Reconozcamos Kosovo
Hasta la fecha, la pol¨ªtica espa?ola respecto a Kosovo ha estado sometida a consideraciones de oportunidad y de pol¨ªtica internas. Pero una vez superada la campa?a electoral, es el momento de centrar nuestra pol¨ªtica en torno al ¨²nico objetivo leg¨ªtimo que debe inspirarla: la promoci¨®n de la estabilidad en los Balcanes. Por ello, transcurridos dos meses desde la declaraci¨®n de independencia, y aprovechando la formaci¨®n de un nuevo Gobierno, Espa?a deber¨ªa reconocer a Kosovo.
Retrospectivamente, es comprensible que el desenlace de la independencia no haya gustado: Espa?a, como muchos otros Estados, acertadamente prefer¨ªa un acuerdo entre las partes, en el marco de un gran consenso europeo e internacional, a una declaraci¨®n unilateral y no coordinada. Pero el hecho es que hoy existe una nueva realidad, tan innegable como irreversible, cuyo reconocimiento tendr¨¢ que llegar en alg¨²n momento. Kosovo es de momento un Estado tutelado por la Uni¨®n Europea bajo el Plan Ahtisaari, un plan auspiciado por las Naciones Unidas, que Espa?a ha apoyado y debe seguir apoyando puesto que constituye la mejor garant¨ªa para la construcci¨®n de un Estado viable, democr¨¢tico y respetuoso con los derechos de las personas y las minor¨ªas.
Sin renegar de su correcta actitud de hace dos meses, Espa?a debe ahora avanzar
Un paso as¨ª no cuestionar¨ªa la validez de las decisiones tomadas en su d¨ªa por el anterior Gobierno, ni tampoco deber¨ªa implicar la adquisici¨®n de compromiso alguno respecto a situaciones futuras. Por tanto, el Gobierno espa?ol podr¨ªa seguir manteniendo, como hizo en su momento, que la independencia de Kosovo es un hecho singular que en modo alguno puede ser utilizado como precedente, ni a efectos internos ni internacionales. No se tratar¨ªa, pues, de reconocer el derecho de Kosovo a declarar la independencia unilateralmente, sino, dejando atr¨¢s el debate jur¨ªdico, que nos conduce a un callej¨®n sin salida, de constatar y tomar nota adecuada de un hecho: la independencia de Kosovo respecto de Serbia.
El reconocimiento ayudar¨ªa al nuevo Estado a consolidarse. Las inversiones extranjeras no llegar¨¢n si no hay estabilidad y plena garant¨ªa de la irreversibilidad. Tampoco las instituciones democr¨¢ticas kosovares podr¨¢n progresar ni las personas de m¨¢s val¨ªa tendr¨¢n incentivos para quedarse y contribuir a la construcci¨®n de un Estado viable. Por tanto, sin un apoyo firme y decidido de la UE y de la comunidad internacional, los kosovares, ya sean serbios o albanos, ver¨¢n truncada su esperanza de un futuro mejor.
Al mismo tiempo, una decisi¨®n en este sentido enviar¨ªa un importante mensaje a los nacionalistas serbios, y a los que les alientan desde Rusia, demostrando que la UE no es un actor paralizado por sus divisiones.
Hoy por hoy, la falta de reconocimiento env¨ªa a las autoridades serbias un mensaje equivocado, al hacerles creer que la independencia es reversible o que, alternativamente, la UE va a tolerar que Belgrado se anexione de facto la regi¨®n al norte del r¨ªo Ibar, donde se concentra el 40% de la minor¨ªa serbia. Hasta la fecha, la UE ha evitado desplegarse en la zona, para evitar incidentes que puedan radicalizar a¨²n m¨¢s los ¨¢nimos cara a las cruciales elecciones del 11 de mayo. Pero muy pronto la misi¨®n de la UE (Eulex) tendr¨¢ que desplegarse de nuevo en dicho territorio y poner en marcha las instituciones y las pol¨ªticas previstas en el Plan Ahtisaari, que prev¨¦ un Kosovo democr¨¢tico y multi¨¦tnico.
Adoptando esta posici¨®n, el Gobierno espa?ol se sumar¨ªa a la mayor¨ªa de sus aliados m¨¢s cercanos, que ya han reconocido Kosovo: en concreto, m¨¢s de dos tercios de los miembros de la UE, entre ellos los mayores defensores de la legalidad internacional como Holanda o los pa¨ªses escandinavos; tres de cada cuatro miembros de la OTAN o de la OCDE, y 20 de los 25 pa¨ªses mejor situados en el Democracy Index que elabora The Economist, incluyendo aquellos que, por razones internas, tambi¨¦n tienen una especial sensibilidad hacia estos temas, como Canad¨¢, B¨¦lgica o el Reino Unido.
Una medida as¨ª facilitar¨ªa tambi¨¦n las cosas a dos vecinos clave, Macedonia y a Montenegro, y podr¨ªa incluso contribuir a revalorizar la diplomacia espa?ola si ¨¦sta manejara bien sus argumentos y sus contactos y logra as¨ª abrir una v¨ªa para el reconocimiento por parte de otros Estados hasta la fecha reticentes, especialmente en Latinoam¨¦rica y el mundo ¨¢rabe. De esta manera, el reconocimiento tambi¨¦n contribuir¨ªa a reforzar la posici¨®n de Espa?a y su liderazgo dentro de la UE, permiti¨¦ndole poner en valor su compromiso balc¨¢nico, enorme desde el punto de vista humano y econ¨®mico y muy dilatado en el tiempo, mostrando que aun cuando situaciones como Kosovo generen dificultades internas, la pol¨ªtica exterior espa?ola es capaz de gestionar escenarios complejos. Con ello, el Gobierno no s¨®lo contribuir¨ªa decisivamente a la estabilidad en la regi¨®n, sino que ayudar¨ªa a resituar a nuestro pa¨ªs en el n¨²cleo del liderazgo europeo en unos momentos cruciales.
Son autores de este art¨ªculo Jos¨¦ Ignacio Torreblanca, director de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y profesor de la UNED, y Jordi Vaquer i Fan¨¦s, coordinador del Programa Europa de la Fundaci¨®n CIDOB.
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