"Cada ma?ana mi m¨²sica despertaba a los astronautas"
Graba con Bj?rk, ha tocado con Taj Mahal, Al¨ª Farka Tour¨¦, Salif Keita o Ketama, le reclama el Kronos Quartet, y Hans Zimmer le ha llamado para la banda sonora de Madagascar II. Toumani Diabat¨¦ (Bamako, 1965) est¨¢ abriendo nuevos caminos para la kora. Su ¨²ltimo disco, The Mand¨¦ Variations, se centra exclusivamente en el arpa-la¨²d de ?frica occidental de 21 cuerdas cuyo sonido ¨¦l define como m¨ªstico. Los pulgares e ¨ªndices de Toumani Diabat¨¦ la tocan con una maestr¨ªa apabullante. "Expreso lo que llevo en el coraz¨®n a trav¨¦s de las cuerdas", dice en franc¨¦s el m¨²sico de Mal¨ª, que actu¨® el domingo en Madrid.
The Mand¨¦ variations es su primer disco en solitario en 20 a?os. "Cada uno lucha como puede, y yo lo hago con este disco. Mi combate es de paz, amor, solidaridad, tolerancia y mutua comprensi¨®n. Hoy, todo el mundo est¨¢ sediento de dinero, casas, coches... Nos olvidamos de pensar en nuestro interior", comenta con voz serena. "Tenemos que apagar el fuego que llevamos dentro. Cuando logremos apagarlo nos resultar¨¢ m¨¢s f¨¢cil apagar el que hay ah¨ª fuera".
"Hay que apagar el fuego que llevamos dentro para poder apagar el de fuera"
Tard¨® apenas dos horas en grabar el disco. "La cinta comenz¨® a girar y me puse a tocar. Es un don de Dios, porque esta m¨²sica no est¨¢ escrita. Viene del coraz¨®n, llega la inspiraci¨®n a la cabeza y se transmite a los dedos. Quiz¨¢ pueda tocar mejor, pero nunca igual que en la grabaci¨®n", explica.
Simultanea los conciertos en solitario con los de su panafricana Symmetric Orchestra. "El proyecto sigue. Hemos ganado todos los premios de m¨²sica de Mal¨ª y arrasamos en EE UU y Canad¨¢. Su objetivo es la reconstrucci¨®n cultural del imperio mandinga, que abarcaba lo que hoy son Mal¨ª, Senegal, Gambia, Burkina, Costa de Marfil... Hoy hay fronteras de la ¨¦poca colonial, pero pertenecemos a las mismas familias".
La kora es el documento de identidad de la cultura mandinga. Y un asunto familiar para el maliense. Durante m¨¢s de 70 generaciones, los Diabat¨¦ la han estado tocando. Se entusiasma al hablar de c¨®mo toca su hijo de 15 a?os y dice sin pesar que su padre nunca le ense?¨®: "No ten¨ªa tiempo. Yo nac¨ª con la independencia de Mal¨ª, y mi madre y ¨¦l estuvieron entre los fundadores de la Orquesta Nacional. Eran los a?os de las declaraciones de independencia y todos los pa¨ªses compet¨ªan por tener una orquesta y un ballet".
Reza cinco veces al d¨ªa. El sol est¨¢ declinando y toca la ¨²ltima plegaria. Media hora m¨¢s tarde retoma la entrevista y cuenta que el astrof¨ªsico Cheik Modibo Diarra, que trabaj¨® en California para la NASA, coloc¨® m¨²sica de Toumani Diabat¨¦ en las estaciones espaciales: "Cada ma?ana mi m¨²sica despertaba a los astronautas".
Al recordar las grabaciones de Songhai con Ketama y Danny Thompson se le escapa la risa. No se entend¨ªan hablando. Las ¨²nicas palabras comunes eran "afinado", "otra vez", "bueno, vamos"... Y le parec¨ªa c¨®mico que los espa?oles dijeran "falseta" -en su idioma suena igual que "coge el pie del asno"-. "Lamento que ese proyecto no haya tenido continuidad. Porque no creo que se haya hecho nada igual. La cultura inglesa, la espa?ola y la mandinga juntas. Adem¨¢s, fue uno de los discos que establecieron el concepto de lo que llamamos world music. Estamos en la historia de la m¨²sica".
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