Trapos al aire
Los actos protagonizados la semana pasada por la asamblea del PNV de Guip¨²zcoa capitaneada por Joseba Egibar no son improvisados ni anecd¨®ticos. Representan una escaramuza m¨¢s dentro de una contienda que lleva libr¨¢ndose desde al menos hace cuatro a?os en las entra?as del partido y que puede enconarse en los pr¨®ximos meses. Una pugna en la que se dilucida, pese a que ninguna de las partes involucradas quiera reconocerlo, el proyecto y el liderazgo de ese partido: cu¨¢l debe ser el proyecto estrat¨¦gico del PNV en la etapa post-Lizarra y qui¨¦nes deben dirigirlo. O viceversa, porque muchas veces en pol¨ªtica la consecuci¨®n del poder va por delante de la definici¨®n del proyecto.
Sin embargo, la sustancia del ¨²ltimo episodio llama especialmente la atenci¨®n porque ilustra sobre los procesos autodestructivos que se activan en una organizaci¨®n cuando entra en crisis. Y con mayor virulencia cuanto m¨¢s culto rinde a la unidad comunitaria.
El instinto de conservaci¨®n cede ante los impulsos autodestructivos
Resumen de la pel¨ªcula. Al preparar las candidaturas para las elecciones forales de mayo de 2007, Joseba Egibar depura al hasta entonces diputado general, Joxe Joan Gonz¨¢lez de Txabarri, por haberse decantado a favor de Josu Jon Imaz en la batalla del partido por la sucesi¨®n de Xabier Arzalluz. En su lugar, impone como candidato a un adicto, Jon Jauregi, ex alcalde de Beasain y ex presidente de Udalbiltza, sin mayores consideraciones de idoneidad o imagen p¨²blica. Poco antes de ser proclamado candidato, comienza a correrse que Jauregi no est¨¢ en paz con la Hacienda foral que aspira a dirigir como diputado general, sino que ha ocultado en su declaraci¨®n tributaria algunas de las seis viviendas que posee.
La informaci¨®n, como pod¨ªa sospecharse y ha confirmado ahora la Agencia Vasca de Protecci¨®n de Datos, sali¨® del ¨²nico lugar donde constaba, la Hacienda foral. Su filtraci¨®n interesada quebr¨® los sellos sagrados de la lealtad intrapartidaria, pero libr¨® a la sociedad guipuzcoana de tener un diputado general m¨¢s que sospechoso de deshonestidad. Aunque Jon Jauregi fue proclamado candidato del PNV a pesar de las evidencias, confirmadas t¨¢citamente por el afectado al hacer una declaraci¨®n fiscal complementaria, tuvo que renunciar d¨ªas despu¨¦s al saltar el caso a los medios de comunicaci¨®n. El aspirante a dirigir la Hacienda foral no s¨®lo le hab¨ªa escamoteado a ¨¦sta tres de sus seis viviendas, sino tambi¨¦n las rentas obtenidas con el alquiler de dos de ellas.
El caso Jauregi, unido a otra serie de factores no menores, ha tenido una influencia indudable en los adversos resultados cosechados por el PNV de Guip¨²zcoa en las dos ¨²ltimas elecciones. Y era esperable que la traici¨®n interna que sac¨® al aire que el candidato no era presentable tuviera su correcci¨®n, a ser posible, tambi¨¦n interna y discreta. Por el contrario, el dictamen de la Agencia de Protecci¨®n de Datos confirmando que la filtraci¨®n naci¨® en la propia Hacienda foral ha llevado a Egibar y su asamblea de Guip¨²zcoa a una insensata ofensiva para "limpiar" el nombre de Jauregi -el frustrado candidato ha renunciado a hacerlo al no autorizar que se divulgue su declaraci¨®n de la renta- y castigar a los supuestos traidores. Y ello acompa?ado de un desafiante pronunciamiento de adhesi¨®n a su l¨ªder regional y de reproche a la direcci¨®n nacional del partido, por considerar que Urkullu le desautoriz¨® sobre la moci¨®n de censura de Mondrag¨®n.
A los presuntos filtradores, empezando por Txabarri, la asamblea les insta oficialmente a marcharse del partido, una expulsi¨®n de facto que orilla a los tribunales del partido y los procedimientos y garant¨ªas estatutarios. Pero resulta todav¨ªa m¨¢s chocante que este ajuste de cuentas se oficie en p¨²blico, exponiendo a los cuatro vientos algo que convendr¨ªa guardar pudorosamente: que en la bolsa de los partidos cotiza m¨¢s el respeto a los c¨®digos comunitarios que la integridad personal, y que, pese a todo lo sabido, si del PNV de Egibar dependiera, hoy estar¨ªa al frente de la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa y de su Hacienda un contribuyente tan poco ejemplar como Jon Jauregi.
Hay ciertos momentos en que el instinto de conservaci¨®n de las organizaciones cede ante los impulsos autodestructivos de sus miembros y le lleva a actuar en contra de sus intereses. No es casual que muchas veces, en circunstancias cr¨ªticas, los partidos se despedacen cuando lo razonable ser¨ªa, precisamente, aplicar los t¨®picos del cierre de filas y el lavado de los trapos sucios en casa, aunque el PNV acumula la experiencia de haber padecido una crisis desgarradora en pleno ¨¦xito. Las circunstancias son ahora sustancialmente diferentes, pero lo sucedido en Guip¨²zcoa ha tra¨ªdo a la memoria de algunos testigos de entonces el sonido de aquellos viejos tambores de guerra en la Casa del Padre.
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