La peor argucia
Nadie puede cuestionar que hoy el titular de la Generalitat, Francisco Camps, es una figura pol¨ªtica con dimensi¨®n estatal, a lo que han contribuido dos hechos principales: en primer lugar, la preeminencia electoral de su partido desde 1995, que ¨¦l mismo ha acrecentado y con lo cual se ha investido de un poder¨ªo tan s¨®lido como decisivo en el seno de su partido. Y de otro lado, la ins¨®lita aptitud -y descaro- que ha revelado para agitar el victimismo mediante la bronca permanente por supuestos desaires, discriminaciones o incumplimientos de los Gobiernos centrales socialistas. Ejemplos de ello son la batalla demag¨®gica por el agua que nunca ha faltado, o por las infraestructuras que el mismo Consell no resuelve en lo que le concierne, o el sempiterno lloriqueo (Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar dixit) por la financiaci¨®n cuando m¨¢s abundantes son los recursos transferidos.
Ese es sumariamente el trazo grueso de su pol¨ªtica que tan buenos resultados le ha propiciado en las urnas y tan tibia e inoperante respuesta ha provocado en la oposici¨®n, cautiva de su propio enervamiento y problemas internos, pero tambi¨¦n desarmada medi¨¢ticamente para cuestionar y sacudir aquellas parcelas que la administraci¨®n oculta o manipula. En tal aspecto hemos llegado en este pa¨ªs valenciano a unos extremos en los que la apat¨ªa social debido a la opacidad de los asuntos p¨²blicos y la indiferencia que de ello se decanta se solapa con el incivismo. Da la impresi¨®n de que la inmensa mayor¨ªa del vecindario se da por complacida con el presunto glamour de unas regatas que han sido flor de un d¨ªa, el estr¨¦pito de unos b¨®lidos u otros fastos semejantes con los que se arguye que sit¨²an Valencia en el mapa.
Repetimos: tal es la pr¨¢ctica pol¨ªtica conservadora, legitimada por los votos y eso resulta inobjetable. Pero ¨¦stos no pueden ser una franqu¨ªa para demorarse en falacias con graves consecuencias sobre segmentos de poblaci¨®n que, a mayor abundamiento, son los m¨¢s desfavorecidos. Nos referimos al boicot (uno m¨¢s) que el Consell viene aplicando a la Ley de autonom¨ªa personal y atenci¨®n a las personas en situaci¨®n de dependencia, de 2007, sumariamente conocida como ley de dependencia. Del mismo t¨ªtulo de la norma se colige que sus beneficiarios son personas discapacitadas con distintos grados de severidad, incluidos los enfermos mentales. Esta ley establece ayudas econ¨®micas para que los dependientes puedan ser atendidos por familiares o terceras personas. ?Por qu¨¦ no se aplica en esta comunidad, o se aplica con tanta parsimonia y trabas que supone una vulneraci¨®n?
Al decir del diputado socialista Antonio Torres hay 61.000 ciudadanos valencianos que han instado las ayudas y que esperan una respuesta. La S¨ªndica de Greuges, Emilia Caballero, ya ha apremiado a la Consejer¨ªa de Bienestar Social por las demoras en la tramitaci¨®n de instancias. Asombra que el responsable de este departamento, Juan Cotino, de tan p¨ªa sensibilidad, haya de ser se?alado con el dedo por esas dilaciones, que en realidad responden a un prop¨®sito flagrante de frustrar el fin social de la ley. Abona este juicio el hecho de que el Consell haya pretendido asimilar el silencio administrativo a la denegaci¨®n, vulnerando lo establecido por la ley de R¨¦gimen Jur¨ªdico de las Administraciones P¨²blicas, de 1992, que dictamina lo contrario. No es menos significativa la dificultad con que tropiezan las personas dependientes para que se valore su grado de discapacidad, pues ¨²nicamente se cuenta con menos de 40 expertos cuando los fijados en funci¨®n de la poblaci¨®n son 140.
?C¨®mo habr¨ªa que interpretar esta actitud del ejecutivo auton¨®mico? ?Acaso le tiene ojeriza a este colectivo de personas con discapacidad? No es eso, obviamente. M¨¢s cierto parece que, al margen de hostigar por inercia a Rodr¨ªguez Zapatero, el Consell no tiene un c¨¦ntimo para financiar la parte que le incumbe de esta prestaci¨®n social que en su mayor parte corre a cargo del Gobierno central. Sus opciones han sido otras y en ellas se ha empe?ado hasta las cejas. Tan es as¨ª que hoy le echar¨ªa mano al platillo de un ciego mendicante, del mismo modo que se ha apropiado de los millones de euros -2l en 2007 y 80 en lo que llevamos de 2008- que ha recibido para subvenir la ley. Suerte tendr¨¢ el PP de que los aludidos damnificados no pidan en la calle lo que el molt honorable les niega con argucias desde los despachos.
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