La otra muerte de Stroessner
En 1989 un golpe palaciego pon¨ªa fin en Paraguay al longevo r¨¦gimen del general Alfredo Stroessner, y comenzaba un borroso tr¨¢nsito entre dictadura y democracia que tocaba a su fin el domingo, con la victoria de una oposici¨®n que acaudilla (de momento, es un caudillo) Fernando Lugo, obispo en animaci¨®n suspendida hasta que el Vaticano perge?e una dispensa para no perder un prelado y ganar un presidente.
Y junto a esta segunda defunci¨®n del general, se produc¨ªa tambi¨¦n la del Partido Colorado en el poder, en el que se apoltronaba desde 1947 como Partido-Estado, fuente inagotable de corrupci¨®n y clientelismo. Con el golpe que derroc¨® a Stroessner, el partido le hizo una OPA a la democracia, cambiando al principio s¨®lo de general, para hacer que le siguieran cuatro civiles, todos ellos, como el propio dictador derrocado, colorad¨ªsimos. Y como parece inevitable desde que Hugo Ch¨¢vez preside Venezuela, hay que hacer cuentas. Si Lugo es la izquierda, ?qu¨¦ izquierda es la suya? ?Si Lugo es nacionalista, es tambi¨¦n antiestadounidense? En definitiva, ?ha ganado el chavismo un aliado?
Si Lugo es nacionalista, ?es antiestadounidense? En definitiva, ?ha ganado el chavismo un aliado?
Lugo encabeza una coalici¨®n heterog¨¦nea, la Alianza Patri¨®tica para el Cambio, formada tan s¨®lo hace ocho meses; y en ella, a su fuerza central, el Partido Liberal Radical Aut¨¦ntico, hay que sumar el Movimiento al Socialismo, ¨¦ste s¨ª, chavista; el Movimiento Popular Tekojoja del propio Lugo, formado por cat¨®licos de base, pr¨®ximos a la teolog¨ªa de la liberaci¨®n; la Alianza Democr¨¢tica Tricolor, en la que milita la democracia cristiana; y una suma de movimientos, alianzas y partidillos hasta una docena, cuyo com¨²n denominador puede ser un nacionalismo dolorido, el de un pueblo que siente que la historia y sus vecinos no han sido justos con Paraguay.
El paraguayismo halla sus ra¨ªces en la guerra de la Triple Alianza, de 1864, en la que Argentina, Uruguay y, en especial, Brasil, acabaron con la pr¨¢ctica totalidad con los varones adultos del pa¨ªs. Por ello, el nacionalismo local presenta tintes antibrasile?os, y hoy encuentra su espantajo en los llamados brasilguayos, casi una casta, que emigraron a Paraguay desde Brasil en los a?os 70 y 80 del siglo XX, estableci¨¦ndose como latifundistas en la zona fronteriza, donde cultivan soja para la exportaci¨®n. Tradicionalmente, el extenso mercado brasile?o ha dictado condiciones a su proveedor paraguayo; y, as¨ª, el Tratado de Itaip¨², firmado por Stroessner en 1973, estipula que Asunci¨®n surtir¨¢ a Brasilia de toda la energ¨ªa hidroel¨¦ctrica que no consuma a precio de coste, lo que le permite afirmar a Lugo que aumentar¨¢ en un 500% la tarifa, s¨®lo para alcanzar el precio de mercado. Y si la reivindicaci¨®n de la soberan¨ªa energ¨¦tica sobre la presa de Itaip¨², que Paraguay posee conjuntamente con Brasil, y de Yacyret¨¢, con Argentina, aproxima a Lugo al presidente boliviano Morales en la pugna por recobrar las riquezas del subsuelo, ra¨ªces y formaci¨®n le inclinan, en cambio, hacia el ecuatoriano, Rafael Correa, como ¨¦l, criollo reformista. La pulsi¨®n indigen¨®crata, com¨²n a los anteriores, parece no existir, sin embargo, en Paraguay, donde la lengua precolombina, el guaran¨ª, es patrimonio nacional, y est¨¢ muy extendido el mestizaje, en lo que algo tuvieron algo que ver los jesuitas y sus reducciones.
Y todos, Morales, Correa, Lugo, flotan, es cierto, en la constelaci¨®n-Ch¨¢vez. Entre ellos, el vecindario de objetivos existe; pero el parentesco pol¨ªtico, no tanto; y la jerarqu¨ªa, en absoluto. El ¨²nico subalterno de Ch¨¢vez en Latinoam¨¦rica es el presidente nicarag¨¹ense Daniel Ortega, que en ocasiones, parece que no sepa vivir sin la aprobaci¨®n del jefe, porque el cubano Ra¨²l Castro lo que ve en Caracas es, sobre todo, el inter¨¦s material; aunque eso s¨ª, mucho.
En Am¨¦rica Latina puede haber dos o m¨¢s izquierdas, la criollo-europea (Bachelet en Chile, Alan Garc¨ªa en Per¨², el Kirchnerato en Argentina, quiz¨¢ ?lvaro Colom en Guatemala), la de Lula en Brasil que flota en medio, y la de color negro y cobre, que es la que querr¨ªa liderar el chavismo; pero de alianzas funcionales, poca cosa, y en gran medida creadas por los errores, y la indiferencia de EE UU. Tocar¨ªa ahora a un pr¨®ximo presidente estadounidense -uno o una- desarticular con los hechos lo que es s¨®lo un difuso sentimiento anti-imperialista, junto a una leg¨ªtima reivindicaci¨®n de las riquezas naturales de la regi¨®n, en nombre de ellos mismos, los naturales.
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