Bajo la psicosis de la seguridad
"La Liga Norte ha ganado votos porque ha sabido interpretar un malestar social sobre la seguridad al que deber¨ªamos haber prestado m¨¢s atenci¨®n". El an¨¢lisis autocr¨ªtico de Walter Veltroni, l¨ªder del centro-izquierda italiano, lleg¨® ayer poco antes del cierre de las urnas. Demasiado tarde para admitir lo evidente: Italia, y sobre todo Roma y el norte del pa¨ªs (donde hay m¨¢s inmigrantes), ha vivido los ¨²ltimos meses bajo una psicosis de inseguridad que la izquierda ha sido incapaz de contrarrestar.
Veltroni record¨® c¨®mo "el viejo centro-izquierda no logr¨® siquiera ponerse de acuerdo para aprobar un decreto presentado en la C¨¢mara de Diputados el d¨ªa siguiente a la agresi¨®n de Giovanna Reggiani", una mujer violada y asesinada en la zona romana Tor di Quinto, donde se halla uno de los 25 campamentos de rumanos, eslavos y n¨®madas procedentes del este de Europa que pueblan la periferia de la capital.
El miedo, o m¨¢s exactamente el p¨¢nico, se ha convertido en uno de los factores cruciales de estas macroelecciones, y ha sido muy palpable durante las ¨²ltimas semanas. Algunos cr¨ªmenes violentos protagonizados por inmigrantes -entre otros muchos, bastante menos visibles en los medios de comunicaci¨®n, imputables a ciudadanos nacionales-, han llenado peri¨®dicos y telediarios, entre los bramidos de la Liga en el norte, y de los neofascistas comandados por Gianfranco Fini y Gianni Alemanno en el centro y sur.
Bossi y Fini, con la alegre aportaci¨®n de vez en cuando de Berlusconi, primer ministro in p¨¦ctore, han explotado a conciencia un asunto muy feo. La campa?a de propaganda ha sido no s¨®lo amarilla, sino tambi¨¦n xen¨®foba y racista -rumanos y rom o gitanos son el gran objetivo-, todo con un ¨²nico fin: convencer a los votantes de que el Gobierno de Romano Prodi agudiz¨® el problema m¨¢s que solucionarlo. El indulto de 20.000 presos, la escasa presencia policial en las periferias, la degradaci¨®n urbana en Roma y N¨¢poles, la certeza de que muchos delincuentes son reincidentes que la justicia ha excarcelado, y algunos casos de extranjeros expulsados que delinquen de nuevo sin haber sido deportados demuestran que la ineficacia de la izquierda ha contribuido mucho a la percepci¨®n de la inseguridad.
El ¨¦xito de una campa?a que de todas formas es, como poco, sesgada (un tercio de los delitos los cometen extranjeros, y los cr¨ªmenes violentos se han reducido en Italia durante los dos a?os del Gobierno de izquierda) ha contado con la colaboraci¨®n, nada inocente, de muchos peri¨®dicos y televisiones, empe?ados en relacionar inmigraci¨®n y delincuencia recordando, antes que nada, la nacionalidad del autor del delito.
Todo ello ha creado un caldo de cultivo perfecto para el resurgimiento de la extrema derecha, que ha reaparecido con un despliegue de fuerza: organizando rondas preventivas en algunas ciudades, levantando muros contra inmigrantes en otras, poniendo trabas al culto de musulmanes y jud¨ªos, recuperando s¨ªmbolos de estirpe nazi o asaltando asociaciones de homosexuales, como sucedi¨® hace unos d¨ªas en Roma cuando el C¨ªrculo de Cultura Homosexual Mario Mieli fue destrozado por un grupo de j¨®venes que gritaban "maricones de mierda" y ensalzaban al Duce y a los campos de exterminio nazis.
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