotom¨ªa: los Beatles eran pol¨ªticamente conservadores mientras los Rolling Stones simpatizaban con la revoluci¨®n. Una simpleza, como demostrar¨ªa la llegada de Jean-Luc Godard. El cineasta lo ignoraba todo respecto al pop pero, contactado por una productora inglesa, se ofreci¨® a rodar con "los Beatles o los Stones". Aceptaron los segundos, permitiendo que las c¨¢maras rodaran la grabaci¨®n de un tema emblem¨¢tico, Sympathy for the devil. A este material, fascinante para iniciados, se unieron unos tableaux revolucionarios que ahora producen rubor.
La pel¨ªcula todav¨ªa circula, como One plus one o como Sympathy for the devil. Godard termin¨® pele¨¢ndose -literalmente- con los productores. No conect¨® con los Stones, que continuaron su carrera lejos de las banderas rojas. Ahora mismo, se pliegan a lo que sea necesario: para Shine a light, el largometraje de Scorsese, se autocensuraron en dos canciones, incluyendo esos versos de Sympathy... en los que atribuyen responsabilidad colectiva a los asesinatos de los Kennedy.
Por el contrario, Lennon se radicaliz¨® en los a?os siguientes, financiando causas izquierdistas brit¨¢nicas (incluyendo a un ap¨®stol del black power que ser¨ªa ejecutado en el Caribe por asesinato) y aportando sus esfuerzos a la facci¨®n l¨²dica de la New Left estadounidense. Una etapa de agit-prop que cerr¨® cuando comprendi¨® que la Casa Blanca no iba a dejar de incordiar hasta expulsarle de Estados Unidos. Al final, el ¨²nico que le cre¨ªa un Lenin era Richard M. Nixon. -
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